No abro la caja hasta que no llego a casa. Lo primero que busco es el sobre para comprobar que no era un farol. No todos los días le dan a uno un adelanto de quince mil euros. Será mejor ponerlos a buen recaudo.
Películas de Jalif Studio, Chichi LaRue, y un montón de cosas más. No sé cómo voy a verlas todas. Abro la agenda y el planning que tiene este hombre preparado es increíble: programas de la tele, sesiones de fotos, viajes… Mañana por la mañana una sesión con un fotógrafo del que no había oído hablar en mi vida. Lo busco en Google y parece ser un tío importante, ha fotografiado a un montón de famosos españoles y a tantos otros extranjeros, y además ha trabajado para las mejores revistas de moda. Por la noche un programa de cotilleos donde van a entrevistarlo y al día siguiente un show. La vida de este hombre es un no parar.
Le echo un ojo a su currículum y es impresionante; pensaba que era un don nadie y resulta que hasta ha estudiado una carrera.
Martín tiene algo que me desconcierta. Es como si tuviese cara de buena persona, de ingenuo, pero en realidad fuese mucho más listo de lo que aparenta ser. Está claro que el numerito de esta mañana lo ha hecho para impresionarme. Lo del ascensor que llega a su casa, el jacuzzi, el desnudarse delante de mí… Todo era innecesario. Era la primera vez que nos veíamos y podía haberse molestado en que me crease una mejor imagen de él, pero lo único que me ha dejado claro es que el dinero lo puede todo. La prueba soy yo mismo, y cómo me he dejado seducir por esos treinta mil euros. Estoy seguro de que si me lo curro un poco este libro puede ser un bombazo. Quiero que sea muy morboso, muy como Martín, que transpira sexo por todos los poros de su piel. No puedo quitarme de la cabeza el cuerpazo que tiene. Cuando ha dejado caer el albornoz al suelo y he visto su culo redondo y respingón he tenido que controlarme para no meterle mano. Y es que los tatuajes me vuelven loco. Martín Mazza está muy bueno, hay que reconocerlo, pero va a ser mi jefe, así que no puedo pensar en tonterías. Lo mejor será que empiece a trabajar, pienso. Empezaré viendo alguna de sus pelis. Pillo una al azar y la meto en el reproductor de DVD. Me siento en el sofá con un bloc de notas y un boli.
Cuando veo mi reflejo en el espejo del fondo me río de mí mismo, porque nunca imaginé que fuese a tomar notas de una película X. La verdad es que nunca he sido de ver mucho porno, pero con tanto dinero de por medio, habrá que hacer una excepción. He cogido una en la que Martín sale en la portada solamente con unos calzoncillos bastante sucios y con todo el cuerpo sudado. Tiene buena pinta. Le doy al play. Comienza la escena:
El señor Mazza aparece en el despacho de una maravillosa mansión. Al instante su partenaire se saca un enorme cipote y él, sin ningún tipo de duda, se arrodilla y lo engulle. Abre la boca y lo traga con deleite. Sus carnosos labios abrazan un pedazo de carne, cada vez más duro y firme, que entra y sale de su boca. Con una mano lo agarra por la base y con la otra lo tiene agarrado por las pelotas. A veces se da pollazos en la cara, otras simplemente lo restriega, como si quisiese acariciarlo. Se nota que le gusta llevar la voz cantante.
El actor que lo acompaña está totalmente empalmado y, ahora sí, el mamador se introduce aquel enorme rabo muy despacio hasta el fondo de su garganta. Hasta que no queda nada fuera. La expresión de su cara ha cambiado y mientras ese tío gime como un loco, las venas de Mazza, tanto de su frente como de su cuello, se hinchan cada vez más, probablemente por el esfuerzo que supone tragarse esa enorme pieza.
El tío lo tira contra una mesa y casi le arranca los pantalones de un tirón. La cámara enfoca su miembro en primer plano y es enorme. Ahora entiendo la fama de Martín, es una verdadera garganta profunda. Pocas mamadas he visto más morbosas que la que le acaba de hacer a ese cabrón. Sabe perfectamente cuando acelerar el ritmo o cuando aflojarlo. A veces se saca la polla de la boca y un hilillo cuelga hasta sus labios. Con su lengua recorre las venas de aquel enorme pollón. Se mete las pelotas en la boca, las chupa… Su cara refleja lo salvaje que está en ese momento. Es increíble la transformación que ha sufrido su rostro. Ya no se parece en nada a ese chico apacible que yo he conocido esta mañana. Ahora es un verdadero cerdo que tiene ganas de que lo follen salvajemente y así se lo hace saber en un fantástico inglés, que vuelve a sorprenderme.
—Fuck me, man! Fuck me! —le grita una y otra vez.
Y parece que le hacen caso porque ahora su ojete está en primer plano en la pantalla, una lengua asoma por la derecha aproximándose a la entrada de aquella gruta. Se nota que tiene el culo depilado y eso da morbo. Imagino el tacto tan agradable que se debe de sentir al pasar la lengua por aquella suavidad rasposa, provocada por el afeitado. Cuando la lengua por fin entra en contacto con su culo, éste empieza a contraerse y todavía en primer plano, vemos como se abre y se cierra, como si estuviese palpitando. El actor pasa la lengua por el culo y llega hasta donde empiezan los huevos. Muy despacio y lamiendo bien. Luego se concentra en aquella zona rosada que poco a poco vemos en la pantalla como va dilatándose y ya no es ese pequeño agujerito del principio.
Un escupitajo penetra en aquella gruta para segundos después, salir resbalando hacia fuera. Martín grita de placer. Todo su cuerpo está en tensión y mientras su compañero lo recoge con su boca y lo extiende para que le sirva de lubricante, Martín se pasa la lengua por la mano y la lame entera para lubricarla. Luego empieza a pajearse. Se nota lo cachondo que está. Es increíble como lo quiere la cámara. Todo su cuerpo se estremece con cada lametón que recibe. La lengua, cansada de inspeccionar, decide adentrarse en aquellas profundidades y con un rápido mete-saca, comienza a follarse aquel culo.
—Fuck me, please! Fuck me! —sigue gritando.
Sin saber cómo, me doy cuenta de que tengo los pantalones bajados hasta la rodilla y la mano izquierda puesta en mi polla. Se me ha puesto súper dura. La piel está tirante, parece que vaya a explotar y los huevos cuelgan deseando que alguien los libere de tanto peso como soportan. Imito al de la pantalla y me paso yo también la lengua por mi mano. La saliva actúa como lubricante y empiezo a pajearme. Despacito. De arriba a abajo, recorriendo bien toda la superficie. Con la otra mano me toco los huevos, me los acaricio. Intento sostener los dos, pero no me caben en la palma de una sola mano. Siempre he tenido unos cojones enormes.
En la pantalla, a Martín le están metiendo cuatro dedos a la vez y sin ningún tipo de piedad. Cuatro, tres, dos, uno… Y cuatro otra vez. Los alterna para abrirle bien el ojete mientras él tiene los ojos cerrados y sólo puede chillar de gusto. Cuando le meten la polla, casi puedo sentirlo. Un enorme rabo de no menos de veinte centímetros atraviesa aquel ojete partiéndolo en dos. En ese momento, parece que a Martín se le van a salir los ojos de las órbitas, pero no de dolor, sino de gusto, porque pronto empieza a culear. En realidad no se sabe bien quién se está follando a quién porque los dos son muy dominantes y quieren llevar la iniciativa. Boca arriba, boca abajo, a cuatro patas, sentado encima… Se lo folla de todas las posturas posibles y después de un buen rato ambos acaban corriéndose casi al mismo tiempo. Los tres acabamos corriéndonos casi al mismo tiempo. Todo mi pecho está lleno de lefa. Me acaricio y la extiendo. Me gusta sentir su temperatura, su textura, su olor… Me gusta tumbarme relajado después de hacerme un buen pajote y dejar que mi leche se seque sola y sentir tirantes los pelitos de mi pecho. Me acaricio los huevos, los masajeo… Ha sido una paja bestial.
Esto que acabo de hacer es suficiente para no pensármelo más: voy a aceptar este curro, así que me pongo manos a la obra. Reviso la agenda de nuevo y releo los papeles con su currículum, mientras en la pantalla, en pause, está Martín con toda la corrida que le ha echado encima su compañero y con la suya propia… Creo que este trabajo me va a encantar. Decido preparar un cuestionario sobre cosas que necesito saber sobre él y también un poco para saber por dónde quiere que vaya el libro, qué cosas quiere que contemos. Luego me voy a internet y lo busco en Google; es increíble la cantidad de páginas que hay sobre él. Encuentro la que parece su página oficial y le echo un vistazo, aunque sólo viene en inglés. Releo algunas entrevistas que le han hecho y me doy cuenta de lo contradictorio que es al responder a la misma pregunta de forma absolutamente opuesta en distintos medios. Este trabajo no va a ser nada fácil, pero estoy seguro que si lo fuese, no me interesaría una mierda. Me encantan los retos.
Tumbado en el sofá, repasando todas las notas que he cogido y los papeles que Martín me incluyó en la caja junto con la agenda, acabo quedándome dormido a altas horas de la madrugada.