Nicolás escribía en su diario a finales de 1891: «Mi sueño es casarme, algún día, con Alix. La amo desde hace mucho tiempo». Alix también había decidido casarse por amor, y así se lo dijo a su abuela, la reina Victoria, que a pesar de ello le seguía buscando pretendientes porque despreciaba a los Romanov. Los consideraba «moralmente corruptos, falsos y arrogantes».