Florencia, 29 de diciembre de 2014
Aproximó su coche hasta el otro vehículo. Necesitaba saber que después de tantas horas seguía detrás de sus objetivos. El Ruso se pasó la mano por los ojos e intentó no quedarse dormido. Llevaba más de quince horas al volante y los ojos comenzaban a cerrársele. Afortunadamente había encontrado de nuevo la pista de sus objetivos. No había podido evitar que se llevaran a la chica, pero, al fin y al cabo, los objetos que andaban buscando los seguían teniendo ellos.
Simplemente tenía que actuar antes de que ellos efectuaran la entrega. Después podría eliminar a los testigos y el trabajo estaría terminado.
Observó la ciudad a lo lejos. Comenzaba a oscurecer y los edificios iluminados desprendían una belleza que no lo dejaba indiferente. Miró al coche que tenía delante, podría asaltarlos en la próxima parada que hicieran, pero tenía órdenes de esperar y eso era exactamente lo que iba a hacer.