DESAFÍO AL LECTOR

Confieso que experimento infinito placer al intercalar a esta altura de la historia del Misterio del Ataúd Griego, mi acostumbrado desafío al ingenio del lector. Permíteme explicarte que siento ese placer porque los problemas de este misterio cristalizaron en una de las más enredadas marañas que estuviera en mis manos desentrañar. Es un deleite, un deleite real para quien oye constantemente las risas burlonas de los «parroquianos» preguntándose: «¿Ése es un enigma?». «¡Bah! ¡Yo lo solucioné desde el principio mismo!», es un deleite, repito, gritar a esas personas: «Bien, maestros, dense ahora el gusto de esclarecer este misterio. ¡A pesar de todo, lo mismo serán puntualmente chasqueados!».

Tal vez soy un poco rencoroso. Sea como fuere, a lo hecho, pecho; poco gentil lector: al presente te hallas en posesión de todos los hechos pertinentes a la ÚNICA SOLUCIÓN CORRECTA de este problema trinitario: la identidad del estrangulador de Albert Grimshaw, del asesino de Gilbert Sloane y del ladrón del cuadro de Mr. Knox.

Y termino expresándote con toda mi buena voluntad y orgullosa humildad: Garde á vous, ¡y cuidado con esas jaquecas peligrosas!

Ellery Queen.