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Roma, 30 de diciembre de 2014

El Ruso observó el Fiat que aparcaba delante de la puerta. Se irguió y sacó el teléfono móvil.

—¡Cógelo, maldita sea! —gritó al pequeño aparato.

Salió del coche y corrió hacia la puerta sin dejar de mirar la pantalla del teléfono.

—¿En que estáis pensando? —dijo mientras sacaba la pistola de la cartuchera que tenía junto al pecho.

En la pantalla del móvil apareció el mensaje «Sin respuesta». Guardó el teléfono y comenzó a subir los escalones de dos en dos.