MEZCOLANZA

Dice el diccionario que mezcolanza es «mezcla extraña y desordenada». Esto es lo que sigue.

¿Una miniatura ha de ser siempre pequeña? No. Aunque a primera vista parezca extraño, miniatura no deriva de mini, pequeño, sino de minium, bermellón. Con este color se decoraban los libros, algunos libros, antiguos: cantorales, antifonarios, libros de horas, etc. Los manuscritos miniados son aquellos que tienen miniaturas, grandes o pequeñas cuya característica principal es la de que el color rojo figure en lugar preferente. Se empleaban otros colores azul, verde, amarillo —generalmente sustituido por oro— blanco —en su lugar plata o algo parecido—. Eran en general pequeñas, pero, a veces ocupaban toda una página en gran folio, lo que permitía el pergamino. Es decir, mayores que muchas miniaturas de los siglos XVIII y XIX que son ornato de muchos museos. Por ejemplo, el de Lázaro Galdeano, en Madrid.

¿Por qué se llama peripatéticas a las prostitutas callejeras? Si hay una palabra que haya sido prostituida en nuestro idioma, y en otros muchos, es precisamente ésta. Peripatético es un vocablo derivado del griego peripatos, paseo, y se llamaban peripatéticos a los filósofos que seguían las doctrinas de Aristóteles que las exponía mientras paseaba. Como algunas prostitutas ejercen su «oficio» deambulando por las aceras de las ciudades se las llamó «peripatéticas» aunque no sepan quién era Aristóteles ni cosa parecida.

¿Quién inventó el avión y cuándo? Varias naciones se vanaglorian de contar entre sus hijos al inventor del avión. En los Estados Unidos se da como cierta la fecha del 17 de diciembre de 1903 cuando los hermanos Orville y Wilbur Wright lograron volar, con una máquina más pesada que el aire, en un campo cerca de Daytona. Al parecer éste no fue un vuelo propiamente dicho sino un salto de 19 segundos. Los hermanos Wright usaban unos raíles para que su aparato pudiera despegar y si el viento no les ayudaba no podían hacerlo. El primer vuelo real dicen que lo realizó el 6 de mayo de 1908. El avión llevaba un motor fabricado en París por la casa Barriquand y Marre. Pero esta fecha debe compararse con la que exhibía el francés Gabriel Voisin quien afirma que el 13 de enero de 1908 un avión logró volar durante un kilómetro despegando sin ayuda de ninguna clase, es decir, por sus propios medios. Anteriormente el 15 de mayo de 1907 se había logrado un salto de 80 metros, el 26 de octubre del mismo año otro de 711 metros. El 11 de abril de 1908 se lograba un vuelo de 3 kilómetros en circuito cerrado y así sucesivamente hasta llegar el mismo año a volar a lo largo de 18 kilómetros. Era un éxito. Los pilotos se llamaban Voisin, Farman y Delagrange.

Ahora bien, el nombre avión fue inventado en 1890 por el francés Clement Ader, cuyo aparato «L'Eole» que se encuentra en el conservatorio Nacional de Artes y Oficios de París, consiguió un salto de 50 metros y en 1896 el «modelo n.° 5» de Samuel Pierpont Langley efectuó un salto de 500 metros a orillas del río Potomac que duró un minuto y medio. De todos modos, antes de todos ellos el alemán Otto Lilienthal ya había volado, en vuelo a vela sin motor.

¿Tiene algún origen histórico la frase «Yo sé dónde me aprieta el zapato»? Sí: El significado de la frase es tan obvio que a cualquiera se le podría ocurrir. De todos modos es el autor latino Plutarco quien en la vida de Paulo Emilio cita el origen del proverbio. Paulo Emilio se había divorciado de Papiría, hija de Papirio Mosso. Nadie acertaba a explicarse el hecho. Papiría era joven, bella, rica, honesta y, sin embargo, se veía repudiada. Hasta que un amigo en una reunión se lo preguntó al protagonista. Éste les enseñó su sandalia:

—Mirad mi calzado. ¿Habéis visto nunca otro mejor trabajado y más elegante? Pues sólo yo sé dónde me aprieta. Y no dio mayor explicación.

Las nodrizas han desaparecido ¿cuándo se empezó a contratar mujeres mercenarias para amamantar a los niños? No tengo ni idea. Supongo que el primer hombre cuya esposa no podía amamantar a su hijo o bien había muerto en el parto o durante la lactancia buscó a otra mujer que sustituyera a la madre. ¿Una pariente, una esclava, una criada a sueldo? No lo sé. Antes de inventarse todos estos productos que hoy existen para la lactancia artificial, se tenía que recurrir a la lactancia mercenaria. En los paseos y parques de nuestras ciudades se veían pasear nodrizas, vestidas a veces aparatosamente que amamantaban a hijos ajenos, algunas de ellas abandonando a su propia prole. Yo mismo fui amamantando —mi madre murió al darme a luz— por una castellonense y como era niño canijo y poca cosa estuve mamando hasta los dos años poco más o menos. Desde entonces me ha quedado querencia por el envase y compadezco a los niños de hoy, alimentados con productos artificiales, porque me parece que van a tener sueños eróticos, más adelante, ante el escaparate de una farmacia.

Bromas aparte, amamantar a un hijo ha sido siempre, no sé ahora, algo sagrado para la madre. De una de ellas, griega, se cuenta que estando con calentura y advirtiendo que una mujer extraña daba de mamar a su hijo le hizo vomitar la leche que acababa de mamar. Lo mismo se narra de Blanca de Castilla, reina de Francia y madre de San Luis, que dijo:

—¡Cómo habré de permitir yo que una mujer cualquiera me quitase el titulo de madre que me han dado Dios y la naturaleza!

En el libro de Bastúa La sabiduría de las naciones se lee:

«En la Crónica de don Pero Niño, conde de Buelna, escrita por Gutierre Diez de Gámez, alférez y portaestandarte del mismo conde que le acompañó en todas sus aventuras, se refiere que doña Inés Laso de Niño, madre del referido Pero Niño, llevó tan a mal que cierto día otra mujer hubiese dado de mamar a su hijo, que no paró hasta haberle hecho arrojar la leche que había tragado, cuyo hecho describe en estos términos:

»Ebesándole —al niño— diz que era ella dueña tan humana, é de sotil sentido, que le olió que había mamado leche agena de otra mujer: é non se queriendo confiar tanto en su sentido, fizo juramentar todas las dueñas é doncellas que á la sazón eran en la cámara donde su fijo estaba, é dijéronle como una dueña le había dado á mamar. Tomó entonces su fijo, é fízolo meter en un manto, é traerlo á una parte é á otra, é tanto fizo, fasta que le fizo lanzar la leche; de lo cual dicen que fue non tan sano de allí adelante; é que siempre ovo la color de muda por aquella razón, aunque era fuerte caballero».

Digamos, como complemento, que el verbo mamar procede del latín mammare, amamantar y de ahí la palabra mama, ubre o madre. En el siglo XVIII por influencia francesa, se empezó a pronunciar mamá que ha prevalecido en general aunque, como dice Corominas, la acentuación mama «sigue viva en la mayor parte de España y de América con carácter rústico o familiar».