4

Descubrí que la única manera de no caerme desmayado por los mareos sobre mi caja era levantarme y dar un paseo de vez en cuando.

Fazzio, un supervisor que habla por entonces en la estación, me vio levantarme para ir a una de las pocas fuentes de agua que quedaban.

—Oye, Chinaski, cada vez que te veo estás por ahí paseando.

—Eso no es nada —dije yo—, cada vez que te veo también estás por ahí paseando.

—Eso es parte de mi trabajo. Tengo que hacerlo.

—Mira —dije yo—, también es parte de mi trabajo. Tengo que hacerlo. Si permanezco más tiempo en ese taburete me voy a subir de un salto a esas cajas de hojalata y me voy a poner a silbar Dixie por el culo y Aunque no Tengamos pan, tenemos el amorcito de mamo por el pito.

—Está bien, Chinaski, olvídalo.