Cuando Logan entró en la cafería para tomar su desayuno habitual —un huevo pasado por agua y medio muffin— vio a Tina Romero sentada sola en un rincón y con toda la atención puesta en su iPad.
—¿Puedo? —le preguntó.
Tina masculló algo que tanto podría haber sido un sí como un no. Logan se sentó y echó una mirada al iPad. Tina estaba resolviendo el crucigrama del New York Times.
—¿Cuál puede ser una palabra de siete letras para una caja que contiene tijeras? —preguntó con los ojos clavados en la pantalla.
—«Estuche».
Tina escribió la palabra y luego lo miró.
—¿Cómo demonios lo has sabido?
—El crucigrama del Times es uno de mis pasatiempos secretos. Utilizan muy a menudo esa palabra.
—Lo recordaré. —Dejó a un lado el iPad—. Bueno, he oído que ayer estuviste haciendo de Hamlet.
—¿Cómo? Ah, te refieres al cráneo.
Tina asintió.
—Oí que March se quejaba a uno de sus esclavos. ¿Conseguiste sacar alguna mala vibración de él?
—No conseguí vibraciones de ningún tipo. —Logan cascó el huevo—. Pero me sorprendió el buen estado general del cráneo. Solo algunas marcas en la parte superior y unos cortes en una de las cuencas oculares.
—¿En una de las cuencas oculares?
—Sí.
—¿En cuál?
Logan reflexionó un momento.
—En la izquierda. ¿Por qué?
Tina se encogió de hombros.
Logan se acordó de la petición que Rush le había hecho la noche anterior.
—Bueno, ¿qué te pareció la actuación de Jennifer Rush en el salón de descanso?
—He estado pensando en ello. ¿Esas cartas se pueden trucar?
—Solo si estás conchabado con el que las maneja.
—Pues entonces debo decir que fue impresionante.
Logan asintió.
—Parece una mujer impresionante.
Romero tomó un sorbo de café.
—A mí me da lástima.
—¿Por qué? —preguntó Logan frunciendo el entrecejo.
—Porque no está bien que la hayan arrastrado hasta aquí después de todo lo que ha tenido que pasar.
—¿Crees que no quería venir?
Romero se encogió de hombros nuevamente.
—Creo que Jennifer es demasiado buena para negarle nada a él.
«¿Él?», se preguntó Logan. ¿Se refería a Stone o… a su marido?
Tina dio otro sorbo a su café.
—Esta clase de trabajo puede sacar lo peor de cada uno. He visto a gente unirse a una excavación por los motivos más mezquinos. —Bajó la voz—. No lo sé, es posible que Ethan Rush esté haciendo el mejor trabajo del mundo, pero a mí me parece que Jennifer es su conejillo de Indias.
Logan se la quedó mirando. ¿Estaba dando a entender que Rush se aprovechaba de su mujer y utilizaba su terrible experiencia en beneficio propio? Lo cierto era que no sabía gran cosa acerca del Centro de Estudios de Transmortalidad. Aun así, parecía que a Rush le importaba mucho su esposa. «Intento hacerme el valiente, pero la verdad es que estoy preocupado por ella», le había dicho. ¿Le preocupaba Jennifer o la importancia que su esposa tenía para el Centro?
Se oyó el pitido de un walkie-talkie. Romero metió la mano en su bolso, lo sacó y apretó el botón de transmitir.
—Aquí Romero —dijo. Escuchó unos instantes, cada vez con los ojos más abiertos—. ¡Joder! ¡Voy para allá!
Metió el walkie-talkie de nuevo en el bolso y se levantó tan bruscamente que estuvo a punto de tirar la silla.
—Era Stone —dijo mientras recogía el bolso y el iPad—. ¡Han encontrado el filón madre!
—¿El osario? —preguntó Logan.
—Sí, ¿y sabes qué significa eso? Pues que nos hallamos prácticamente encima de la entrada de la tumba. Stone ha puesto a trabajar a todos los buzos. Me juego una ronda en el Oasis a que en una hora y media la hemos encontrado.
Dicho lo cual, salió de la cafetería. Logan casi tuvo que echar a correr tras ella para alcanzarla.