El incidente de Cheliábinsk merece un capítulo aparte, pues de los accidentes nucleares no directamente militares, el más grave, con mucha diferencia, fue el de la planta de procesamiento de Mayak, en los Urales, a ciento cincuenta kilómetros de esta gran ciudad, pero muy cerca de la aldea de Kyshtym (Mayak no aparece en ningún mapa: hace falta suerte y muchas indicaciones para encontrarla). Allí se fabricaba plutonio depurado para uso militar y se liberó durante cierto tiempo agua contaminada de elementos radioactivos a los acuíferos de la zona, aunque el accidente, producido en 1957, consistió en que por un fallo del sistema de refrigeración se produjo la explosión (no nuclear) de unos tanques de almacenamiento que guardaban decenas de miles de toneladas de desechos radioactivos, sodio entre otros.
En la explosión se liberó el equivalente a setenta y cinco toneladas de trinitrotolueno (conocido por sus siglas TNT, un explosivo más potente que la dinamita) y se liberó al exterior gran cantidad de radiación (aunque no hay datos fiables de la cantidad). Como elemento de comparación, cabe señalar que las bombas nucleares más pequeñas tienen la potencia de unas mil toneladas de TNT.
Para «rematar» la faena, un lago que se utilizó como basurero radioactivo durante largo tiempo se desecó a finales de los cincuenta y el viento arrastró polvo radioactivo a las gargantas del resto de habitantes de la provincia en una cantidad equivalente a la que soportaron los supervivientes de Hiroshima. Se calcula que los habitantes de la zona de Cheliábinsk soportaron una contaminación cuatro veces superior a la que quedó en Chernóbil, sólo que en esta última desalojaron a toda la población mientras que en Cheliábinsk sólo desplazaron a los habitantes de las zonas más obviamente contaminadas, unas diez mil personas.
Hubo doscientos muertos por radiación durante aquel incidente y cerca de medio millón de personas irradiadas. Pero, como tantas cosas sucedidas en la Unión Soviética y como tantas cosas sucedidas en terrenos de interés militar, el secreto con que se mantuvo todo hizo que no fuese útil para evitar otros desastres. Hoy en día Cheliábinsk es una ciudad de más de un millón de habitantes, con metro, monumentos, jardines, etc., y hace pocos años sufrió la peor oleada de incendios de la historia siberiana. Hay zonas que parecen atraer la mala suerte.
Abordemos ahora en detalle los dos accidentes que más tinta y papel de prensa han gastado: Harrisburg (o, también Three Mile Island, TMI) y Chernóbil.