En la cama, tenía Algo frente a mi, pero no podía hacer nada con ello. Bregaba y bregaba y bregaba. Vi era muy paciente. Seguí esforzándome y deudo sacudidas, pero había bebido demasiado.
—Lo siento, nena —dije, y me eché a un lado, Empaco a dormirme.
Entonces algo me despertó. Era Vi. 3e me había montado encima y estaba dándome una cabalgada.
—¡Sigue, nena, sigue! —le dije.
Arqueaba mi espalda hacia atrás de vez en cuando. Ella me miraba con ojillos voraces. ¡Estaba siendo violado por una alta hechicera mulata! Por un momento, me sentí excitado.
Entonces le dije:
—Mierda. Déjalo, nena. Ha sido un día muy duro. Ya habrá mejor ocasión.
Ella se bajó. La cosa se fue abajo como un ascensor express.