Teoría y novela

Tanto lo épico puro como la «poesía pura» son una estupidez. Una gran creación épica también deja entrever los medios de conocimiento de la época, el sentido de la vida y el valor del hombre, las conquistas científicas y filosóficas del siglo. Estas grandiosas creaciones épicas han sido realizadas por Rabelais, Sterne, Balzac, Tolstoi, Dostoievski. Sería absurdo prohibir la teoría en una obra épica; sería también absurdo pedirle a un novelista sólo descripción o sólo acontecimientos. Han existido también novelistas «puros»; se llamaban Zola, Goncourt, Maupassant. Novelistas que se han esforzado por no generalizar, filosofar o violentar la realidad en el nombre de una idea o de un ideal. Pero todos los demás creadores épicos, desde Rabelais hasta Thomas Mann, nunca han renunciado a su dignidad humana, a los problemas del conocimiento y de la moral, a la teoría. Por supuesto, esta teoría podría llegar a perjudicar a la obra si se introduce en exceso, o medio digerida como en Balzac, o si se pone al servicio de un profetismo extraartístico como en Tolstoi. Pero no siempre la teoría se manifiesta como un elemento autónomo, dañino para la economía íntima de una obra. En los casos más felices (Rabelais, Sterne, Butler, Proust, Stendhal), impregna toda la sustancia del libro. «Teoría», es decir, inteligencia, dignidad humana, valentía ante el destino, desprecio por los tópicos. ¿Por qué huyen los novelistas de esta misión de lo épico? La misión de reflejar una época no solamente bajo su aspecto social, sino también bajo su aspecto teórico y moral; es decir, reflejar los esfuerzos contemporáneos por ampliar el conocimiento, los intentos de valorar la vida, de solucionar el problema de la muerte; en una palabra, ¿por qué huyen de la responsabilidad, por qué dudan de crear hombres nuevos, hombres movidos no sólo por los instintos, sino también por la inteligencia, en este año de 1930?

Una gran obra no solamente reflejará la sociedad contemporánea, sino, sobre todo, las fronteras del conocimiento que ha alcanzado el individuo, sus victorias teóricas.