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Marina Louise, así llamó Fay a la niña. O sea que allí estaba, Marina Louise Chinaski, en la cuna junto a la ventana, mirando a las hojas y otras figuras que colgaban del techo dando vueltas. Entonces se ponía a llorar. A pasear al bebé, a mecerlo y hablarle. La nena quería lose pechos de mamá, pero mamá no siempre estaba en condiciones y yo no tenía los pechos de mamá. Y el trabajo seguía allí. Y ahora había motines. Una décima parte de la ciudad estaba en llamas…