El reconocimiento y la gratitud hacia Natalia Ginzburg están en el origen de la traducción de esta maravillosa y extraordinaria novela, traducción que jamás habría llevado a cabo si no me hubiera asistido el consejo de José Muñoz Millanes, a quien los lectores españoles deben, en parte, las páginas de Léxico familiar y, desde ahora, Las palabras de la noche, que él ha velado para que fuesen, como en su origen, puras, felices y memorables. Es decir: fieles.

A. T., Madrid, 2-24 de julio de 1993