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Berlín, 24 de diciembre de 2014

El inspector jefe de la policía metropolitana de Berlín entró en el salón y contempló el desorden con cierta indiferencia. Quedaban unas horas para Nochebuena y el maldito asesinato del profesor Moisés Peres lo había sacado de casa y había enturbiado la tranquilidad de un día como aquel. Uno de los oficiales le enseñó el informe y miró hacia la marca donde había estado el cuerpo.

—El forense tendrá un informe completo en un par de horas —dijo el oficial de policía.

—¿Un par de horas? En estos momentos ya debería estar preparando mis salchichas con ensalada de patata y sacando el stollen del horno. Hablen con el forense, él está de guardia, pero necesito que confirme que se trata de un asesinato para que cursemos una orden de busca y captura. —El inspector jefe se frotó su bigote rubio y caminó entre los papeles.

—Ahora mismo lo llamamos —dijo el oficial.

—¿Cómo sucedieron los hechos? —preguntó el inspector.

—Según parece, el profesor estaba sentado en el sillón. Alguien abrió la puerta de la calle, pero no la forzó.

—¿La abrió con una llave?

—No lo sabemos, creemos que el profesor conocía al asesino y le abrió.

—Varios testigos han recordado que el profesor Allan Haddon y una joven negra han estado en la casa varias veces en la última semana —dijo el inspector.

—¿Allan Haddon?

—Es un profesor inglés de antropología. Hemos estado en su hotel, pero dicen que lleva días sin aparecer.

—¿Está desaparecido?

—Eso es lo que nos consta —dijo el inspector.

—Pero ¿qué razones podría tener ese profesor Haddon para matar a su colega Peres? —preguntó el inspector jefe.

—¿Celos profesionales?

—No creo que llegara a tanto. Tiene que haber más sospechosos.

—Pero en el arma están las huellas del profesor Haddon, las hemos cotejado con nuestra base de datos —dijo el inspector.

El inspector jefe lo miró sorprendido. Aquello era un verdadero golpe de suerte. Con el arma homicida y las huellas del principal sospechoso, podía cursar una orden de busca y captura y llegar a su casa antes de que su familia comenzara a cenar.

—Redacten la orden, buscamos a Allan Haddon como principal sospechoso de asesinato —dijo el inspector jefe.

Uno de los agentes se acercó a los dos hombres.

—¿Qué sucede? —preguntó el inspector.

—Un hombre pregunta por el inspector jefe.

—¿Quién es?

—Me ha dicho que se llama Allan Haddon.