Agradecimientos

Muchas personas han hecho posible este libro. Estoy prácticamente segura de que mi gratitud podría llenar otra novela y pico, así que intentaré contenerme. Muchas gracias, sin un orden concreto, a las siguientes personas:

A mi intrépida agente, Sara Crowe. Ha sido todo un viaje, y me habría perdido por el camino de no ser por ti. Gracias por arriesgarte conmigo. Y por responder a mis correos electrónicos. Sobre todo a los que empezaban con: «Seguro que estoy preguntando una tontería, pero…». Eres un regalo del cielo.

A mi magnífica correctora, Erica Sussman, por entender la novela, amarla y mejorarla. La historia de Gray era una sombra de lo que es antes de que tu bolígrafo morado empezara a garabatear preguntas en los márgenes. Todo agradecimiento se queda corto.

Al equipo de HarperTeen/HarperCollins Children’s, por darme la bienvenida a la familia y ser realmente maravillosos. A Erin Fitzsimmons, por una cubierta que todavía me aturde de felicidad, además de unas fantásticas páginas interiores a juego (y a Alison Donalty, Alisdair Miller y Howard Huang, que también fueron esenciales en la creación del arte de La trampa de los dieciocho). A Tyler Infinger, por hacerme sonreír con sus correos electrónicos (¡y sus paquetes!). Y al resto de personas de Harper que trabajaron en este libro, pelearon por él y ayudaron a traerlo al mundo: que sepáis que aprecio de corazón todo lo que hacéis.

A April Tucholke, por leer esta novela incontables veces y ofrecerme siempre comentarios útiles. Eres la mejor compañera de críticas que podría pedir una chica.

A todos mis amigos escritores de la twittersfera y más allá: vosotros me habéis mantenido cuerda. Sobre todo Sarah Maas y Susan Dennard. Gracias por chillar de alegría conmigo en los mejores momentos y por darme la mano en los peores. Os debo un cupcake a cada una. O cuatro.

A todos los profesores que han sabido emocionar e inspirar, pero sobre todo a Lynn McMulling. Esa clase de escritura creativa de mi último año del instituto lo cambió todo.

A Michelle Sinclair, por ser una fuerza positiva, radiante e inspiradora en mi vida. Te adoro. A Alanna y a Tammy, por animarme y por prometerme comprar un millón de ejemplares (me tienta la idea de pediros que cumpláis la promesa). A Dave, por estar siempre aportando ideas. Y al resto de mis antiguos compañeros de trabajo, que soportaron mi extraño horario a tiempo parcial, el que me permitió perseguir un sueño. Gracias. Carin, no sé ni cómo expresar lo agradecida que estoy por disfrutar de tanta flexibilidad. Sois geniales.

A Kara, Katie, Kristen y Nikki, porque la amistad no tiene precio. A Ava, Becca y Dave (véase arriba).

A mi gran familia, que no para de crecer: me siento afortunada de tener a mi alrededor a una gente tan maravillosa.

Un agradecimiento eterno a mis padres, John y Maureen Snyder, por ser los mejores profesores del mundo. Por llenar mi infancia de libros, aventuras y viajes. Por animarme a soñar a lo grande. Y por no tener televisión por cable. Puede que lo odiara cuando era más joven, pero gracias a tener solo dos canales pasé tanto tiempo con la nariz metida en los libros. Años después, no puedo parar de dar las gracias por ello.

A mi hermana, Kelsy, por ser mi primera lectora, mi mejor amiga y mi fan número uno. Esta novela no sería más que un puñado de capítulos en mi portátil si no me hubieras suplicado saber lo que pasaba después.

A mi marido, Rob, por su paciencia. Y por su apoyo. Y por creer en mí incluso cuando dejé de creer en mí misma. Eres mi pájaro y volaría contigo a cualquier parte.

Y, sobre todo, a ti, querido lector: gracias por elegir esta novela. Gracias por amar las historias, las palabras y los «érase una vez». Gracias por dar un hogar a los libros. El mundo necesita más gente como tú.