PALABRAS FINALES

Aunque todos los hechos y personajes de este libro son pura ficción, me he inspirado en varios ejemplos de la realidad.

La Sociedad Antropológica de Londres, que compartía varios miembros con la Real Sociedad Geográfica, era la vanguardia de las aventuras imperiales británicas. Su círculo íntimo era el llamado Club de los Caníbales, y algunos de sus miembros eran sir Richard Burton, Algernon Charles Swinburne, Richard Monckton Milnes (lord Houghton), sir James Plaisted Wilde (lord Penzance), el general John Studholme Hodgson y Charles Duncan Cameron. Era un grupo mayoritariamente conservador y reaccionario, que financiaba investigaciones de prácticas científicas obsoletas y acciones cuyo fin era asegurar su posición en el mundo. También eran prolíficos productores y consumidores de pornografía. Cada libro podía costar hasta tres guineas: los métodos de impresión y encuadernación, arcaicos y no mecanizados, hacían que en 1860 la pornografía no fuese accesible para las clases trabajadoras.

El pornógrafo Frederick Hankey poseía varios ejemplares encuadernados con piel humana. Richard Burton le prometió que le llevaría una piel humana de su viaje a Dahomey, África (obtenida de «une négresse vivante» para que conserve su lustre). Por fortuna, su proyecto fracasó[10]. En 1860 Monckton Milnes escribió: «La superstición no explica estas inclinaciones. Hankey podía desear una Biblia encuadernada con jirones de piel arrancados de los coños de cientos de muchachas, y aun así no había forma de convencerlo para intentar follarse un pato criollo mientras le cortan la cabeza». En el mismo párrafo también hace referencia al «extremo deseo de Hankey de ver a una muchacha colgando y hacer curtir su piel para encuadernar su ejemplar de Justine»[11].

La Sociedad de Damas para la Asistencia a los Fugitivos de la Esclavitud está inspirada en una admirable organización que hizo mucho por la abolición de la esclavitud en Estados Unidos. Frederick Douglass fue uno de los esclavos más conocidos, cuya libertad fue asegurada por la sociedad, y hubo muchos esclavos liberados y fugitivos en las Islas británicas entre 1850 y 1870. No quiero insinuar con esto que las mujeres de dicha organización fuesen tan hipócritas como Sylvia Knightley, pero sería justo decir que, a mediados del siglo XIX, Inglaterra sufría de una «fatiga filantrópica» cuyas acciones eran por lo general sentimentales y poco prácticas, y buscaban tranquilizar las conciencias con poco esfuerzo. De esta manera, las damas ociosas de la alta sociedad obtenían cierto prestigio, además de algo en qué ocupar su tiempo. En cualquier caso, la guerra de Secesión presentó a todas estas asociaciones la oportunidad de unirse para asestar un golpe final a la esclavitud, y hacia el final de la guerra se enviaron importantes contribuciones al Movimiento de Ayuda a los Americanos Liberados[12].

A los lectores interesados en la actitud de los ingleses frente a las relaciones interraciales entre hombres negros y mujeres blancas durante el siglo XIX, o en la objetivación del deseo sexual de los hombres negros según lo manifestaba lady Knightley, les recomiendo el libro de Ben Shephard Kitty and the Prince (Londres, Profile, 2003).

Sir Charles Locock, partero de la reina y presidente de la Real Sociedad de Medicina y Cirugía de Londres, anunció la utilización de bromuro de potasio en el tratamiento de pacientes epilépticos en 1857, tras una conferencia de Edward H. Sieveking (mi tatarabuelo) en la sociedad. En 1861, J. Russell Reynolds publicó una conocida monografía titulada Epilepsia: sus síntomas, tratamiento y relación con otras enfermedades convulsivas.

La práctica de la clitoridectomía en el tratamiento de, entre otras enfermedades, la disuria, la epilepsia, la histeria, la locura y la esterilidad (que tenían en común ser consideradas consecuencia de una sexualidad intensa) fue recomendada y llevada a cabo por el doctor Isaac Baker Brown hacia 1860, y se menciona en la revista médica The Lancet. La mayor parte de la comunidad científica rechazó esta práctica, y el doctor Baker Brown fue vilipendiado y expulsado de la Sociedad Ginecológica de Londres.

El sueño de Dora, un sindicato con mil miembros y una libra de salario semanal para las mujeres que trabajaban en la encuadernación, fue compartido por Isabel Forsyth, secretaria del Sindicato de Mujeres en el Comercio de la Encuadernación y la Imprenta, aunque no pudo realizarse hasta 1917.

La mayoría de los libros eróticos mencionados, al igual que las citas, existen. Aquellos inventados por mí son lo más fieles posible al espíritu de los verdaderos.