Nota del autor

Si bien mi labor de investigación para La tercera puerta se nutre de numerosas fuentes basadas en hechos, los egiptólogos comprobarán que no he vacilado en cambiar fechas, ritos, creencias y muchos otros aspectos de la historia del Antiguo Egipto, tanto de carácter general como concreto, para adaptarlos al relato. Y a pesar de que el Sudd es un lugar que existe realmente, he alterado varios detalles geográficos, temporales y políticos de la marisma para convertirla en el lugar extraño e inhóspito que tan certeramente describió Alan Moorehead en El Nilo Blanco.

Sea como fuere, La tercera puerta es una obra de ficción y todos los personajes, hechos y detalles de la novela son enteramente imaginarios.

Muchas personas han contribuido a que este libro viera la luz. Quiero dar las gracias en especial al siempre paciente y animoso Jason Kaufman, lo mismo que a Rob Bloom, Douglas Preston, Greg Tear y Eric Simonoff.