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Mientras caía, todo pasó como una exhalación por su cabeza.

La primera vez que había visto a Stefan… ella era una persona diferente. Fría como el hielo exteriormente, maníaca por dentro… ¿o era al revés? Todavía aturdida por la muerte de sus padres, que había sucedido tanto tiempo atrás. Hastiada del mundo y de todo lo relacionado con chicos… Una princesa en una torre de hielo… con un ansia sólo de conquista, de poder… hasta que le había visto.

«Cree.»

Luego el mundo de los vampiros… y Damon. Y el perverso desenfreno que había encontrado dentro de sí misma, toda la pasión. Stefan era su eje, pero Damon era el hálito ardiente bajo sus alas. Por lejos que ella fuese, Damon parecía inducirla a ir un poco más allá. Y ella sabía que un día sería demasiado lejos… para ambos. Pero por el momento, todo lo que ella tenía que hacer era simple.

«Cree.»

Y Meredith, y Bonnie, y Matt. Había cambiado su relación con ellos, desde luego, sin la menor duda. Al principio, sin saber qué había hecho para merecer a amigos como aquellos tres, ni siquiera se había molestado en tratarlos como merecían. Sin embargo, todos habían permanecido a su lado. Y ahora ella sí que sabía cómo valorarlos; sabía que si llegaba el caso, moriría por ellos.

Abajo, los ojos de Bonnie habían seguido su descenso en picado. Los espectadores del mirador también la observaban, pero era en el rostro de Bonnie en el que tenía clavada la mirada. Bonnie sobresaltada y aterrorizada y sin poderlo creer y a punto de chillar y comprendiendo al mismo tiempo que los gritos no salvarían a Elena de zambullirse de cabeza a la muerte.

«Bonnie, cree en mí. Te salvaré.»

«Recuerdo cómo volar.»