En una habitación sin ventanas, oculta entre los innumerables pliegues del valle de la Grieta, Harvey me conecta a una máquina de aspecto extraño. Me dice que no me preocupe, que no me dolerá nada, pero cuesta creérselo. La máquina tiene agujas y ruedas que él gira a su gusto tras ponerme unos cables en los brazos y las sienes. A pesar de que estoy seguro de que el dolor me sacudirá en cualquier momento, Harvey me dice que estamos listos para empezar, y el dolor no llega.
—Di tu nombre.
—Gray Weathersby.
Harvey marca algo en una hoja de papel que sale de la unidad.
—Tu edad.
—Dieciocho años, aunque… creía que tenía diecisiete hasta hace unas semanas.
—Y ¿por qué?
—Mi familia me mintió. Me dijo que era un año menor (en realidad, se lo dijeron a todo el mundo) para comprobar si me raptaban con Blaine.
—Ya veo. —Otra marca—. ¿Y quién es Blaine?
—Mi hermano.
—¿Dónde está ahora?
—Por lo que sé, en vuestro hospital. Me han contado que está en coma.
La cosa sigue así durante demasiado tiempo. Una pregunta tras otra sobre mi pasado, el tiempo en Taem, mi viaje por el Gran Bosque y la llegada al valle de la Grieta. Al final, cuando Harvey parece estar ya terminando, oigo una voz en la habitación, amplificada por un dispositivo invisible.
—Pregúntale algo más personal —exige. Es Fallyn.
—Lo ha hecho muy bien —responde Harvey, que me sonríe para tranquilizarme antes de susurrar—: Le gusta exagerar.
—Lo digo en serio, Harvey. Pregúntale algo que la Orden no sabría.
Harvey mira al espejo que cubre la pared, y me da la sensación de que Fallyn, de algún modo, me observa desde el otro lado.
—Tú síguele la corriente —interviene otra voz; esta vez es Ryder.
—Necesitaré un poco de ayuda con las preguntas —responde Harvey, que deja escapar un suspiro de frustración.
—¿Qué juguete os dejé a tu hermano y a ti antes de mi Rapto? —pregunta mi padre.
—Un pato de madera con ruedas.
—¿Cuántos escalones tienen las escaleras del Consejo?
—Treinta y seis.
—¿Por qué te siguió Emma al otro lado del Muro?
Guardo silencio un segundo, esta pregunta es más difícil.
—Porque quería respuestas, como yo.
—Pero ¿quién es Emma y por qué importa? —pregunta Fallyn, irritada.
Me molesta su comentario. De hecho, me pone furioso.
—Importa porque soy responsable de que ahora mismo esté en la prisión de Frank. Es asombrosa, dulce, tenaz y hui de ella. La quiero, pero hui de ella para sobrevivir.
—Bueno, no tiene sentido seguir preguntando —anuncia Harvey, sonriendo al espejo—. Todos sabemos que las Imitaciones no son capaces de amar. Por no mencionar que ha aprobado con nota todas las preguntas, no hay ni una pizca de engaño en sus respuestas.
—Bueno, entonces queda una última pregunta —dice Fallyn—. ¿Cuál era el objetivo del equipo de la Orden? ¿Por qué quería Evan ir al monte Mártir?
—Lo llaman Operación Hurón —respondo—. La misión consistía en infiltrarse en el cuartel general rebelde y recuperar a Harvey a toda costa. Con vida.
—Vaya, menuda sorpresa —reflexiona Harvey en voz alta con un tono de humor.
—Es bastante obvio, ¿no, Harvey? —se burla Fallyn—. Nos has dado demasiada ventaja desde que te uniste a nosotros. La Orden no puede consentir que sigas revelando sus secretos.
—Espera, ¿qué? —pregunto.
—El arma más importante de la Orden ya no sirve de casi nada contra nosotros —sigue diciendo Fallyn—. Harvey conoce todos los secretos, los tics, los indicios. Y Frank no puede permitirlo. No puede dejar que alguien revele cómo funciona su tecnología y enseñe cómo defenderse de ella. Además, quiere que Harvey termine el trabajo que empezó.
Me quedo mirando el espejo del fondo de la habitación.
—No te sigo.
—Lo quieren recuperar —explica Fallyn, suspirando—. Quieren recuperar al hombre que diseñó las Imitaciones.
Y así es como se me revela otra verdad, un misterio resuelto ante mis ojos. Mi padre dijo que era imposible que Harvey hubiese iniciado el Proyecto Laicos porque en aquella época era demasiado pequeño. Y es cierto. Sin embargo, a Harvey lo utilizaron desde muy joven. Era una especie de niño prodigio, un genio de la tecnología y la genética. Después de que los trabajadores de Frank fracasaran en su intento de crear las herramientas esperadas usando a los chicos del Rapto, reclutaron a Harvey cuando este tenía dieciséis años.
Trabajó en las unidades de defensa y armamento de la Orden, en la Central de la Unión. Se pasó varios meses encorvado sobre las mesas de operaciones, extrayendo lo que necesitaba de los chicos raptados. Se mencionan muchos términos que desconozco, aunque gracias a su habilidad tecnológica, Harvey creó lo que ningún otro científico o investigador de laboratorio había conseguido crear: Harvey fabricó la primera Imitación. Era idéntica al chico raptado, tanto en apariencia como en personalidad, abrió los ojos con las mismas habilidades y peculiaridades que el original. La Imitación era fuerte y saludable, pero no dejaba de ser un único soldado.
A pesar de los deseos de Frank, Harvey no lograba crear varias Imitaciones a partir de un solo sujeto de prueba. Con cada nueva copia, el duplicado salía más débil, más difuso, menos perfecto que el primero, y enfermaba y fallecía rápidamente. Frank urgía a Harvey a permanecer centrado en su objetivo y, mientras tanto, puso a la primera generación de Imitaciones a trabajar en primera línea. En el campo de batalla eran efectivos contra AmOeste, sigilosos y fuertes.
—Hace unos cuantos años, todo se vino abajo —dice Harvey mientras Ryder, Fallyn y mi padre se unen a nosotros en el cuarto—. Llevaba muchos años trabajando para crear Imitaciones ilimitadas y no lo conseguía. Un día, el sujeto con el que experimentaba murió durante el procedimiento. Aunque era una Imitación de una Imitación, me di cuenta de que no dejaba de ser una persona real, viva, que respiraba. Tenía pensamientos, corazón y pulso. Fue como si se me cayese la venda de los ojos. Por primera vez en años vi lo que estaba haciendo: estaba haciendo pedazos a unos niños para intentar convertirlos en armas para un hombre cuyas tácticas no apoyaba por completo.
»En Taem las cosas habían ido de mal en peor desde que empezara a trabajar con Frank. Sin duda, la ciudad estaba en calma y él protegía a la gente de AmOeste, pero todo se regulaba al máximo. Yo tenía agua de sobra y una biblioteca siempre a mi disposición para investigar. Frank incluso me dejaba poner viejos discos de Mozart mientras trabajaba porque le dije que me ayudaba a concentrarme. Sin embargo, a mi alrededor detenían a la gente por hacer eso mismo.
»Así que al día siguiente, cuando se suponía que tenía que presentarme a trabajar, me subí al tranvía y me marché sin mirar atrás. Encontré un pueblo pobre al otro lado de la cúpula en el que se mostraron dispuestos a aceptarme. Me quedé allí unos cuantos meses, hasta que la Orden fue a buscarme. Me fui a otro pueblo, y de ese a otro, y siempre acababan apareciendo. No se rendían nunca.
»Me encontré con Elijah en el Gran Bosque hace unos tres meses. Me dijo que la gente de AmEste había empezado a abandonar las ciudades que estaban bajo el control de la Orden. Lo peor eran las reacciones violentas en Taem. Sabían que la amenaza de AmOeste era tan real como siempre, pero no se creían que el estilo de vida de Frank fuese la única opción. Hasta los que habían sido adeptos a su proyecto se escapaban cuando podían, huían estando de misión o los capturaban las tropas de Elijah cuando se encontraban en el bosque. Elijah me habló de un escondite que había establecido hacía poco, excavado en las montañas. Me dijo que allí sería bienvenido.
»No pretendía unirme a él, hasta que mencionó a los dobles, los rostros familiares que habían empezado a aparecer por allí para asesinar a la gente mientras dormía. Supe al instante que Frank debía de haberse dado cuenta de cómo aprovechar a sus Imitaciones. Yo dudaba de que le gustara la idea de que todos se reunieran en un frente opositor contra él, probablemente le aterrorizaba que envenenaran su ciudad con la idea de que era un gobernante injusto. O quizá temiera que estos rebeldes pasaran información a AmOeste sobre reservas de agua y puntos de acceso a las ciudades abovedadas. En cualquier caso, usaba a las Imitaciones para aplastar a los rebeldes, y yo sabía que podía ayudar.
»Ahora, cuando alguien nuevo entra en el valle de la Grieta, pasa mi prueba y determino si es de fiar. Tu hermano y tú sois un caso único, por supuesto, ya que llegasteis juntos, uno a punto de morir. Eso habría requerido de una planificación bastante compleja de haberse tratado de Imitaciones. Por no mencionar que os capturaron. La mayoría de las Imitaciones vienen solas y afirman buscar refugio, cuando en realidad son espías.
»Mi llegada al valle de la Grieta debe de haberle puesto las cosas difíciles a Frank. Antes, las Imitaciones eran su forma de entrar, y ahora esa arma está prácticamente inutilizada. Sé que no es nada en comparación con todo lo que hice en sus laboratorios, pero espero que mi trabajo aquí sea un paso en la dirección correcta. Espero que un día, alguien como tú, una víctima del Proyecto Laicos, se sienta agradecida por una parte de mi trabajo, al menos.
Ahí termina la historia de Harvey. Me sonríe, pero tengo el estómago tan revuelto que no puedo hacer lo mismo.
De entrada lo odio. ¿Cómo pudo pensar que su trabajo para Frank estaba justificado? Sin embargo, si no soy capaz de aceptar su cambio de actitud, no soy mejor que Hal o Polly, que me despreciaron solo porque me habían traído al valle a la fuerza. Todo el mundo tiene un pasado, en algunos casos es un pasado oscuro o sombrío, pero puede que lo que se decida hacer en el presente sea lo que más importe. Y Harvey está aquí, haciendo cambios, intentando deshacer el mal que creó. A lo mejor no es mala persona.
—Bueno, ¿ahora qué? —pregunta mi padre sin dirigirse a nadie en concreto.
—El grupo de Evan se ha retirado a Taem —responde Ryder—. Nuestros exploradores dicen que la ciudad ya está casi recuperada del reciente ataque de AmOeste. De todos modos, si Frank quiere a Harvey, no descansará hasta conseguirlo.
—De acuerdo, pero ¿ahora qué? —insiste mi padre.
—Aquí estamos bien fortificados. Esperaremos a que vuelvan y, esta vez, acabaremos con toda la unidad. Si lo intentan de nuevo, lo repetiremos. Harvey, me temo que por ahora tendrás que limitarte al valle de la Grieta. Es demasiado arriesgado que salgas.
—Me parece justo —responde él.
—¿Ya está? —pregunto—. ¿Nos sentamos a esperar? Creía que preferíais pelear.
—Así es, Gray —responde Ryder—. Sin embargo, estas cosas llevan su tiempo. Cuando estemos listos para atacar, será una acción bien planificada y ejecutada a conciencia. Por ahora, esperaremos y responderemos a cada avance según sea necesario.
—No se me da bien esperar —reconozco.
—Eso te va a venir muy bien —interviene mi padre—. Mañana empiezas el entrenamiento, y los estándares del valle de la Grieta no son un paseo por el campo.
—¿Y eso?
—Es un entrenamiento brutal e intenso —responde Fallyn, que esboza una sonrisa malvada.
Me lo creo sin dudar. Cuando me dejan irme, vuelvo a mi cuarto a ritmo lento y pausado, temiendo la formación que me espera y el dolor de músculos que sin duda tendré mañana por la noche.