CAPÍTULO LIII

Abinash visitó a Anandamoyi para notificarle que Binoy iba a casarse con Lolita.

—No puede ser cierto —contestó Anandamoyi.

—¿Por qué no? ¿Es que Binoy no accederá a la unión? —preguntó Abinash.

—Eso no lo sé. Pero estoy segura de que me lo hubiera dicho.

Pero Abinash insistió. Dijo que lo había oído de fuentes dignas de crédito en el Brahmo Samaj, y que debía ser verdad. Dijo, también, que desde mucho tiempo atrás había previsto aquel triste final y que incluso habló de ello con Gora. Cuando dejó a Anandamoyi, bajó a contar el caso a Mohim, con gran lujo de detalles.

Al regresar Binoy, Anandamoyi vio que estaba muy preocupado. Después de comer, le hizo entrar en su habitación y le preguntó:

—Bueno, Binoy, ¿qué ha ocurrido?

—Madre, lee esto.

Cuando ella acabó de leer, Binoy continuó:

—Esta mañana ha ido a verme Panu Babu para darme una soberana reprimenda.

—¿Por qué?

—Dice que mi conducta ha provocado escándalo en el Brahmo Samaj, en relación con las hijas de Paresh Babu.

—La gente cree que vas a casarte con Lolita. No veo en eso motivo de escándalo.

—No lo habría si el matrimonio fuera posible. Pero ante esta imposibilidad no está bien esparcir ese rumor. Es una cobardía hacerle esto a Lolita.

—Cobardía es no salvarla de las murmuraciones.

—¡Dime cómo! —exclamó Binoy asombrado.

—¡Pues casándote con ella, naturalmente!

—¿Qué estás diciendo, madre? No alcanzo a comprender lo que piensas de tu Binoy. ¿Supongo que basta con que diga: «Me caso» para que la gente se calle? ¿Que si yo moviera afirmativamente la cabeza todo se arreglaría?

—No veo la necesidad de hablar tanto. Todo puede arreglarse con que tú hagas simplemente aquello que puedas hacer. Di que estás dispuesto a casarte.

—¿Es que proposición tan descabellada no sería un insulto para Lolita?

—¿Por qué dices que es descabellada? Si la gente comenta que vas a casarte con ella es que el matrimonio entra dentro de lo posible. Hazme caso, no lo dudes ni un momento.

—Pero, madre, tenemos que pensar en Gora, ¿no?

—No, hijo —dijo Anandamoyi con firmeza—. Éste no es asunto que debas consultar con Gora. Sé que, se enfadará, y me sabe mal que se enfade contigo. Pero, ¿qué podemos hacer? Si tú quieres a Lolita no puedes consentir que sea toda su vida objeto de escándalo en su Samaj.

Pero aquello costaba menos de decir que de hacer. Desde que Gora estaba en la cárcel, Binoy le quería mucho más que antes. ¿Cómo iba a depararle tan desagradable sorpresa? Además, había que pensar en la sociedad. Es fácil quebrantar sus leyes con la imaginación; pero cuando llega el momento de obrar, ¡en cuántas partes no aprieta el zapato! El horror a lo desconocido y la pereza de cambiar de costumbres nos hacen mirar atrás sin motivo.

—¡Cuánto mejor te conozco, madre, mayor es mi asombro! ¿Cómo puedes tener ideas tan claras? Me da la impresión de que no necesitas andar. ¿Te ha dotado Dios de alas? Nada parece capaz de detenerte.

—¡Dios no puso en mi camino ningún obstáculo! —exclamó Anandamoyi echándose a reír—. Todo me lo reveló con gran claridad.

—Pero, madre, diga lo que diga con los labios, mi mente no puede marchar al compás de mis palabras. A pesar de mi educación, mi inteligencia y mis polémicas, ahora me doy cuenta de que no soy más que un necio.

En esto entró Mohim en la estancia y empezó a interrogar bruscamente a Binoy acerca de sus relaciones con Lolita. El muchacho casi no pudo soportar sus ofensas, pero permaneció mudo, con los ojos bajos, hasta que Mohim salió de la pieza, después de insultar groseramente a ambas partes. Dio a entender que en casa de Paresh Babu se había urdido un infame complot para atrapar a Binoy y que él fue lo bastante tonto para dejarse coger.

—¡Ya veremos si son capaces de engañar a Gora con esas artes! —exclamó—. Les va a resultar bastante más duro de pelar.

Viéndose acosado a reproches por todas partes, Binoy, acongojado, guardó silencio hasta que Anandamoyi, sorprendiéndole, dijo:

—¿Sabes lo que tendrías que hacer, Binoy? Tendrías que ir a ver a Paresh Babu. Si pudieses hablar con él, todo se arreglaría.