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eleanor

Cartas, postales, paquetes que repiqueteaban como las fundas de casete llenas. Todas cerradas, todas sin leer.

«Querido Park», escribió Eleanor en una hoja limpia.

«Querido Park», intentó explicarse.

Sin embargo, las explicaciones se le hacían pedazos en las manos. Le costaba demasiado escribir la verdad; Park era una pérdida demasiado grande. Sus sentimientos hacia él quemaban demasiado para tocarlos.

«Lo siento», escribió. Enseguida lo tachó.

«Es que…», volvió a empezar.

Tiraba a la papelera las cartas a medio escribir. Metía los sobres sin abrir en el último cajón.

—Querido Park —susurró, con la cabeza apoyada en la cómoda—, para.

park

El padre de Park le dijo que debía buscarse un trabajo de verano para pagarse la gasolina.

Ninguno de los dos mencionó que Park nunca iba a ninguna parte. Ni que había empezado a emborronarse el lápiz de ojos con el pulgar.

Tenía tan mala pinta como para trabajar en Drastic Plastic. La chica que lo contrató llevaba dos filas de pendientes en cada oreja.

La madre de Park dejó de entrar el correo en casa. Seguro que lo hacía porque le dolía muchísimo decirle a su hijo que no había nada para él. El propio Park lo recogía cuando llegaba a casa del trabajo. Siempre rezando para tener noticias.

Su colección y su apetito de música punk no hacían sino aumentar.

—No puedo ni pensar —le dijo su padre una noche, después de entrar tres veces seguidas al cuarto de Park para pedirle que bajara la música.

«No me digas», habría dicho Eleanor.

Eleanor no volvió al instituto al curso siguiente. Por lo menos, no al de Park.

No dio saltos de alegría al enterarse de que en bachillerato no se hacía gimnasia. No dijo «Esta unión no es legal, Batman» cuando Steve y Tina se fugaron el 1 de mayo.

Park le había escrito una carta para ponerla al día. Le contaba todo lo que había pasado, y lo que no, desde su partida.

Siguió escribiendo aunque hacía meses que ya no enviaba las cartas. El día de Año Nuevo, le escribió una diciendo que le deseaba que se hubieran cumplido sus sueños. Luego la metió en el cajón que tenía debajo de la cama.