Parece que mi planeta es cada vez más importante, honorable Shu Mai.
La presidenta del Gremio de Comerciantes sonrió levemente.
—Hay llaves pequeñas que pueden abrir grandes puertas, senador Mousul.
El digno cuarteto conversaba mientras paseaba por la galaxia. No la verdadera, claro, sino una representación tridimensional enorme y diseñada con detalle, que abarcaba todo el espacio de la cámara privada. Las estrellas brillaban a su alrededor, envolviendo a los paseantes en una niebla de fulgor suave y con miles de matices. Al tocar un sistema planetario, el visitante seleccionaba una descripción de ese sistema y sus mundos individuales detallada de forma enciclopédica. Todo, desde especies hasta población, pasando por características minuciosas sobre la flora y la fauna, datos económicos y perspectivas para el futuro.
Uno de los paseantes era una hembra twi’lek de aspecto tranquilo y contemplativo. Su acompañante era un conocido industrial corelliano de gran importancia. La presidenta del Gremio de Comerciantes era pequeña y bien formada, de piel verdosa, y llevaba el pelo con el típico peinado de las hembras gossam: una coleta alta y cardada. El cuarto miembro del grupo, que llevaba vestiduras elaboradas con los materiales más exóticos de su mundo natal, era el senador del planeta llamado Ansion. A pesar de su elevada posición, parecía nervioso, como si se sintiera observado. La twi’lek y el corelliano eran claramente Maestra e iniciado, aunque este último era realmente poderoso para ser un aprendiz.
La presidenta del Gremio de Comerciantes se detuvo. Con un gesto amplio abarcó las relucientes señales luminosas que representaban a miles de mundos. «Es increíble que haya billones de seres vivos y civilizaciones enteras reducidos a meros puntitos flotando en una habitación», pensó. «Ojalá la realidad fuera tan sencilla de organizar y utilizar como esta eficaz representación luminosa».
«Con el tiempo y la ayuda de alianzas cuidadosamente alimentadas», reflexionó confiada, «así será».
—Disculpad, noble dama, pero mis socios y yo no entendemos la relevancia de este planeta llamado Ansion —murmuró el corelliano.
Shu Mai aplaudió con alegría y añadió:
—¡Excelente!
La confusión se dibujó en los rostros de sus tres acompañantes.
—¿Os resulta satisfactorio que no veamos la importancia de este lugar? —preguntó la twi’lek.
—Completamente —la tolerancia se dibujó en el rostro de la gossam—. Si ustedes no la ven, tampoco la verán nuestros enemigos. Presten atención y haré algo más que hacerlo evidente: lo haré visible.
Se giró y acercó la mano a la intermitente imagen de planetas y estrellas para pasar la punta de los dedos de la mano derecha por una estrella pequeña pero céntrica. Con palabras y gestos, procedió a manipular el sistema que había destacado.
En respuesta a sus acciones aparecieron tres líneas azules de brillo láser, que enlazaban el primer sistema con los otros tres.
—La Alianza Malariana. Lo cierto es que es una más entre cientos de alianzas casuales.
Sus dedos finos y hábiles se movieron de nuevo. Aparecieron líneas amarillas que unían la primera estrella con otros seis sistemas.
—El Tratado Militar Bilateral Keitumita. Nunca entró en acción, pero sigue en activo.
Su sonrisa se abrió. Estaba disfrutando.
—Y ahora vean esto.
Sus manos procedieron a manipular los galográficos que la rodeaban como un músico tañendo un costoso quintolium.
Cuando por fin acabó, sus tres acompañantes observaron su triunfal obra en silencio. Los cuatro visitantes estaban rodeados por una red de líneas rectas e inflexibles. Azules, amarillas, doradas, púrpuras: todos los colores del espectro. O incluso de un imperio, como algunos se atrevieron a pensar.
Y en el centro de esta red de brillo intenso y líneas constantes, que representaba destacados tratados y alianzas, pactos y sociedades planetarias, había un planeta mucho más insignificante: Ansion.
Un gesto y una palabra de Shu Mai hicieron desaparecer la elaborada red. No podían arriesgarse a que irrumpiera alguien ajeno a las maquinaciones del grupo y viera lo que estaba discutiendo. Podría dar lugar a preguntas indiscretas.
—¿Quién habría pensado que un planeta como éste podría estar en el centro de tantos tratados interconectados?
La hembra de piel azulada estaba profundamente impresionada.
—Ésa es la cuestión —Shu Mai giró la cabeza levemente en dirección a la hembra—. Hay otros mundos con ubicaciones similares de importancia estratégica: planetas más poblados, profusamente industrializados, y mencionados a menudo como miembros importantes cuando se debate el estado de inestabilidad actual en la República. Pero nadie habla de Ansion. Eso es lo bueno del asunto.
Juntó las manos y dirigió una mirada significativa al senador Mousul.
—Si conseguimos que los ansionianos se retiren de la República, no le importará a nadie. Pero teniendo en cuenta sus alianzas, su retirada bastará para arrastrar a sus socios de la Alianza Malariana y el Tratado Keitumita, que ya de por sí se encuentran vacilantes. Ya han visto la gran cantidad de sistemas enlazados a su vez con esos dos pactos. El efecto será como el de una avalancha: empezará de cero, crecerá rápido y acelerará a su propio ritmo. Para cuando el Senado sepa de dónde le viene el golpe, ya habrá cuarenta sistemas o más fuera de la República, y nosotros estaremos más cerca de afianzar el tipo de cambios que queremos que se produzcan.
Los dedos de Mousul se apretaron cada vez más hasta que la blancura se vio bajo la piel.
—Y ésa será la chispa que necesitamos para proponer las medidas extraordinarias que solucionen esta situación de emergencia.
El industrial corelliano no cabía en sí de gozo.
—Este plan que habéis diseñado es increíblemente astuto. Sé que los intereses que represento aceptarán de inmediato enviar una fuerza a Ansion para obligar a sus habitantes a abandonar la República.
El senador Mousul pareció alarmado.
—Eso es exactamente lo que no queremos que hagan —afirmó Shu Mai cortante—. Creo recordar que la Federación de Comercio ya intentó algo parecido en otra parte. Los resultados fueron poco triunfales, por decirlo de alguna forma.
—Sí, bueno, hubo complicaciones imprevistas —tosió el corelliano incómodo.
—Cuyos ecos resuenan aún hoy —el tono de Shu Mai era implacable—. ¿No lo ven? La belleza de este plan reside en la aparente insignificancia de su pieza clave. Si enviamos una flota o unas cuantas naves a Ansion, atraeremos de inmediato la atención de los poderes que siguen oponiéndose a nosotros. Obviamente, es lo último que deseamos. Queremos que la retirada ansioniana parezca totalmente natural, el resultado de decisiones internas en ausencia de influencias externas.
Le dirigió una sonrisa benevolente a Mousul.
—¿Y será así? —preguntó la twi’leko en tono impertinente.
Shu Mai le dedicó una mirada afirmativa. Sabía que sería útil, casi tanto como los otros a los que había involucrado… siempre y cuando no se pasaran de listos.
Era el turno de respuesta del senador Mousul.
—Al igual que muchos otros pueblos, los ansionianos están divididos con respecto a la decisión de permanecer en la República o dejar atrás la corrupción y la sordidez que la rodean. Para su tranquilidad les diré que contamos con adeptos a nuestra causa entre sus ciudadanos. Yo me he preocupado de ello y he invertido un considerable capital político para garantizar el desarrollo de estos elementos.
—¿Cuánto tiempo? —preguntó inquisitiva la voz engañosa de la twi’leko.
—¿Hasta que Ansion se decida? —el senador se quedó pensando—. Teniendo en cuenta las divisiones internas, yo diría que en medio año estándar se producirá una votación formal para decidir la secesión de la República.
La presidenta del Gremio de Comerciantes asintió.
—Momento en el que veremos con satisfacción cómo le siguen los aliados tradicionales de Ansion, y cómo a éstos les seguirán sus propios aliados. Estoy segura que de niños jugaban con bloques, y sabrán que, inevitablemente, hay un bloque clave en la base que provoca la caída de toda la estructura, si se retira. Ansion es ese bloque. Si lo extraemos, el resto de los sistemas se vendrán abajo —su mirada y sus pensamientos parecían dirigirse a un punto ajeno al campo de visión de sus socios—. Sobre las ruinas de la vieja y decrépita República, aquellos que tengan visión de futuro serán los que construyan una nueva estructura política, perfecta y reluciente. Una estructura sin puntos débiles, libre de los escombros morales que atrofian y retrasan el desarrollo adecuado de una sociedad realmente avanzada.
—¿Y quién liderará esta nueva sociedad? —la voz de la twi’lek traía un tinte de cinismo—. ¿Vos?
Shu Mai se encogió de hombros humildemente.
—Mis intereses están del lado del Gremio de Comerciantes. ¿Quién sabe? Eso es algo que aún está por determinar, ¿no? Pero antes de escoger a sus líderes, la causa debe triunfar. Puedo admitir que no rechazaría semejante propuesta, pero hay otros más preparados que yo. Empecemos por los pequeños detalles.
—Como Ansion.
Ya recuperado del somero enfoque inicial, el entusiasmo del corelliano había vuelto con toda su fuerza.
—Sería un placer, una maravilla, hacer negocios sin los obstáculos del montón de normas, regulaciones y restricciones. Aquellos a quienes represento estarían eternamente agradecidos.
—Sí, por lo menos tendríais la oportunidad de asegurar los monopolios restrictivos que veneráis con tanta devoción —observó Shu Mai con sequedad—. No os preocupéis. A cambio del apoyo político y financiero, vos y aquellos a los que representáis recibiréis lo que os merecéis.
El industrial no se sintió intimidado y añadió con perspicacia:
—Y, por supuesto, este nuevo acuerdo político abrirá toda una serie de posibilidades para el Gremio de Comerciantes.
Shu Mai hizo un gesto de humildad.
—Siempre ha sido nuestro afán el beneficiarnos de los cambios en las realidades políticas.
En medio de tantas felicitaciones y esperanzas, se dio cuenta de que el senador Mousul apenas hablaba.
—Hay algo que se retuerce en vuestra mente como un gusano con indigestión, Mousul. ¿De qué se trata?
El ansioniano devolvió la mirada a su socia, con una expresión de preocupación en el rostro. Sus ojos grandes y algo saltones miraron fijamente a la presidenta del Gremio de Comerciantes.
—¿Estáis segura de que nadie conocerá la verdadera naturaleza de estos planes para Ansion, Shu Mai?
—Nadie lo ha hecho hasta ahora —respondió ella enseguida.
Mousul se enderezó.
—Me precio de ser tan inteligente como para saber que hay otros que lo son aún más que yo. Y ésos son los que me preocupan.
Dando un paso adelante, Shu Mai puso una mano sobre el hombro del senador en un gesto de confianza.
—Os preocupáis sobremanera, Mousul.
Con la mano que le quedaba y sin preocuparse por la delicadeza, Shu Mai hizo un gesto y volvió a aparecer la pequeña luz que representaba a Ansion.
—Ansion. Observadlo. Pequeño, desconocido, insignificante. Estoy segura de que si les preguntáramos, ni siquiera uno de cada cien políticos o comerciantes os podría decir mucho de él. Nadie, excepto los que en esta sala estamos al tanto de su importancia potencial.
Frustrado y furioso por la corrupción y la sofocante burocracia de la República que complicaban sus negocios, el industrial corelliano podía comprar compañías y territorios enteros con una sola firma de su dedo. Pero ni todas sus riquezas bastaban para adquirir una visión del futuro. En aquel momento, habría soltado encantado unos cuantos miles de millones por las respuestas a una o dos preguntas.
—Espero que estéis en lo cierto, Shu Mai. Espero que estéis en lo cierto.
—Por supuesto que lo está. —La twi’leko había accedido reticente a acudir a la reunión, pero tras la detallada descripción del futuro que había realizado su anfitriona, se sentía mucho más confiada—. Estoy impresionada y emocionada por la amplia perspectiva y la sutileza de la estrategia de la Presidenta Shu Mai y el senador Mousul. Y como han destacado ellos, este planeta es demasiado insignificante para atraer algo parecido a una atención externa…