También vi de verdad al mismísimo Perec. Fue a mediados de 1974, el año en que publicó Especies de espacios. Le había visto en muchas fotografías, pero ese día, en una librería del boulevard Saint-Germain, le vi llegar a la presentación de un libro de Philippe Sollers y hacer cosas muy extrañas que ahora no vienen al caso. Lo cierto es que durante un rato, impresionado de verle de verdad, le espié con gran atención, tanta que, en un momento determinado, tuve su cara a un palmo de la mía. Perec observó esa anomalía —un extraño a un palmo de su perilla— y reaccionó comentando en voz alta, como tratando de indicarme que me fuera con mi cara a otra parte: «El mundo es grande, joven.»