«En ciencia, en historia, en psicología, en todas las disciplinas Que requieren aplicación de pensamiento ante la aparición de los fenómenos, las cosas no son, a menudo, como parecen ser. Lowell, ilustre pensador norteamericano, decía: “Un sabio escepticismo es el primer atributo de un buen crítico”. Pienso que, precisamente, el mismo teorema puede ser planteado por el criminólogo…
»La mente humana es un ente aterrorizante y tortuoso. Cuando alguna parte de ella se tuerce —aunque ello ocurra en grado tan infinitesimal que todos los instrumentos de la moderna psiquiatría no logran discernir esa desviación— el resultado es susceptible de tornarse confuso. ¿Quién podría describir un motivo? ¿Una pasión? ¿Un proceso mental?
»Mi consejo, la ríspida conclusión de quien sepultara sus manos durante muchos años, quizás más de cuantos quisiera recordar, en los inapresables vapores del cerebro humano, es el siguiente: “Usad vuestros ojos, usad las diminutas celulillas gríseas que os diera Dios, pero manteneos siempre alerta. En la criminalidad existe trama, pero no lógica. Vuestra obra es dar coherencia a la confusión, imponer el orden en el caos”».
Alocución final del profesor Florenz Bachmann,
en su curso de Criminología Aplicada,
dictado en la Universidad de Munich (1920).