Cristina de Suecia heredó el trono a los seis años, tras la muerte de su padre el gran Gustavo II Adolfo. Fue una niña precoz que antes de cumplir los siete años, ya concedía entrevistas y recibía en audiencia a los embajadores. En toda Europa era admirada por su brillante erudición: apoyó a intelectuales, reunió una magnífica biblioteca y se entusiasmó por la pintura y la literatura españolas.