5A

George Nueve se quedó allí sentado a solas. Repasó una y otra vez las preguntas y las respuestas. No había forma posible de cambiarlas. Y, sin embargo, la idea de un robot de cualquier tipo, tamaño, y forma, con cualquier finalidad, que no estuviera sujeto a las tres leyes, le causaba una extraña sensación de desbordamiento.

Le resultaba difícil moverse. Sin duda George Diez había tenido una reacción parecida. Sin embargo, se había levantado de su silla sin dificultad.