11

Berlín, 21 de diciembre de 2014

Afortunadamente había varios taxis en la entrada. Se acercó al primero y entró. Un hombre gordo y rubio le gruñó algo en alemán.

—Por favor, lléveme a la Universidad Libre de Berlín —dijo el profesor.

Hacía calor en el vehículo, y decidió quitarse el abrigo. Mientras sacaba los brazos, el papel con los datos de Ruth se cayó al suelo del automóvil.

Allan se hundió en el asiento e intentó observar la ciudad nevada. El manto blanco le hizo pensar en las nevadas de su infancia, en su familia, y en su madre, María, en su vida dedicada a su único hijo, y en la dolorosa renuncia a su carrera de antropóloga. La alumna más estimada de Edward Evan Evans-Pritchard, el mejor antropólogo social de todos los tiempos.

Su vida en Oxford le había permitido ser el niño mimado del All Souls College y uno más de los hijos de Evans-Pritchard. Él fue como el padre que nunca conoció, desaparecido en la selva de Guatemala hacía ya cuarenta años.

Allan observó la figura redondeada de la biblioteca de la universidad y pensó que se parecía demasiado a un globo medio desinflado.

—Por favor, déjeme en la puerta principal —dijo Allan haciendo un gesto con la mano.

El coche se paró frente a la entrada y Allan se apeó. Caminó despacio mientras se colocaba el abrigo. Justo cuando estaba a punto de abrir la puerta, escuchó una voz agitada detrás de él. Cuando se giró, pudo observar la oronda figura del taxista que se acercaba hacia él con un papel en la mano. La luz atravesaba la hoja y las letras de Ruth parecían arañadas en el papel. Entonces lo vio, fue un segundo, pero vislumbró un símbolo vagamente conocido, una pequeña marca de agua que se traslucía en el papel.

Biblioteca de la Universidad Libre de Berlín.