En el Dawks’s News Letter del 2 de abril de 1698 se leía: «Ayer 1 de abril varias personas se personaron en la torre de Londres a presenciar la ceremonia anual de lavado de los leones». Este ficticio evento (celebrado cada 1.° de abril, equivalente a nuestro Día de los Inocentes) siguió atrayendo a visitantes crédulos. Incluso, ciento cincuenta y ocho años después, en 1856, fueron muchos los que compraron entradas para asistir a la ceremonia, pese a tratarse del 1.° de abril o a que los leones hubieran sido trasladados ya al zoo de Londres veintiún años antes.
En 1957, Harald Stümpke, del intrigante Instituto Darwin de Ayayai, y Gerolf Steiner, profesor de Zoología de la Universidad de Heidelberg, en Alemania, presentaron un extenso trabajo que hablaba de un nuevo orden de mamíferos, los rinógrados o narigudos, descritos como extraordinarios animales que andaban, se alimentaban y cazaban… ¡sólo con la nariz! Había dibujos en los que estas criaturas, parecidas a ratones, tenían trompas tentaculadas para simular los pétalos de una flor, atrapar insectos, propulsarse hacia atrás con ayudas de grandes orejas estilo Dumbo… y un sinfín de maravillas. Los autores describían minuciosamente casi una treintena de géneros. Los narigudos vivían en el archipiélago de Ayayay, en el Pacífico, pero una explosión nuclear llevada en secreto a doscientos kilómetros destruyó la isla, hundiéndose con ella uno de los autores, Stümpke, el único que los había visto. La prestigiosa editorial francesa Masson tradujo la obra en 1962, y un biólogo de renombre, Pierre, profesor de la Sorbona de París, expresó en el prólogo su admiración por el trabajo al presentar «hechos nuevos, insospechados», que además «invitaban al hombre de ciencia a reflexionar acerca de las causas de la diversificación de los seres vivos sobre nuestro planeta». La revista Natural History publicó un extracto del trabajo en 1967 (¡un 1.° de abril!) y recibió cartas que lamentaban el destino final de los narigudos y protestas por la destrucción de su hábitat. El trabajo original y Stümpke eran pura invención de Steiner, un chiste zoológico para explicar el concepto de evolución a sus alumnos.
Otro 1.° de abril, pero de 1976, el astrónomo británico Patrick Moore anunció en la BBC Radio 2 que a las nueve y cuarenta y siete de la mañana se produciría un acontecimiento astronómico nunca antes visto y cuyos efectos podrían experimentar los oyentes en su propia casa: el planeta Plutón pasaría por detrás de Júpiter de forma temporal, provocando un alineamiento gravitatorio que podría contrarrestar y reducir la propia gravedad terrestre. Moore propuso a sus oyentes que si daban un salto en el aire en el momento exacto en que este alineamiento planetario ocurriera, sentirían una extraña sensación como de flotar. Poco después de las 9.47 am, la BBC2 comenzó a recibir cientos de llamadas telefónicas de oyentes que decían haber sentido la sensación. Una mujer incluso contó que ella y sus once amigos se habían levantado de sus sillas y habían flotado por la habitación.
El 1 de abril de 1957, con motivo del equivalente anglosajón del Día de los Inocentes, la cadena de televisión británica BBC emitió, dentro de un programa titulado Panorama, un breve reportaje de tres minutos en el cual se mostraba la «cosecha de espaguetis» en el cantón suizo de Ticino. En el vídeo, dirigido y presentado por el respetado Richard Dimbleby, este decía: «La cosecha de espaguetis aquí en Suiza no tiene nada que ver con la que se realiza a gran escala en Italia. Muchos de ustedes habrán visto fotos de las vastas plantaciones de espagueti en el valle del Po. Para los suizos, por el contrario, tiende a ser un asunto más familiar». El falso documental mostraba cómo se obtenía la pasta directamente de los árboles, mientras el narrador «informaba» de que este año se había producido una buena cosecha debido a un invierno apacible y a la desaparición del «gorgojo del espagueti». Se veían además escenas de un supuesto Festival de la Cosecha y se daban consejos de cómo cultivarlo. El único objetivo del reportaje era el humor y comprobar de paso que la expresión con que atormentaron a Dimbleby de pequeño («Eres tan tonto que hasta te creerías que los espaguetis crecen en los árboles») no debía ser usada a la ligera. Lo verdaderamente sorprendente es que cientos de personas llamaran a la BBC para pedir detalles sobre el cultivo de espaguetis. La respuesta de la BBC era «ponga una ramita de espagueti en una lata de salsa de tomate y espere lo mejor».
El 1 de abril de 1983, la revista New Scientist publicó una asombrosa historia: varios científicos habían fusionado células de tomate con las de un toro mediante un «choque térmico» para crear «el primer híbrido entre planta y animal». Barry MacDonald y William Wimpey, de la Universidad de Hamburgo, observaron cómo su Frankenstein mitad vegetal y mitad animal crecía en un medio de un cultivo con nutrientes como una planta de un tomate, pero tenía «una piel dura, como de cuero, y sus flores sólo eran polinizadas por tábanos». El siguiente paso sería la creación de un superhíbrido entre el tomate, el toro y el trigo. Un mes después, la revista reproducía las cartas y las carcajadas de los lectores avezados, congratulándose por abrir una sección de humor. Sin embargo, New Scientist recibió la «ansiosa» llamada de un periodista sueco que habría reproducido fielmente la historia en su columna semanal de ciencia y que había sido retado por dos profesores a demostrar que era cierta.
En 1985, la revista norteamericana Sports Illustrated publicó una historia acerca de un fenomenal lanzador novato de béisbol. El joven, Sidd Finch, había firmado por el equipo de los Mets. Su mérito: lanzar la bola a 168 km/h en línea recta pese a no haber jugado nunca al béisbol. Semejante habilidad había sido desarrollada en un monasterio tibetano. Religión y deporte unidos para crear un milagro. Demasiado bueno para ser verdad. Esta, al igual que otras noticias relacionadas con los Mets (así al menos lo afirma la revista Time) era falsa. El artículo fue publicado el 1 de abril por un experto bromista, George Plimpton.
El 1 de abril de 1995, la revista Discover Magazine informó de que el biólogo Aprile Pazzo había encontrado una nueva especie en la Antártida: el hotheaded naked ice borer (algo así como ‘barrenador de hielo desnudo’). Esta fascinante criatura tenía en la cabeza placas óseas alimentadas por vasos sanguíneos que la calentaban permitiéndole desplazarse a gran velocidad por el hielo debido a que practicaba fácilmente agujeros en él. Gracias a esta habilidad cazaba a su principal fuente de alimentación, los pingüinos, derritiendo el hielo bajo sus presas y haciendo que se hundieran para atacarlos. Después de mucha investigación, Pazzo mantenía la teoría de que los barrenadores de hielo habían sido responsables de la misteriosa desaparición del explorador Philippe Poisson en 1837. Por este artículo, la revista Discover Magazine recibió más e-mails que cualquiera de sus otros artículos en la historia.
Udo de Aquisgrán (1200-1270) es un monje ficticio, creación del escritor británico Ray Girvan, quien lo presentó como una broma científica en un artículo con imágenes supuestamente antiguas, el 1 de abril de 1999. Según el artículo, Udo fue un místico y poeta cuya obra se musicalizó en el famoso «O Fortuna» del Carmina Burana de Carl Orff, en realidad labor de varios goliardos itinerantes, y hallada en el monasterio benedictino alemán de la abadía de Bura Sancti Benedicti. Udo también era, según la broma, un ilustrador y teólogo que supuestamente descubrió los conjuntos de Mandelbrot unos setecientos años antes del nacimiento de Benoît Mandelbrot, ingeniero en IBM, que descubrió los conjuntos en 1976. Sus obras fueron presuntamente redescubiertas por el también ficticio Bob Schipke, matemático de Harvard, que vio una imagen del conjunto de Mandelbrot en una miniatura de un cancionero navideño del siglo XIII. El supuesto hallazgo del monje fue presentado con presunción de credibilidad, porque a menudo los monjes medievales, como casi únicos poseedores del saber, descubrieron algunas teorías científicas y matemáticas, pero las ocultaron o dejaron de lado debido a la persecución que sufrían. Además, su difusión antes de la invención de la imprenta era difícil. Ray Girvan intenta legitimar estas sugerencias asociando a Udo con otros descubrimientos más legítimos. Otro aspecto del engaño es la afirmación de que era muy común que los matemáticos anteriores al siglo XX gastasen increíbles cantidades de tiempo en cálculos manuales, como una tabla de logaritmos o de las funciones trigonométricas. El cálculo de todos los puntos de un conjunto de Mandelbrot es una actividad comparable en tedio, pero podría ser rutinaria para las personas de la época. Muchos monjes del siglo XIII pasaban gran parte de su tiempo haciendo algunos cálculos aparentemente sin sentido. Mientras la broma se consideró real, este hecho aumentó la confianza en la exactitud de la historia. La broma de Udo es considerada un ejemplo de paradigma de fraude científico, al mostrar un artículo perfectamente coherente y formateado, con visos de verdad, pero falso como él solo. El caso se suele presentar a los estudiantes como ejemplo de que la presencia de bibliografía no es ninguna garantía indiscutible de veracidad, pues esta puede ser también un fraude.
El 1 de abril de 2010, la empresa británica de videojuegos Gamestation agregó una cláusula en sus términos de uso para sus compradores on-line por la cual los suscritos declaraban entregar su alma inmortal para siempre a la empresa. Cerca de siete mil quinientas personas firmaron este contrato y sólo el 12% seleccionó el cuadro que excluía la cláusula.
Otro 1 de abril, a un empleado de American Airlines no se le ocurrió otra cosa que cambiar el cartel «Bienvenido a San Diego» por otro que decía «Bienvenido a Chicago».
La Conspiración de Bielefeld es un lugar común satírico acuñado en 1994 y que goza de cierta popularidad entre los usuarios de internet alemanes. Defiende la inexistencia de la ciudad de Bielefeld, de trescientos mil habitantes y situada en el estado de Renania del Norte-Westfalia. Su aparente existencia es producto de una campaña de desinformación promovida por el Gobierno alemán en colaboración con una misteriosa agencia denominada Sie (‘ellos’). Para demostrar la conspiración, proponen tres preguntas: 1) ¿Conoce usted a alguien que provenga de Bielefeld?; 2) ¿Ha estado usted alguna vez allí? y 3) ¿Conoce usted a alguien que haya estado en alguna ocasión? El hecho de que posiblemente la mayoría de la gente responderá negativamente a estas cuestiones demuestra inequívocamente la inexistencia de esa localidad. Aun en el hipotético caso de que se diera una respuesta afirmativa a cualquiera de las tres preguntas ello levantaría las sospechas de una posible adhesión al grupo Sie y de ser, por tanto, uno de los promotores de la conspiración. Ahora bien, los motivos del complot no están claros. Algunas versiones afirman que se trata de una tapadera para las acciones de organizaciones tan dispares como la CIA, el Mossad o, incluso, los extraterrestres, que se valen de su universidad como hangar para aparcar sus ovnis. Esta teoría conspiratoria surgió el 16 de mayo de 1994 como un mensaje más en el grupo de noticias de.talk.bizarre. Su autor fue Achim Held, por entonces estudiante de Informática. Desde entonces, se empezó a difundir con rapidez a través de la comunidad de internautas de Alemania y, hoy, apenas ha perdido popularidad. A pesar del empeño del municipio en cuestión por promover su imagen en otras regiones, los resultados fueron a veces contraproducentes. Por ejemplo, en 1999, las autoridades locales publicaron una nota de prensa titulada «¡Bielefeld existe!». Sin embargo, la fecha de edición fue el 1 de abril, celebración del día anual dedicado a las bromas. Los defensores de la teoría usaron tal coincidencia como una nueva «prueba» de su tesis conspiranoica.
Corría el año 1910 y se realizaba una exposición muy importante de arte visual inédito en el famosísimo Salón de los Independientes de París. Si bien la exposición aglutinó a muchos artistas de varios estilos, sería una pintura expresionista de título Coucher de soleil sur l’Adriatique («Atardecer en el Adriático») la que más cautivaría a los asistentes. Realizada por el enigmático y desconocido artista Joachim-Raphaël Boronali, supuestamente nacido en Génova, estaba compuesta por un conjunto de trazos fuertes y caóticos, colores amarillos y anaranjados que, según algunos de los críticos más respetados de la Francia de la época, representaba «un acto de furia natural» y «una maravilla del arte expresionista». Finalmente aparecería en escena un escritor y pintor que, tras presentarse bajo su seudónimo de Roland Dorgelés, suministraría pruebas irrefutables demostrando que Rafael Boronali era, en realidad, un burro llamado Aliboron o, para los amigos, Lolo, propiedad del músico, y gerente del restaurante Lapin-Agile, Père Frédé (Frédéric Gerard). Dorgelés, un joven de veinticuatro años cuyo verdadero nombre era Roland Lecavelé, había planeado todo con un amigo. Poco tiempo antes de la exposición habían llevado a Lolo a un lugar tranquilo y, tras ponerlo de espaldas a un lienzo, procedieron a atarle varios pinceles en la cola, en presencia de un notario que diera fe de la naturaleza del «artista». Una vez que todo estuvo en su lugar, bastó con ofrecerle varias zanahorias a Lolo para que este, tan feliz, moviese su cola en un vaivén interminable. Los críticos se convirtieron en el hazmerreír de todo París y el interés por la obra creció hasta tal punto que terminaría siendo vendida en la para nada módica suma de cuatrocientos francos.
Contaba el escritor británico Arthur Conan Doyle (1859-1930), y es muy posible que fuera cierto, que una vez mandó a muchos amigos el mismo telegrama, redactado así: «Huye inmediatamente; todo se ha descubierto». Y que algunos de los que lo recibieron habían llegado a desaparecer con toda precipitación de sus domicilios.
Cuando estudiaba con Giovanni Cimabue (1240?-1302?), al pintor italiano Giotto (1266?-1337) le dio en cierta ocasión por pintar una mosca sobre la nariz de uno de los personajes retratados por su maestro. Tan realista fue el dibujo que cuando Cimbaue volvió a trabajar sobre el lienzo intentó reiteradamente y sin éxito espantar a la mosca, hasta que al final se dio cuenta que había sido víctima de nuevo de una de las bromas de su alumno.
Como es bien conocido, el 30 de octubre de 1938, Orson Welles (1915-1985) y el Teatro Mercury, bajo el sello de la CBS, adaptaron como guión radiofónico el clásico La guerra de los mundos, novela de ciencia ficción de H. G. Wells. Los hechos se relataron en forma de noticiario, narrando la caída de meteoritos que posteriormente corresponderían a los contenedores de naves marcianas que derrotarían a las fuerzas estadounidenses mediante un terrorífico «rayo de calor» y gases venenosos.
Welles había adquirido cierto prestigio dramatizando para la radio algunas obras como Los Miserables, de modo que, en julio de 1938, la cadena CBS le ofreció realizar un programa semanal de obras dramatizadas. Así, Howard Koch, que escribiría más tarde el guión de Casablanca, adaptaba obras como Drácula o El Conde de Montecristo y Welles las dramatizaba. En la emisión de La Guerra de los Mundos, Welles interpretaba al profesor Pierson, científico que explicaba lo ocurrido, mientras que también participaba un actor imitando al periodista Carl Philips.
El programa duró casi cincuenta y nueve minutos: los primeros cuarenta correspondieron al falso noticiario, que terminaba con el locutor en la azotea de la CBS falleciendo a causa de los gases, y seguía con la narración en tercera persona del profesor Pierson, que describía la muerte de los invasores. La introducción del programa había explicado que se trataba de una dramatización de la obra de Wells; en el minuto cuarenta y medio, aproximadamente, se oía un segundo mensaje aclaratorio, seguido de la narración en tercera persona de Orson Welles, quince minutos después de la alarma general del país, que llegó a pensar que estaba siendo invadido. Los oyentes que sintonizaron la emisión y no escucharon la introducción pensaron que se trataba de una emisión real de noticias, lo que provocó el pánico en las calles de Nueva York y Nueva Jersey (de donde supuestamente procedían las informaciones). La comisaría de policía y las redacciones de noticias estaban bloqueadas por las llamadas de oyentes aterrorizados que intentaban protegerse de los ficticios ataques con gas de los marcianos.
Al día siguiente, se acumularon las protestas exigiendo responsabilidades y una explicación, de modo que el propio Orson Welles se vio obligado a pedir perdón por aquella broma de Halloween, considerada una burla por los oyentes. Lo cierto es que la histeria colectiva demostró el poder de los medios de comunicación de masas y, por otra parte, este episodio catapultó a la cima la carrera de Welles.
En Francia, la revista Science et vie publicó un artículo sobre un hipotético Triángulo de Bouches-du-Rhone (un departamento del país galo) comparándolo con el famoso Triángulo de las Bermudas. Se afirmaba que tal zona fue localizada en las proximidades de Marsella, mencionándose varias catástrofes ocurridas allí. No sólo mucha gente lo creyó al más puro estilo La guerra de los mundos de Orson Welles, sino que además la revista recibió muchas cartas que lo confirmaban. Un lector llegó a decir que su auto había sufrido un desperfecto al entrar en esa área.
El 27 de noviembre de 1809, a las cinco en punto de la mañana, un deshollinador llegó para limpiar las chimeneas del 54 de la calle Berners, hogar de la señorita Tottenham. La sirvienta que abrió la puerta le informó de que no se había requerido a deshollinador alguno y el hombre, decepcionado, se fue por donde había llegado. Unos momentos después otro deshollinador se presentaba en la puerta, luego otro, y otro, y así hasta un total de doce. Tras haber sido despachado el último de ellos, una flota de carros transportando grandes cantidades de carbón empezó a llegar, seguida de una serie de pasteleros portando tartas de boda, seguidos de doctores, abogados, vicarios y sacerdotes convocados para dar la extremaunción a alguien que se estaba muriendo. Pescaderos, zapateros y una docena de pianos fueron lo siguiente en aparecer, junto con seis fornidos hombres transportando un órgano. Dignatarios, incluyendo el gobernador del Banco de Inglaterra, el duque de York, el arzobispo de Canterbury y el lord mayor de Londres también se presentaron. Las estrechas calles del contorno pronto se quedaron congestionadas con descontentos comerciantes y curiosos. Entregas y visitas continuaron hasta entrada la noche, llevando a una gran parte de Londres a su paralización. Luego se supo que el conocido bromista Theodore Hook (1788-1841) había apostado con su amigo Samuel Beazley que podía transformar cualquier casa de Londres en aquella de la que más se hablase durante una semana. Para conseguir su objetivo, había enviado cuatro mil cartas haciéndose pasar por la señorita Tottenham, requiriendo entregas, visitantes y ayudas. Hook se había situado en la casa de enfrente al 54 de la calle Berners y él y su amigo habían pasado un día entretenido viendo cómo crecía el caos.
El científico Thomas Kyle (1856-1915) publicó en cierta ocasión un artículo hablando de una nueva clase de átomo, el «administratum», cuyo núcleo tiene muchos neutrones pero sólo uno de ellos trabajaba en serio. Los demás eran ocho asesores, treinta y cinco viceneutrones y doscientos cincuenta y seis asistentes de viceneutrones. Kyle, que presuntamente descubrió también unas partículas elementales llamadas «ñoquis», rechazó en 1991 el premio Ig-Nobel de Física.
El escritor estadounidense Ken Kesey (1935-2001) alcanzó notoriedad con su primera novela, Alguien voló sobre el nido del cuco, basada en buena medida en sus vivencias como voluntario (como «cobaya humana») en los experimentos con drogas psicotrópicas del Gobierno estadounidense en Menlo Park a finales de los años cincuenta. Kesey conoció así el LSD, sustancia psicoactiva que transformó profundamente su percepción de la realidad social y personal. A partir de 1964, él y un grupo de amigos, conocidos como The Merry Pranksters (‘Los Alegres Bromistas’), fueron pioneros en la experimentación lúdica y espiritual con LSD y marihuana. A bordo de un autobús pintado con colores fluorescentes que llamaron Further (‘Más Allá’), los Bromistas recorrieron Estados Unidos y fueron estableciendo gradualmente muchos de los elementos retóricos y visuales que después popularizó (y, a juicio de Kesey, trivializó) el movimiento hippie. En esta tarea contaron con la colaboración del grupo musical Grateful Dead, que acompañaba con sus improvisaciones de música psicodélica las sesiones abiertas de consumo de LSD organizadas por Kesey. Durante algún tiempo, Kesey y Timothy Leary representaron dos enfoques complementarios de la naciente Contracultura: irreverente e imprevisible el de Kesey, ritualizado y mesiánico el de Leary. Kesey, autodidacta, prefería inspirarse en la cultura pop norteamericana. A finales de la década, la persecución policial y el tedio por la repetición de las mismas fórmulas expresivas, que comenzaban a anquilosarse, llevaron a Kesey a dar por superada la experimentación con drogas.
El hufu (acrónimo de «human tofu») era un producto alimenticio falso. Supuestamente estaba compuesto por un tipo de soja diseñada para parecerse a la carne humana tanto en el sabor como en la textura. La página web en la que se comercializaba (eathufu.com) estuvo operativa desde mayo de 2005 hasta junio de 2006. Los creadores afirmaron que Milla Jovovich acuñó el término después de oír hablar del desarrollo del producto en un viaje en el tren Eurostar, que une Londres y París. Aunque desde el comienzo los creadores del hufu plantearon el producto como una broma de mal gusto, muchísima gente estuvo interesada en adquirirlo. Fue promocionado como «la alternativa saludable a la carne humana» para «caníbales que quieren dejar el hábito», aunque originariamente fue inventado para que los estudiantes de Antropología probaran la experiencia del canibalismo. Mark Nuckols (fundador y CEO de Hufu, LLC), entonces estudiante en la Tuck School of Business, afirmó que el concepto de hufu se le ocurrió cuando estaba comiendo un sándwich de tofurkey (sucedáneo de pavo hecho con tofu) mientras leía Good To Eat: Riddles of Food and Culture, un libro sobre el canibalismo escrito por el antropólogo Marvin Harris. La página oficial de hufu fue cerrada en agosto de 2006, cuando aparecieron multitud de quejas en organismos de defensa del consumidor y denuncias por estafa (muchos habían pagado, pero nadie había recibido el producto). El misterio que rodea al asunto hace pensar en que todo fue una nueva forma de activismo artístico o una broma de mal gusto que llegó demasiado lejos.
El médico y químico holandés Hermann Boerhaave (1668-1738) fue una de las figuras más notables de la medicina europea, conocido por sus Elementa Chemiae y por ocupar diversas cátedras en la Universidad de Leiden. Al morir legó un libro sellado, con el título Los secretos más exclusivos y más profundos del Arte Médico. El libro, aún sellado, fue vendido en pública subasta por el precio de veinte mil dólares en oro. Pues bien, cuentan que cuando el nuevo propietario rompió el sello y abrió sus páginas, se encontró con un libro totalmente en blanco, salvo la página del título en la que se podía leer una nota al pie manuscrita por el autor que decía: «Conserve la cabeza fresca, los pies calientes y hará empobrecer al mejor médico del mundo».
Este cuadro se tituló Cosecha de tomate por cardenales apopléticos a orillas del mar Rojo y fue pintado en 1884 por Alphonse Allais (1854-1905), miembro del grupo Los Incoherentes, un efímero pero muy popular movimiento de arte francés de finales del siglo XIX, que se caracterizó por su desafío a la tradición artística académica en forma de incoherencias, irreverencias, irracionalidades, sátiras, parodias, estridencias y, sobre todo, sentido del humor. En 1883, los parisinos descubren la primera exposición colectiva de Los Incoherentes, que llevaba por título «Una exposición de dibujos por gente que no sabe dibujar», título que casi lo dice todo. Al hilo de esta, también destacaron otras obras de Allais como una marcha fúnebre sin una sola nota musical titulada Marcha fúnebre compuesta para el funeral de un hombre sordo, publicada en 1897 dentro de la colección de imágenes denominada Album Primo-Avrilesque, en que se recopilaban también otras pinturas monocromáticas, como la de Paul Bilhaud Pelea de negros en un sótano por la noche, o también un cuadro totalmente en blanco del propio Allais titulado Primera comunión de jovencitas anémicas en la nieve (1883). En 1893, el artista Sapeck (Eugéne Bataille), que se hizo famoso por pasear por París con la cabeza pintada de azul, contribuyó con Mona Lisa fumando en pipa.
El monóxido de dihidrógeno (modh o dhmo) es un oscuro nombre dado al agua, que se ha empleado en bromas y bulos de internet, en ocasiones como medio para mostrar la ignorancia en materias científicas o para criticar el excesivo alarmismo de ciertas campañas a favor de la seguridad o el medio ambiente. El bulo consiste en el listado estrictamente negativo de los efectos del agua, como la erosión o la muerte por ahogo, atribuidos al «monóxido de dihidrógeno», y la consiguiente petición a los individuos para que ayuden a controlar esa peligrosa sustancia. Este bulo fue creado, aparentemente, por Eric Lechner, Lars Norpchen y Matthew Kaufman (compañeros en la Universidad de California en Santa Cruz), en 1989, luego revisado por Craig Jackson en 1994, y llamó mucho la atención pública en 1997, cuando Nathan Zohner, un estudiante de catorce años, reunió peticiones para prohibirlo, como un proyecto de una «feria de ciencias», que tituló How gullible are we? (‘¿Cuán crédulos somos?’).
El periódico británico The Guardian publicó un suplemento especial de siete páginas dedicado a San Serriffe, una pequeña república conformada por varias islas que curiosamente tenían la forma de «punto y coma». Una serie de artículos describían cariñosamente la geografía y cultura de esta nación. Sus dos islas principales fueron denominadas Upper Caisse (letra mayúscula) y Lower Caisse (letra minúscula), su capital era Bodoni y su líder, el general Pica. Los teléfonos de The Guardian recibieron todo el día las llamadas de lectores para pedir más información de cómo visitar estas paradisíacas islas. Sólo unos pocos se dieron cuenta de que todo sobre la isla recibía el nombre de terminología usada en la imprenta. El éxito de este engaño es muy famoso y fue repetidamente mencionado en los tabloides británicos en décadas posteriores.
El pintor surrealista español Salvador Dalí (1904-1989) llevó una tarde de 1965 con él a su cachorro de ocelote a un lujoso restaurante de Nueva York y lo ató a la pata de la mesa, mientras pedía un café. Una dama de mediana edad pasó al lado y miró aterrorizada al animal. «¿Qué es eso?», gritó. «Sólo es un gato —dijo Dalí sarcástico—. Lo he pintado al estilo op-art». La mujer, algo avergonzada por su reacción inicial, le echó una ojeada de cerca y, ya tranquila, dijo: «Ahora veo qué es. Al principio pensé que era un ocelote auténtico».
El premio Stella es un galardón que se otorga anualmente en Estados Unidos para poner en evidencia el sistema legal de este país. Su nombre recuerda a Stella Liebeck, quien, en 1992, a la edad de setenta y nueve años, sufrió un accidente en un McDonalds al caérsele encima un café. El accidente le produjo diversas quemaduras de consideración por las que fue indemnizada con 2,9 millones de dólares (unos quinientos ochenta millones de pesetas). Desde ese día, en las tazas de café se advierte de que el contenido está muy caliente y es peligroso. También desde entonces se otorga un premio de carácter anual a tales casos, difíciles de entender pero reales como la vida misma. Entre otros se han premiado los siguientes.
En diciembre de 1997, Kara Walton, de Claymont, Delaware, denunció con éxito al propietario de un pub nocturno de la ciudad cuando se cayó desde la ventana del baño y se rompió los dientes contra el suelo. Esto ocurrió mientras la señorita Walton intentaba marcharse del local por la ventana del baño de mujeres para no pagar la cuenta de 3,5 dólares. El propietario tuvo que pagarle doce mil dólares y los gastos dentales.
Cuatro meses después, en abril de 1998, una corte de apelación de California apoyó la decisión de indemnizar con ochenta mil dólares a una persona previamente amputada de la pierna derecha por parte del restaurante El Torito, de Burlingame, porque el cliente no tenía acceso al baño del restaurante, ubicado en la planta alta del edificio y se le negó entrada al baño reservado a los empleados. El propietario del restaurante afirmó que no podía permitir que los clientes usaran el baño de los empleados porque podrían robar comida.
En junio de aquel mismo año, el vecino de Los Ángeles Carl Truman, de diecinueve años, fue indemnizado con setenta y cuatro mil dólares y los gastos médicos cuando su vecino pasó por encima de su mano con el coche, un Honda Accord. Todo sería razonable y justo si no fuera porque en ese momento Carl le estaba robando el tapacubos a su vecino.
En octubre de ese mismo 1998, Terrence Dickson, de Bristol, Pensilvania, estaba abandonando una casa justo después de acabar de robarla y decidió salir por el garaje. Pero no fue capaz de salir por la puerta del garaje porque estaba rota y, al intentar volver a la casa, se dio cuenta de que la puerta que conectaba ambas estancias era de un único sentido y no podía volver a la casa. La familia estaba de vacaciones y el señor Dickson se encontró encerrado en el garaje durante ocho días. Sobrevivió a base de Pepsis y de un enorme saco de comida para perros que encontró. Denunció al dueño de la casa por los daños morales sufridos por aquel incidente y el jurado accedió a fijar la indemnización del propietario al ladrón en quinientos mil dólares.
En abril de 1999, el topógrafo William Parker, de cincuenta y un años, presentó una demanda ante el tribunal del condado de Kingston, al sudeste de Londres, por cerca de treinta mil dólares como compensación por el dinero que gastó en Helen Holdsworth entre los años 1993 y 1996, cuando eran amantes y tuvieron un hijo. Incluidos en la lista de Parker estaban artículos como un candado para la puerta del baño de Holdsworth, que le costó cerca de tres dólares, siete por un filtro para aceite y trece por aceite para motor.
Seis meses después, en octubre, Jerry Williams, de Little Rock, en Arkansas, percibió catorce mil quinientos dólares más los gastos médicos tras ser mordido en el trasero por el perro de su vecino que estaba encerrado en una jaula dentro del jardín de su propietario. La indemnización fue menor de la que había pedido al tenerse en cuenta el atenuante de que el señor Williams estuviera disparándole al perro con una pistola de bolas desde justo encima de la jaula.
En enero de 2000, Kathleen Robertson de Austin (Texas) fue indemnizada con setecientos ochenta mil dólares tras romperse un tobillo al tropezar y caer por culpa de un niño que corría por una tienda de cocinas. Lo ridículo no es sólo que fueran los dueños de la tienda quienes pagaran dicha indemnización, sino que, además, el niño en cuestión era el hijo de la señora Robertson.
En mayo, un restaurante de Filadelfia tuvo que pagar a Amber Carson, de Lancaster, Pensilvania, ciento trece mil quinientos dólares después de que resbalara en el suelo mojado de refresco y se rompiera el cóccix. Dicho líquido se encontraba en el suelo porque ella se lo había lanzado a su novio media hora antes durante una pelea.
En noviembre, Merv Grazinski, de Oklahoma City, se compró una caravana marca Winnebago de las grandes (de las que son a la vez coche y caravana). En su primer viaje, viajando por una autovía, seleccionó una velocidad de crucero de 113 km/h y se fue a la parte de atrás a prepararse un café. No sorprende el hecho de que el camión-caravana se saliera de la carretera y colisionara. Pero, contrariado, el señor Grazinski denunció a Winnebago por no advertirle en el manual de uso de que efectivamente él no podía hacer eso. Por ello, fue recompensado con un millón setecientos cincuenta mil dólares, además de una caravana nueva. Actualmente, Winnebago advierte de tal circunstancia en sus manuales, por si algún otro imbécil comprara uno de sus vehículos.
En 2004, Frank D’Alessandro, funcionario judicial de Nueva York, demandó a la ciudad por las heridas que sufrió tras estallar el váter en el que estaba sentado.
Mientras tanto, en Wisconsin, en la localidad de Fond du Lac, Timothy Dumouchel demandó a una compañía televisiva por haber hecho engordar a su esposa y transformar a sus hijos en «vagos zapeadores». «Creo que la razón por la que fumo y bebo todos los días y por la que mi mujer sufre sobrepeso es porque vemos la televisión a diario desde hace cuatro años», añadió Dumouchel.
En 2005, Marina Bai, astróloga rusa, demandó a la NASA por «interrumpir el equilibro del universo». Reclamó que la sonda espacial Deep Impact, que debía impactar con un cometa a finales de ese año para recoger el material que resultara de la explosión con fines científicos, era un «acto terrorista».
Por su parte, Pavel M., un preso rumano condenado a veinte años por asesinato, demandó a Dios basándose en que, en su bautizo, firmó un contrato en el cual este se comprometía a mantenerle alejado de los problemas. Ese mismo año, un senador estadounidense también demandó a Dios pero él por causar «catástrofes» en el mundo.
Una mujer brasileña demandó a su compañero sentimental porque no conseguía que ella llegara al orgasmo. La mujer, de 31 años, aseguró que su pareja, de 38, terminaba habitualmente las relaciones sexuales sin que ella lo hubiera logrado.
En 2006, un joven de Jiaxing, región cercana a Shanghái, tuvo problemas con la ley del país asiático tras poner su alma a la venta en internet.
Al año siguiente, en 2007, un padre de Zhengzhou (China), no pudo llamar a su hijo «@» porque, según las leyes chinas, todos los nombres deben poder ser traducidos al mandarín.
Mientras tanto un tribunal de la India tuvo que decidir si un condón vibrador es un anticonceptivo o un juguete sexual para juzgar sobre la demanda presentada por unos denunciantes que alegaron que los juguetes sexuales son ilegales en la India. Los condones contenían un dispositivo a pilas.
En otros momentos distintos se premió también a Allen Ray Heckard, quien demandó a Michael Jordan por trescientos sesenta y cuatro millones de dólares en concepto de compensación por los daños emocionales que, según él, le causaba su parecido físico con el astro del baloncesto, pese al hecho de ser diez años mayor y veinte centímetros más bajo.
Christopher Roller demandó a los magos David Copperfield y David Blaine, solicitándoles un 10% de sus ingresos, porque, según él, los trucos de ambos sólo pueden realizarse con poderes divinos y, teniendo en cuenta que él es Dios y nadie le pidió permiso para emplear sus poderes, se hacía justa una compensación.
Paul Shimkonis demandó a un club de topless de Tampa, Florida, tras sufrir una lesión de cuello debido a los golpes que le dio con sus gigantescos pechos una de las bailarinas del local conocida como Tawny Peaks (‘Picos Morenos’). El joven, que celebraba su despedida de soltero, alegó que sufría una incapacidad física, además de angustia mental y pérdida de la capacidad de gozar de la vida.
El juez Roy L. Pearson decidió demandar a su tintorería por la pérdida de un par de pantalones. Sin embargo, se excedió un tanto en su petición aduciendo daños psicológicos y demás palabrería habitual de los juicios oportunistas estadounidenses y reclamó sesenta y cinco millones de dólares como compensación.
Una mujer obtuvo cincuenta mil dólares de un centro comercial porque al salir de él tropezó con una ardilla y, según el jurado, no existían señalizaciones suficientes en la zona sobre el peligro de esas alimañas.
En febrero de 2009, el conocido perfomancer alemán Johan Lorbeer actuó en la madrileña estación ferroviaria de Atocha, de gran tránsito de personas, en aparente levitación ante los curiosos ojos del público que le observaba. A esto el autor le llama La vida inmóvil.
El sábado 16 de enero de 1926 fue un día especialmente frío y gran parte del Reino Unido amaneció con una gran capa de nieve. En muchos lugares del país, ese día casi nadie pudo salir de sus casas, por lo que el receptor de radio era un buen compañero para pasar el rato escuchando música, entretenimiento y noticias. Era media tarde y la BBC retransmitía desde Oxford una conferencia académica sobre literatura del siglo XVIII. A las 19:40 horas, una voz con tono serio interrumpía la emisión para dar la noticia de que un grupo numeroso de desempleados se habían reunido en Trafalgar Square mientras se manifestaban y jaleaban consignas revolucionarias. Minutos después, la misma voz volvió a hablar a los oyentes para comunicarles una serie de hechos que estaban ocurriendo por toda la ciudad. Sobre unos efectos de sonido, la BBC informó de que el ministro de Transporte había sido colgado de un poste de la luz, el hotel Savoy destruido por un incendio provocado y el Big Ben volado con mortero. La Revolución rusa, de apenas hacía nueve años, aún estaba muy presente en la mente de muchos de los oyentes y el pánico cundió. La retransmisión duró sólo doce minutos; tiempo suficiente para hacer que la centralita de la BBC se colapsara. La emisora dio por acabada dicha retransmisión y emitió, a lo largo de toda esa noche, comunicados en los que afirmaba que se había tratado de una sátira humorística escrita y presentada por el padre Ronald Knox, sacerdote católico y escritor de novelas policíacas. El programa llevaba por título «Broadcasting The Barricades». A pesar de los continuos avisos de que se trataba de una broma, muchas personas no supieron la verdad hasta el lunes siguiente, ya que debido a las fuertes nevadas no habían podido salir de sus casas y comprar el diario del día siguiente donde se explicaba la verdad de toda la historia. Como hecho curioso, cabe destacar que esta retransmisión se efectuó doce años antes que la realizada el 30 de octubre de 1938 por Orson Welles y su famosísima La guerra de los mundos.
En la foto se puede contemplar a la reina Nefertiti, esposa de Akenatón, el faraón hereje, en un busto datado hacia el año 1355 a. C.). Pues bien, el historiador suizo Henri Stierlin, especialista en arte egipcio, sostiene que el egiptólogo alemán Ludwig Borchardt (1863-1938), su descubridor, mandó realizar este busto en 1912 con pigmentos originales para que sirvieran de sostén a uno de los collares de la reina. Alega que, además de carecer de un ojo («un insulto para los antiguos egipcios, para quienes las estatuas eran las personas retratadas»), los hombros están cortados verticalmente y no horizontalmente, como hacían los egipcios. Como es de suponer, el Altes Museum de Berlín no ha tardado en salir a desmentir esta noticia y a calificarla de absurda.
En 1726, el profesor de ciencias de la facultad de medicina de la universidad de Wurzburgo, Johann Bartholomew Beringer (1667-1738), dio a conocer una teoría según la cual los fósiles demostraban irrefutablemente la existencia de Dios. En su opinión, los fósiles no eran más que piedras talladas por Dios cuando experimentaba con los tipos de vida que pensaba crear. Movido por esta teoría visionaria, comenzó a coleccionar más y más fósiles, a cada cual más sospechosamente extraño (incluidas ranas apareándose, arañas atrapando moscas, insectos inverosímiles, lunas y estrellas…). Poco después, se pudo comprobar que esa fabulosa colección de fósiles no era tal, sino más bien una colección de falsedades creadas por dos de sus ayudantes (sin su conocimiento), que enterraban estratégicamente, acompañándolas incluso de placas escritas en hebreo, latín y árabe. Beringer llegó a publicar el libro Lithographia Wirceburgensis en 1726 en el que presentaba con todo detalle sus descubrimientos y sus teorías. Pero un día encontró un nuevo fósil con una placa en que estaba inscrito su propio nombre y aquello, obviamente, le abrió los ojos. A partir de entonces, el visionario, desilusionado y engañado profesor dedicó su vida a comprar y quemar cuantos ejemplares de su obra pudo encontrar. Sin embargo, le fue imposible destruir todos, pues la noticia de la broma le había convertido en un gran éxito de ventas.
En 1962 sólo existía un canal de televisión en Suecia, que emitía en blanco y negro. Un técnico experto de la estación de televisión, Kjell Stensson, apareció en la prensa para informar de que, gracias a una nueva tecnología, los espectadores podían convertir sus televisores blanco y negro a color, todo lo que tenían que hacer era colocar una media de nailon en la pantalla de su televisor. Miles de personas cayeron en la broma. Las emisiones regulares de la televisión a color se iniciaron en Suecia el 1 de abril de 1970.
En 1992 el programa «Talk of the Nation» de la National Public Radio’s anunció que Richard Nixon, sorprendentemente, acababa de ser elegido candidato a la presidencia de nuevo. El nuevo lema de su campaña era «yo no hice nada malo y no lo haré otra vez». Acompañando a este anuncio se podía escuchar un spot de audio en el que Nixon anunciaba su candidatura. Los oyentes inundaron el programa con llamadas de protesta e indignación. Sólo durante la segunda mitad del show, el locutor John Hockenberry, reveló que el anuncio era una broma. La voz de Nixon fue personificada por el comediante Rich Little.
En 1994 se emitió un falso comunicado según el cual la empresa Microsoft y El Vaticano anunciaban que el gigante del software de Redmond adquiría la Iglesia católica romana a cambio de un número no determinado de acciones de Microsoft. Con la adquisición, el papa Juan Pablo II se hubiese convertido en el vicepresidente principal de la sección de nuevo software religioso de la compañía combinada. Una broma que hizo poca gracia a muchos religiosos.
En 1996, la corporación Taco Bell anuncio que había comprado la Campana de la Libertad para «reducir la deuda nacional», y que le cambiaría el nombre por «la campana del taco de la libertad». Cientos de ciudadanos indignados llamaron al Parque Histórico Nacional de Filadelfia, donde se conserva la campana, para expresar su ira. Los ánimos se calmaron cuando Taco Bell reveló horas después que todo era una broma. Se le preguntó al secretario de prensa Mike McCurry acerca de la venta, y este, cavilando deprisa, respondió que el monumento a Lincoln también había sido vendido. Ahora se le conocía como el Ford Mercury Lincoln Memorial.
En abril de 1998, el boletín informativo New Mexicans for Science and Reason contenía un artículo que afirmaba que la legislatura del estado de Alabama voto a favor de cambiar el valor de la constante matemática pi de 3,1416 por el de referencia en la Biblia: 3,0. Rápidamente, el artículo se esparció por internet y luego se extendió por todo el mundo vía e-mail. Sólo se puso de manifiesto hasta qué punto se había extendido el artículo cuando la legislatura de Alabama comenzó a recibir cientos de llamadas de personas que protestaban por la legislación. El artículo original, que fue concebido como una parodia de los intentos legislativos de circunscribir la enseñanza de la evolución, fue escrito por el físico Mark Boslough.
Esta foto de un gato gigante se hizo famosa en internet en el año 2000, algunas veces acompañada por una historia que aseguraba que la mamá de este minino había crecido cerca de un laboratorio nuclear canadiense. Hasta el año siguiente, el hombre de la foto no salió a admitir que él había editado la imagen en su ordenador. Cordell Hauglie le había enviado la imagen a sus amigos como una broma y nunca pensó que fuera a circular tan ampliamente. El gato sí existía y pertenecía a su hija, pero sólo pesaba diez kilos.
En el conocido como «Escándalo SCIgen», tres estudiantes del Instituto Tecnológico de Massachusetts diseñaron un programa de ordenador denominado SCIgen que generaba imposturas seudocientíficas, mediante frases aleatorias que aparentaban tener sentido. El artículo era «un completo batiburrillo de estupideces que pasó directamente el supuesto filtro del comité de selección». Uno de los artículos generados completamente al azar por SCIgen consiguió que invitaran a los autores a dar una conferencia sobre su investigación en el congreso internacional de Computación WMSCI.
Eugene Izzi (1953-1996), escritor de novelas policíacas, planteó su suicidio como un enigma para la policía, que casi parece sacado de uno de sus libros: En la madrugada del 7 de diciembre de 1996, se colgó de la ventana de un piso 14 de un edificio céntrico de Chicago. A la mañana siguiente, la policía acudió y, confusa, encontró que el cadáver de Izzi lleva puesto un chaleco antibalas. En los bolsillos de la chaqueta del ahorcado encuentran puños americanos, un espray antivioladores y varios disquetes con parte de su obra. Cuando entraron en su casa, descubrieron varias pistolas cargadas, así como otras pistas falsas.
Henry Louis Mencken (1880-1956) era uno de los más prestigiosos ensayistas, periodistas y escritores satíricos estadounidenses a comienzos del siglo XX. Sus conocimientos se difundían por todo el país como dogma y casi nadie refutaba sus dictados. Hasta que un día se cansó. En 1917 publicó un artículo llamado «Un aniversario olvidado» dedicado a conmemorar la introducción de la bañera en Norteamérica, pues se cumplían setenta y cinco años de su nacimiento, y felicitar al teórico comerciante de Cincinati que la inventó por su poder para lograr que la gente se lavara más. A ello añadía una continua serie de mentiras evidentes sobre prohibiciones del baño en Inglaterra, impuestos por bañera, etc., pero algunas personas tomaron el artículo como real y posteriormente incluso se publicó de manera seria en varios periódicos de diversos países. Aquella publicación fue una obra maestra. Del engaño, claro. Nada de lo allí publicado se basaba en hechos reales. Todo era mentira. Según el propio Mencken, el objetivo de su obra fue «demostrar que los estadounidenses son imbéciles crédulos». Lo logró. Hoy en día algunas de sus afirmaciones sobre las bañeras se toman como ciertas por la población americana. El autor del artículo afirmó en muchas ocasiones que todo era inventado, publicó artículos corroborándolo hasta en treinta periódicos diferentes, escribió un libro…, pero en 1935 el New York Times volvió a tomar por históricas aquellas mentiras y en 1976 se hizo otra vez, pero ahora no sólo en la prensa sino también en el resto de medios de comunicación. Aún hoy, casi cien años después, se puede volver a oír la historia del tortuoso nacimiento de la bañera.
La desaparición del gen rubio fue una exageración que alcanzó un gran éxito en 2002. Según ella, la OMS o cualquier otra instancia científica de aparente solvencia había publicado un informe en el que se afirmaba que el pelo rubio se extinguiría en menos de dos siglos. Agencias de noticias respetables como Canadian Press o BBC News se hicieron eco de la alarmista noticia. Por ejemplo, en BBC News se informó de que científicos alemanes no especificados aseguraban que la distribución natural del pelo rubio cesaría en el plazo de doscientos años debido a que los genes asociados con él eran recesivos y sólo un selecto grupo de gente de Finlandia, país con mayor proporción de rubios naturales del mundo, conservaría el cabello rubio natural. El artículo, además, indicaba que había un escaso número de personas que portaran el gen recesivo, especialmente en zonas de gran mezcla genética como Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda, Brasil, Argentina y Australia. Los genes dominantes (cabellos castaño y negro, y ojos marrones) «derrotan» a los recesivos. En octubre de 2002, The New York Times informó de que la Organización Mundial de la Salud no tenía conocimiento acerca de este estudio y que era un engaño o una broma. Aun causando algún revuelo, y algunas protestas airadas feministas, el eco de la noticia fue muriendo de forma natural, aunque reaparecería en 2006 en The Sunday Times y La Repubblica, donde se leyó: «De acuerdo con la OMS, la última rubia probablemente nacerá en Finlandia en 2202». En 2007, el diario argentino Clarín volvió a publicar una nota sobre el tema, y lo mismo hizo la edición online del diario La Tercera de Chile. En cualquier caso, la hipótesis está basada en una exageración del concepto de «gen recesivo». A menos que el gen se asocie a una desventaja en la supervivencia o en la reproducción, continuará pasando a las futuras generaciones. La realidad es que las mezclas raciales pueden conducir a una proporción más reducida de individuos en los cuales se expresa el rasgo rubio (es decir, de quienes heredan el gen de ambos padres), esto en sí mismo no reduce el predominio del gen ni hará «desaparecer» totalmente a los individuos de pelo rubio, aunque es cierto que nacerán cada vez menos y probablemente los rubios del futuro sean muy marginales estadísticamente, como lo son hoy los pelirrojos.
La Teoría Matemática de la Caza Mayor, propuesta por Henry Pétard, intenta explicar de una manera fácil, comprensible y sin entrar en muchos detalles, y sobre todo con bastante humor, los métodos de investigación de las matemáticas, la física teórica y la física experimental actuales, aplicándolos a la caza de un león que deambula somnoliento por el desierto del Sahara. Entre los métodos matemáticos encontramos el método axiomático o de Hilbert, según el cual colocamos una jaula en el Sahara y dentro de ella encerramos dos axiomas: 1) la clase de los leones del Sahara es no-vacía, y 2) si hay un león en el Sahara, hay un león en la jaula. Mediante ciertas reglas de inferencia, de estos axiomas se puede concluir el siguiente teorema: hay un león en la jaula, con lo cual lo habremos cazado. También es posible el método de la geometría de inversión: suponemos que la jaula es esférica, nos introducimos en ella y cerramos la puerta. Procedemos a la inversión, con lo cual el león entra en la jaula y nosotros salimos de ella. Así, conseguimos cazar al león, mientras nosotros acabamos fuera de la jaula. En el método proyectivo, por su parte, suponemos que el desierto es un plano, proyectamos este plano en una recta, y luego esta recta en un punto. Necesariamente el león habrá de estar en ese punto. El león queda encerrado en ese punto. Cazado. Si elegimos el método de Bolzano Weierstrass, dividimos el Sahara en dos y ponemos una barrera bien sólida. Suponemos que el león ha de estar en una de ambas mitades, la cual volvemos a dividir en otros dos sectores mediante una barrera, y así sucesivamente. El diámetro de estos nuevos recintos se hace cada vez más pequeño y al llegar a un espacio cuyo diámetro es arbitrariamente pequeño, el león queda finalmente aprisionado.
Esta extraordinaria imagen fue enviada a bandejas de entrada de todo el mundo días después del tsunami de 2004, junto a un titulo que aseguraba que había sido tomada momentos antes de que una gran ola inundara la isla tailandesa de Phuket. La imagen es un fraude debido a que la ciudad fotografiada es, en realidad, la chilena Antofagasta, y la ola ha sido agregada digitalmente. Además, el tsunami asiático no produjo esta clase de olas tan altas (aunque sí muy enérgicas).
Si fuera la física teórica la que se enfrentara al problema, podría recurrir al método de Schröedinger: en un momento dado existe una probabilidad positiva de que el león se halle en la jaula. Siéntese y espere. O bien al método relativista: desparrámese por el desierto suficiente cebo formado por materia interestelar. Una vez distribuido, proyéctese un haz de luz, y obsérvese cómo este se curvará, rodeando al león. Aprovechemos su desconcierto para cazarlo ipso facto.
Por último, los métodos de la física experimental incluyen el método termodinámico: se construye una membrana semiimpermeable, permeable a todo menos a los leones. No habrá más que barrer con ella todo el desierto. En el método de desintegración: se radia el desierto con neutrones. Cuando el león adquiera radiactividad y comience a desintegrarse, ya no será capaz de defenderse y podremos cazarlo. Similar es el método de dar de comer espinacas a los herbívoros del Sahara (vegetal que, como se dice, contiene mucho hierro), pero magnetizándolas previamente. El león se comerá a los herbívoros y quedará magnetizado, con lo cual bastará atraerlo hacia la jaula mediante un gigantesco imán.
Todo comenzó cuando cierta vez un matemático, el doctor Bourbaki, fue invitado a pronunciar una conferencia en la École Normale Supérieure de París. El hombre venía precedido de impresionantes antecedentes como matemático: miembro notable de la Academia Real de Poldava y autor de muchísimas obras de la especialidad, muchas de ellas publicadas por el Institut Mathématique de l’Université de Nancago, donde además era uno de sus más brillantes profesores. Ese día disertó ante importantes funcionarios y, aunque nadie pudo entender nada, todos le expresaron su admiración, felicitándolo efusivamente. Desde entonces, desapareció y nunca más se lo volvió a ver en público. En realidad, este doctor Bourbaki jamás existió. Fue el invento de un grupo de científicos de comienzos del siglo XX con cierto sentido del humor que contrataron a un actor para que improvisara una disertación totalmente falsa y plagada de ideas sin sentido y de fórmulas descabelladas. Quienes le escuchaban tampoco se animaron a hacer preguntas, quizá por miedo a mostrar su ignorancia.
Esta composición fue realizada por el fotógrafo de National Geographic Ralph A. Clevenger, que tras fotografiar un iceberg cerca de una plataforma petrolera decidió «poner las cosas en perspectiva» y crear una imagen que permitiera observar las colosales dimensiones de un iceberg en toda su magnitud.
Los autores de la farsa fueron un grupo de auténticos matemáticos franceses, de los más brillantes del siglo, que, en realidad, habían publicado alrededor de 1939 una monumental obra de su especialidad empleada asiduamente en todo el mundo (los Elementos de Matemática), bajo el seudónimo colectivo de Nicolás Bourbaki. Hasta 2006, el colectivo redactó los volúmenes dedicados a «Teoría de conjuntos», «Álgebra», «Topología general», «Funciones de una variable real», «Espacios vectoriales topológicos», «Integración», «Álgebra conmutativa», «Variedades diferenciables y analíticas», «Grupos y álgebras de Lie» y «Teorías espectrales». Su impacto en las matemáticas contemporáneas ha sido enorme, y desde los años cincuenta puede decirse que su exigencia de rigor ha sido universalmente aceptada en matemáticas, junto al estilo particular en que la expresan. Su éxito ha vuelto innecesaria la continuación de su obra, pues desde los años sesenta todos los textos se redactan ya siguiendo sus normas. Al elegir este apellido como seudónimo se inspiraron en un general que había intervenido en la guerra franco-prusiana de 1871, de nombre Charles Bourbaki, de quien se cuentan desopilantes anécdotas, como aquella que afirmaba que luego de fracasar en una batalla, intentó suicidarse con un balazo en la cabeza, pero erró el tiro.
La actriz polaca Helena Modjeska (1844-1909) era enormemente popular en su país gracias a la calidad interpretativa y al realismo con que actuaba. En cierta ocasión, se le pidió que dirigiese unas palabras a los comensales de un banquete oficial al que había sido invitada durante una breve estancia en un país europeo. La portentosa actriz se levantó y comenzó a hablar en polaco ante los sorprendidos comensales que nada sabían de esta lengua. Sin embargo, superado un primer momento de estupor, los oyentes se emocionaron ante la emotividad transmitida por el discurso de la actriz, que todos aplaudieron fervorosamente, aunque nadie llegó a comprender ni una sola palabra. Lo verdaderamente extraordinario del caso es que, según confesó después Helena Modjeska, no había hecho más que recitar una y otra vez, emocionadamente, eso sí, el alfabeto polaco.
Por supuesto, el currículum de aquel falso conferenciante fue también un fraude. La Academia Real de Poldava nunca existió, ni tampoco la Universidad de Nancago, palabra esta última derivada de Nancy y Chicago, dos de los lugares donde efectivamente trabajaron algunos de los auténticos matemáticos compinchados.
Los rumores sobre la aparición de una ninfa en el desértico paisaje australiano de la llanura de Nullarbor llegaron a los periódicos de la región de Eucla entre 1971 y 1972. El primer supuesto avistamiento fue realizado por cazadores de canguros, que «vieron» a una hermosa mujer semidesnuda que vivía junto a los canguros. Lo mejor del caso es que había «imágenes». Una fotografía granulada mostraba a una mujer con pieles de canguro correteando entre la fauna salvaje. La historia de esa extraña convivencia y las imágenes no tardaron en dar la vuelta al mundo. Los periodistas comenzaron a llegar a la ciudad de Eucla, por entonces con una población permanente de apenas ocho personas. En realidad, la ninfa del desierto fue una broma nacida en la mesa de un bar de Eucla, a impulsos de unas cervezas bien aprovechadas por unos cazadores. Además se mezcló un objetivo un tanto comercial: un cliente en deuda del hotel de Eucla propuso a su dueño saldar su factura consiguiendo «poner al hotel en el mapa del mundo». La historia y las fotos de una mujer rubia y de pelo largo semidesnuda viviendo entre canguros llegarían al periódico local en Navidad, temporada en que los medios de comunicación están más necesitados de noticias. La estrategia resultó exitosa y el Hotel Eucla se convirtió en el epicentro de una locura mediática: comenzaron a llegar periodistas de toda Australia, pero también de Estados Unidos y hasta un equipo de la BBC británica. Finalmente, un periodista conseguiría una confesión de uno de los artífices de la trampa. A pesar del fiasco, la figura de la ninfa consiguió sobrevivir como una leyenda del interior australiano. Incluso, ante el dispensario médico de Flinders, una estatua realizada en bronce inmortaliza la figura de una ninfa alta, esbelta y corriendo desnuda.
Keita Sato, presidente de Takara Co., junto al doctor Matsumi Suzuki, presidente de Japan Acoustic Lab., y al doctor Norio Kogure, director ejecutivo del Hospital Veterinario de Kogure, crearon lo que según ellos es el primer traductor humano-canino del mundo. El aparato tiene supuestamente la capacidad de captar los sonidos producidos por cualquier especie de perro y traducirlos al lenguaje humano en la pantalla del dispositivo. A pesar de que su efectividad es altamente cuestionable, las posibilidades que un invento así conlleva son fascinantes.
Alrededor de 1940, el estadounidense Marvin Hewitt (1922), que había abandonado sus estudios cuando contaba apenas diecisiete años, a fuerza de inventar sus propios currículos (en los que le gustaba incluir un doctorado en Filosofía, otro en Física e, incluso, que una vez fue «antiguo director de investigación de la RCA»), dictaría innumerables clases y conferencias en distintas universidades durante ocho años. Marvin Hewitt, sin embargo, cometió un gran error: solía tomar prestados nombres de auténticos científicos, con lo cual sus fraudes fueron finalmente desbaratados, terminando así su «brillante» carrera como profesor universitario.
En la década de los sesenta, apareció en Estados Unidos una revista de tono burlón destinada, según su director, a añadir algo de humor a la ciencia para quitarle su velo de seriedad y circunspección, que tan mal le iba. Se trataba del Worm Runner’s Digest (‘Revista del Amaestrador de Gusanos’) y fue fundado por el irreverente psicólogo James V. McConnell (1925-1990). En el curso de sus investigaciones, este se había interesado por el comportamiento sexual del platelminto, un gusano plano común, con la cabeza en un extremo y la cola en el otro. Su indagación lo llevó a concluir que es el animal más antifreudiano que existe: a) al ser hermafrodita, no experimenta la envidia del pene, pues tiene ambos sexos; y b) al poseer una misma abertura para comer y defecar, tiene confundidos sus estadios oral y anal.
Sin embargo, el interés original de McConnell no fueron los hábitos sexuales de este bicho, sino la posibilidad de amaestrarlo, lo que implicaba poder transmitirle cierta información para memorizar. Fue así que cierto día amaestró a un gusano y luego, presa de un ataque de sadismo, como él mismo reconoce, lo cortó en dos pedazos. A partir de la cabeza se formó un nuevo gusano y a partir de la cola otro igual, ambos enteros con cabeza y cola, y comprobó no sólo que cada nuevo gusano recordaba lo aprendido, sino además que las colas recordaban mejor que las cabezas. McConnell concluyó que, al menos para los gusanos, perder la cabeza «mejoraba», en realidad, la memoria. Otro experimento consistió en tomar un gusano y cortarle sólo la cabeza en dos mitades. Cada mitad regeneraba una cabeza entera, con lo cual se obtenía un gusano bicéfalo. Para sorpresa de McConnell, este gusano recordaba aún mucho mejor lo aprendido que cuando era normal, con lo cual obtuvo una segunda conclusión: para tener buena memoria, lo mejor es tener dos cabezas. Otra experiencia, finalmente, se realizó cortando un gusano amaestrado en trocitos muy pequeños y dándoselos de comer a otros gusanos no amaestrados, pero sí muy hambrientos, que pronto empezaron a «recordar» lo que habían aprendido. Basándose en ese experimento, se podría llegar a una nueva conclusión: si se quiere ser inteligente, es aconsejable comerse un muslito de Einstein.
La pareidolia (palabra derivada etimológicamente del griego eidolon, ‘figura’ o ‘imagen’, y del prefijo par ‘junto a’ o ‘adjunta’) es un fenómeno psicológico consistente en que un estímulo vago y aleatorio (habitualmente una imagen) es percibido erróneamente como una forma reconocible. Ejemplos comunes de pareidolia son la visión de animales o rostros en la forma de las nubes o en las cimas de algunos cerros pedregosos, la visión de rostros en la parte delantera o trasera de un vehículo (los faros representarían los ojos, la parrilla la boca y el parabrisas la frente o cabeza), las imágenes de rostros en electrodomésticos y otros aparatos, en edificios o en la naturaleza, la visión de personas o siluetas en el pavimento, la audición de mensajes reconocibles en grabaciones en idiomas desconocidos o reproducidas al revés, el avistamiento de ovnis, críptidos, fantasmas u otros fenómenos paranormales, el reconocimiento de figuras religiosas o simplemente humanoides en objetos astronómicos como la Luna o la Nebulosa del Águila, las imágenes religiosas vistas en objetos cotidianos (árboles, piedras, etc.)…
Bajo circunstancias ordinarias, la pareidolia da explicación psicológica a varias ilusiones basadas en la percepción sensorial. Por ejemplo, explica la gran mayoría de los avistamientos de ovnis o los mensajes siniestros en discos reproducidos en sentido inverso.
Obviamente, las investigaciones de McConnell tenían su lado serio. Lo que en última instancia buscaba era hallar el factor capaz de transferir la memoria, concluyendo finalmente que se trataba del ARN. Como en la vida, en la ciencia podemos ser responsables sin por ello perder el humor. Urgido por su jefe de departamento, que lo conminaba a publicar o morir sin que importara que la investigación fuera buena o mala, McConnell publicó finalmente sus conclusiones y, para su sorpresa, los únicos que se interesaron por su artículo no fueron sus ilustres colegas sino alumnos del colegio secundario, que lo atiborraron de cartas preguntándoles todo acerca del cuidado y amaestramiento de gusanos. Entre McConnell y sus ayudantes redactaron un manual para alumnos, que finalmente se convirtió en el primer número de la Revista del Amaestrador de Gusanos. En el momento en que McConnell rememoraba esta historia habían pasado ya diez años y la revista seguía saliendo con una distribución internacional (treinta y seis países) de miles de números, habiendo ya incorporado toda clase de artículos serios entremezclados con burlas, sátiras y anécdotas de todo tipo. No pocas veces, algún lector desprevenido se enfrascaba en la lectura de un trabajo y por la mitad descubría que era una sátira. Hubo que imprimir los textos fraudulentos en forma invertida para evitar la confusión entre ficción y realidad.
Esta increíble imagen trucada, muy famosa en internet, fue creada al unir dos fotografías diferentes: un helicóptero en una misión de entrenamiento en la bahía de San Francisco y un gran tiburón blanco saltando fuera del agua, cerca de la costa de Sudáfrica. El engaño fue creado en 2001 y se propagó por correo electrónico con un mensaje que aseguraba que la imagen mostraba a un equipo de la fuerza aérea inglesa siendo atacado por un tiburón.
McConnell fue una de las víctimas de Theodore Kaczynski, el matemático loco y antisistema que se dedicó a enviar bombas (dieciséis) a distintos objetivos y que fue conocido en los periódicos como el «Unabomber». El 15 de noviembre de 1985, McConnell recibió un paquete al que acompañaba la siguiente nota: «Me gustaría que leyese este libro. Cualquiera en su posición debería leerlo». El ayudante de McConnell, Nicklaus Suino, abrió el paquete, que resultó ser una bomba. A consecuencia de la detonación, McConnell sufrió una pérdida de audición permanente.
En 1935, el Museo de Arte Moderno de Nueva York dispuso una gran exposición de la obra de Vincent van Gogh (1853-1890). Dando por supuesto que no serían pocos los posibles visitantes más interesados en ciertos aspectos extraordinarios de la peripecia del pintor holandés que en sus propias pinturas, el artista estadounidense Hugh Troy preparó una broma que tendría gran éxito. Moldeó un buen trozo de carne de buey y lo colocó dentro de una caja forrada de seda con una etiqueta que decía: «Esta es la oreja que Vincent van Gogh se cortó y envió a su amante, una prostituta francesa, el 24 de diciembre de 1888». Troy lo coló de tapadillo en el museo el primer día de la exposición y lo colocó con discreción sobre una mesa. Hasta que las autoridades se dieron cuenta, la supuesta oreja atrajo casi toda la atención del público que visitaba la muestra.