Más allá de las etimologías

A veces se llega a descubrir todo un sistema de pensamiento en una simple expresión verbal, sistema que no ha dejado ningún rastro en la actual etapa mental de Europa. Por ejemplo, decimos de una idea o de una cosa incompleta que «no es suficientemente redonda»[33]. Cuando una afirmación ha sido llevada hasta su expresión más perfecta, se dice que «es redonda». Un pensador que profundiza y perfecciona sus teorías no hace otra cosa que «redondear» su sistema.

Esta popular expresión refleja una antiquísima concepción cosmológica: la esfera es la fórmula de la perfección. Tanto más perfecta es una cosa cuanto más se acerca a la esfera, cuanto más se acerca su forma o su movimiento a la esfera o al movimiento circular. La aspiración a la perfección es una tendencia a lo esférico.

Un sistema de afirmaciones logra convencerte, logra imponerse como una necesidad después de haber sido redondeado: es decir, en el momento mismo en que supera la forma larvaria o fragmentaria y se organiza como un todo, cuando «se mantiene en pie» por sí mismo. Hay que subrayar una vez más la plasticidad de la lengua rumana. El rumano expresa la idea de perfección totalizadora a través de una imagen plástica cuyas valencias simbólicas han permanecido intactas.

Esta esfera, que se deja adivinar como raíz de la expresión «redondear», no era solamente la fórmula de la perfección, sino también la fórmula geométrico-simbólica de la realidad absoluta, de la realidad tal como era antes de ser dividida en dos (micro y macrocosmos, objeto y sujeto) por la creación.

«Redondear una cosa» no solamente significa darle forma, sino también darle realidad, darle una existencia singular, autónoma. Una cosa bien redonda es una cosa de cuya realidad nadie dudaría.