Marta Abós le dijo a su hermana con descaro:
—¿Navaja barbera? Eso ya no se usa; pero ¿en qué mundo vives tú?
Sonsoles no pudo evitar un gesto de fastidio.
—Pues en la tierra, no como tú, que estás en las nubes —contestó en un tono ligeramente irritado.
—¿En las nubes?… —preguntó Marta; luego apareció una chispa de comprensión en sus ojos—. Ah, lo de las nubes es por la nube alcohólica, ¿no? Chica, eres tan sutil…
Sonsoles se acercó y la besó en la frente con cariño.
—Perdóname —dijo—. No lo decía por eso, no soy tan sutil, como tú dices; pero perdona —se detuvo un momento, como buscando las palabras, y luego prosiguió—: Es que no me hace gracia que salgas tanto. Y no es por el qué dirán sino porque, no sé cómo decirte, me parece un poco inconveniente que sea justo cuando no está Adrián, ¿me comprendes?
—O sea que es por el qué dirán —repuso Marta.
Sonsoles apretó los labios con expresión de pena.
—No, pero es igual —dijo. Ahora fue Marta la que se acercó a ella—. En fin, sólo te pido que no te pases; por ti misma, de verdad, no por otra cosa.
—¿Y lo de la navaja barbera, qué?