¿Acaso la autenticidad no es un aspecto oscuro del idealismo? Realizar tu propia vida, realizar tu pensamiento y tu forma de sentir, solamente tuya, intraducibie, pura «vivencia», ¿no significa acaso hacerla, inventarla tú mismo? Me parece que cualquier idealismo se fundamenta en la creencia de que el hombre puede hacer el mundo al mismo tiempo que hace su pensamiento. Por eso el idealismo tiene tantos puntos en común con la magia.
También la autenticidad parte del mismo presupuesto: la creencia de que nada nos es dado desde fuera o que todo lo que es dado así no es realmente vivo, no tiene validez, no tiene significación. La autenticidad, como estilo de vida y pensamiento, sería, pues, una degradación de la conciencia mágica. La magia cree que el hombre puede ser y hacer cualquier cosa. La autenticidad se conforma con mucho menos: uno no puede ser cualquier cosa, no puede hacer cualquier cosa. No puedes ser, por ejemplo, un genio o un creador de mundos, o Dios mismo (tal como afirma la magia).
Pero puedes ser tú mismo (es decir, sin ninguna alteración, sincero, actual, vivo) y puedes hacer una suma de cosas gracias a tu fuerza interior; cosas que, todas juntas, constituyen tu mundo, en cuya organización has participado y que has construido según tus necesidades y tus posibilidades. La autenticidad es, pues, una variante vulgar, popular del idealismo. Y tanto la autenticidad como el idealismo son naufragios de la conciencia mágica. Crees que puedes hacer y deshacer el mundo a tu antojo (la magia); pero llegas a convencerte de lo absurdo de esta demiurgia y entonces piensas que el mundo se hace conociéndolo (idealismo); y, al final, tienes que conformarte con vivir auténticamente, aunque sea una pequeñísima parte de este mundo (autenticidad).