El horror a lo angélico

A propósito del fenómeno de «condensación» de las expresiones espirituales europeas, fenómeno que cada vez se manifiesta con más fuerza a partir del Renacimiento hasta hoy, observad cómo se condensa la música. Ésta se ha vuelto más densa, más «tectónica» (volumen, orquestación, simultaneidad) con el Renacimiento, para llegar a ser «sólida» con el Barroco y aspira a adoptar formas cada vez más «pesadas» con los instrumentos musicales del siglo XIX. En la Edad Media la música se expresaba con instrumentos «puros»: la concha, la guitarra de cuatro cuerdas, el arpa, etc. Pero la tendencia del espíritu «moderno» a entrar en contacto con realidades cada vez más «densas» se puede detectar incluso en la creación de los instrumentos musicales. No es la «resistencia de los materiales» la que ha creado la música moderna, sino que la música, para poder expresarse, ha creado resistencias materiales: el volumen fónico, la polisinfonía, la desafinación.

Estamos hablando de la necesidad de intuir la realidad en sus aspectos «pesados» (necesidad que reencontramos en la física, en la filosofía, en la economía política, en la épica). El horror de todo lo que es puro, simple, angélico: horror sintomático de la Europa moderna.