¿Quieres ser explorador o quieres ser experto?
Juanma había llegado a Vigo pasadas las nueve de la noche. Como otras veces, había elegido el NH Palacio de Vigo. Era un hotel muy céntrico, bien atendido y con unos desayunos excepcionales. Además, tenía conexión wifi gratuita en la zona de recepción.
Después de coger la habitación, se fue para la cafetería y, mientras le preparaban una tosta de jamón, conectó su portátil.
Recoger la dirección IP del servidor de Exe que guardaba en su casa había sido más fácil de lo que pensaba. Después de hablar con Nadia y pasar un momento por la oficina, se dirigió a su domicilio y estuvo un buen rato observando discretamente desde la esquina por si veía algo raro. A los veinte minutos al fin se decidió a entrar, y en tan solo diez recogió lo que estaba buscando y preparó el equipaje para tres noches. En un visto y no visto estaba conduciendo y no paró hasta Vigo.
«Bueno, vamos allá», se dijo. El servidor le pidió la palabra clave e introdujo «Jennifer». Inmediatamente, su acceso fue autorizado. Dentro había infinidad de carpetas, pero la elección era obvia: «Zaratustra. No puede ser otra» y pinchó con el ratón para entrar. Dentro había otra carpeta que contenía toda la información que le había llevado a Exe en el pendrive. Además de eso, solo había un archivo Word: «Zetas.docx». En su interior, cuatro páginas llenas de anotaciones. Empezó a leer:
Operación Zetas
Este conocido cártel mexicano —considerado la organización criminal más violenta del país— debe su nombre al color azul zeta del uniforme de los oficiales del Ejército mexicano. Los Zetas nacieron en la década de 1990 como un grupo que desempeñaba funciones de escolta para los miembros del cártel del Golfo. Uno de los más importantes capos de este cártel, Cárdenas Guillén, quería un grupo que le brindara protección y eliminara a sus enemigos, principalmente los miembros del cártel de Juárez. Sus instrucciones fueron claras: quería solo exmilitares. Para 1999, unos cuarenta militares de distintos batallones y unidades en el país se habían dado de baja o desertado del Ejército para enrolarse en el grupo, a invitación de Guzmán Decena, teniente y él mismo desertor, quien se convirtió en su jefe bajo el apodo de «Z1».
Muchos de estos grupos criminales construyen su personalidad basándose en corrientes filosóficas cuyo mensaje, aun conocido en los círculos académicos, no ha pervivido como tal en la era moderna. Así, el cártel de Sinaloa utiliza la filosofía kantiana como biblia sobre la que construir su forma de actuación interna. La familia Michoacana utiliza a Schopenhauer. Los Zetas, a Nietzsche. Esta contaminación forzada entre delito y filosofía les proporciona un sentido más profundo que el que tendría una mera banda de delincuentes, y es un recurso para confundir y reclutar nuevos adeptos. De alguna forma, es otra manera de alimentar una secta.
Cuanto más leía, más confundido estaba. El camarero hizo que levantara la cabeza del ordenador al servirle la tosta de jamón ibérico con patatas que había pedido. Aprovechó para pedirle otra Estrella Galicia y siguió leyendo. Según le explicaba Exe en su archivo, el libro de cabecera de los Zetas era Así habló Zaratustra, y uno de los párrafos más significativos —comentado por su amigo hacker— decía:
Entretanto iba llegando el atardecer, y el mercado [lo interpretan como «la gente»] se ocultaba en la oscuridad: el pueblo se dispersó entonces, pues hasta la curiosidad y el horror acaban por cansarse. [En su idioma: «los delitos caducan».] Mas Zaratustra estaba sentado en el suelo junto al muerto, hundido en sus pensamientos: así olvidó el tiempo. Por fin se hizo de noche, y un viento frío sopló sobre el solitario. Zaratustra se levantó entonces y dijo a su corazón:
¡En verdad, una hermosa pesca ha cobrado hoy Zaratustra! No ha pescado ni un solo hombre, pero sí, en cambio, un cadáver. [Desprecian a todos aquellos que no pertenezcan a la organización. Para ellos son como muertos vivientes. Su vida no vale nada.]
Siniestra es la existencia humana, y carente aún de sentido: un bufón puede convertirse para ella en la fatalidad. [Se refiere a los dirigentes políticos.]
Yo quiero enseñar a los hombres el sentido de su ser: ese sentido es el superhombre [los dirigentes del cártel], el rayo que brota de la oscura nube que es el hombre. [El «común de los mortales».]
Mas todavía estoy muy lejos de ellos [el resto de escalafones de la organización están muy por debajo de los superhombres] y mi sentido no habla a sus sentidos. Para los hombres yo soy todavía algo intermedio entre un necio y un cadáver.
Oscura es la noche, oscuros son los caminos de Zaratustra. ¡Ven, compañero frío y rígido! Te llevaré adonde voy a enterrarte con mis manos. [Si un superhombre es asesinado, sus hombres tienen que enterrarlo con sus propias manos, en castigo por no haber sabido protegerlo, y después suicidarse.]
Los principios básicos sobre los que se sustenta el cártel están en consonancia con las cuatro partes del libro de Nietzsche: «La muerte de Dios» —para ellos Dios ha muerto y deben crear sus propios dioses: los superhombres, el sexo y el dinero—. «La voluntad de poder» —como algo legítimo y al alcance de quien quiera cogerlo—. «El eterno retorno de lo idéntico» —«la jodienda no tiene enmienda», todo se repite cíclicamente—. Y, por último, «la necesidad de los superhombres» —adonde se llega a través de la inteligencia y la crueldad, y se erigen en los faros de la organización—. Los superhombres son hombres superiores que anularán la mediocridad de la cultura occidental y constituirán una nueva clase. Su base se encuentra en las palabras del propio Nietzsche que dice que el hombre es algo que debe ser superado. Es un medio, no un fin.
Apunte para Juanma: Esto no es nuevo, Adolf Hitler ya utilizó la idea del superhombre para justificar la existencia de una «raza superior», según la cual los pueblos nórdicos —los llamados arios puros— no solo eran superiores físicamente a otras razas, sino que también lo eran su cultura y su moral.
Juanma empezaba a entender muchas cosas. Al leer este último párrafo levantó la cabeza, pero no miraba a nada en particular. Sus ojos estaban desenfocados y su mente vagaba sin rumbo. Sin saber por qué, de pronto se hizo consciente de dónde estaba y de lo vulnerable que era. Un escalofrío le recorrió la espalda hasta llegar a la nuca y no pudo evitar mirar para atrás, pero nada ni nadie le llamó la atención. Dos guiris estaban discutiendo detrás de la pantalla de un ordenador en uno de los sofás de la recepción. Un matrimonio de jubilados cenaba en otra mesa: habían pedido el menú del día. En el mostrador, a la entrada del hotel, una pareja de empleados charlaba animosamente. A esa hora, el flujo de clientes había bajado y tenían poco que hacer. Siguió leyendo:
Su filosofía pregona que las virtudes tradicionales son «adormideras» que impiden ver los valores verdaderos.
El cártel está dirigido por Gilberto Landino, alias «el Landa» o «el Látigo». Aparte de un reducido grupo de lugartenientes, que le acompañan a todas partes, la organización tiene un superhombre en cuatro de los cinco continentes, jefe de las operaciones del cártel en todos los países de la región donde tienen presencia.
Leyó las iniciales de los cuatro superhombres del cártel, junto con el país que regían. Por alguna razón Exe no había podido identificar los nombres completos, solo nombres de pila o iniciales. En Europa figuraba un tal «J. C. España». Los otros tres superhombres estaban afincados en la India, Australia y Estados Unidos. A la derecha de las iniciales, aparecía la abreviatura «SH», que Juanma interpretó como el indicativo de «superhombre».
En la actualidad el negocio de este grupo de delincuencia organizada va más allá del narcotráfico, el juego y el proxenetismo. Se producen también grandes ingresos en concepto de protección a personalidades, secuestros, extorsión y «negocios limpios».
La siguiente hoja reflejaba operaciones y cifras concretas en los diferentes continentes —incluido el blanqueo de capital a través de préstamos devueltos en concepto de documentación y consultoría—. Juanma se sentía más superado por el nivel de información y detalle que había conseguido Exe. «Lograste colarte en el corazón de los Zetas. No me extraña que te matasen…»
… «operaciones limpias» en Europa: Telecomunica; manipulación red de telefonía móvil. Llamadas perdidas con aviso automático: 6,2 millones de euros. Treinta y dos contactos en nómina.
Esto no llegaba a entenderlo del todo pero sin duda, pensó, algo estaba pasando en Telecomunica, que generaba un montón de dinero y que se repartía entre treinta y dos personas. Seguramente gente implicada a la que tenían en nómina. Encabezaba la lista alguien que ya había visto en los primeros archivos que pudo abrir de la base de datos de Zaratustra: J. C. (SH), el superhombre europeo.
Cuando más absorto estaba en la lectura del documento, aparecieron dos hombres con traje oscuro y gabardina. Uno de ellos era corpulento, mientras que el otro, más joven, se adivinaba flaco y enjuto, y mostraba grandes entradas en su cabeza. Cada uno de ellos se puso a un lado de Juanma, aunque no se dio cuenta hasta que notó que no le llegaba la luz de una de las lámparas. Se sobresaltó.
—¿Don Juan Manuel Iglesias? —preguntó el más cercano.
Juanma miró para arriba con cara de sorpresa. A primera vista, le resultaron familiares.
—Sí. Soy yo. ¿Qué quiere?
—Tiene que acompañarnos.
El recién llegado metió la mano en el bolsillo interior de la chaqueta y cuando lo sacó de nuevo sujetaba una acreditación. Juanma no había visto una placa de policía en su vida, pero si no era eso, debía ser algo muy parecido.
—¿Adónde? —preguntó asustado.
—A dependencias policiales. Necesitamos interrogarle. —Le costaba identificar el acento del más corpulento. «¿Francés?», se dijo. No podría asegurarlo.
—¿Interrogarme? ¿Sobre qué?
Quería ganar tiempo, aunque se imaginaba los motivos.
—Sobre el asesinato de Adolfo Montero.
Era lo que esperaba y le sorprendió no ponerse más nervioso. Pero en realidad, cuando oyó el nombre que confirmaba todas sus sospechas, solo le vino una frase a la cabeza: «A Exe no le habría hecho ni puta gracia que le llamasen de esa manera…».