—¡Inmobiliaria Little Rhody Realty! —Una voz jovial y voluntariosa contestó a la llamada.
—Quisiera hablar con el señor Dio, por favor.
—Lo siento señor, pero aquí no trabaja nadie con ese nombre.
—Bien, entonces quisiera hablar con el señor Giordano.
—Lo siento —esta vez la voz no sonó ya tan amable—, pero tampoco tenemos a nadie con ese nombre.
—¿Y qué me dice de Charlie Radbourn o Barney Gilligan? En realidad, me vale cualquier jugador fallecido de los Providence Grays.
—No sé de qué me está hablando.
—¿Podría hablar con Cheryl Scibelli?
—Me temo que ya se ha marchado.
—Hágame un favor entonces. La próxima vez que se pasen por ahí Johnny Dio o Vinnie Giordano, dígales que Mulligan ha preguntado por ellos.
Me repitió que nunca había oído hablar de ellos y quizá fuera verdad. Me despedí y colgué.
Pero si esa inmobiliaria tuviera algo que ver con los incendios…
Si Dio o Giordano tuvieran algo que ver con esa inmobiliaria…
Y si la recepcionista les dejara a cualquiera de los dos el mensaje que les había pasado…
Y si el pequeño matón trabajara para alguno de ellos… Igual entonces conseguiría que me volviera a hacer una visita.