Agradecimientos

A mi padre, por contarme que, en 1946, mi abuelo Walter Brook confiscó una casa en Hamburgo para instalarse en ella con su familia y sentó un precedente insólito al permitir que los dueños siguieran viviendo en la propiedad, lo que dio pie a que una familia británica y una alemana convivieran durante cinco años bajo un mismo techo cuando solo había transcurrido uno desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Una situación que me sirvió de fuente de inspiración para escribir esta novela.

A mi tío Colin Brook, quien, junto con mi padre, me proporcionó información esencial sobre el ámbito histórico, así como recuerdos y sensaciones (fotografías) de aquella época. Sin su ayuda no habría podido construir mi propia visión o narración.

A mi agente Caroline Wood, quien durante años me acosó para que escribiera la historia, insistiendo en que era material para una novela (así como para un guión cinematográfico), y no paró hasta que escribí lo suficiente para ir en busca de un editor interesado.

A Jack Arbuthnot, productor de cine de Scott Free, quien al enterarse de mi proyecto me encargó un guión, lo que llevó a mi agente a acosarme aún más para que escribiera la novela.

A mis editores, Will Hammond de Penguin y Diana Coglianese de Knopf, por poner toda su fe en un libro del que solo había escrita una sexta parte, y luego por ayudarme a moldear la arcilla que finalmente entregué, convertida en algo digno de ser leído.

A los amigos que a lo largo de los años me han animado a escribir otra novela cuando yo no tenía claro si quería, debía o podía hacerlo. Ya sabéis quiénes sois.

A mi mujer y jefa de redacción, Nicola, por aguantar mis intentos de escribir cuando se ha pasado los últimos veinte años impartiendo clases de literatura verdaderamente grande.

Al Autor de Todas las Cosas.