Capítulo 33

Mantengo una relación muy intensa con dos hombres a la vez.

Uno se llama chocolate, y el otro, pistacho.

El diario de Bridget Jones, de SHARON MAGUIRE

Días más tarde

Por fin ha llegado el momento que todas esperan: la Gran RPU. Hace dos días que Bea está en la ciudad, pero las Princess todavía no han podido verla. Entre su familia y la de Toni, le ha sido imposible quedar con ellas, lo que convierte la reunión en algo todavía más emocionante.

Como siempre, el destino ha hecho de las suyas y ha querido que el vuelo de Estela a Buenos Aires salga justo después de la RPU. Una Princess llega y otra se marcha, pero a medio camino, y como por arte de magia, será la primera vez en la historia que las cinco Princess se encuentren por fin cara a cara.

Una vez decidido el día, sólo faltaba encontrar un lugar. Corrieron la voz entre padres y familiares, y resulta que la casa de sus sueños estaba más cerca de lo que se imaginaban. Cuando Valeria le contó a Damián el plan que tenía con las chicas, este no dudó ni un segundo en ofrecerle la casita que tiene en la montaña. Es un lugar solitario que él adora para perderse y escribir. La típica casita de madera en medio de la nada.

Sólo quedan dos horas para que salga el tren que las llevará a la RPU, y las Princess están más que entusiasmadas.

Yasmin

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Princess, traigo un montón de tuppers de mi madre. Yujuuu!

Cenicienta

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Genial. Qué ganas de comer comida normal!

Ariel

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Tengo las llaves de la casita y un sobre que me ha dado Damián con instrucciones :-)

Blancanieves

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¡Qué mono! Yo ya estoy aquí ¿y vosotras?

Bella Durmiente

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Llegando!

Yasmin

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Yo también estoy aquí, en el bar de la estación!

Blancanieves

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Voy!

Ariel

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Nos vemos allí. Qué emocionante!

Yasmin

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Sí!!! Tengo tantas ganas!!!

Cenicienta

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Ya te digo!

Minutos más tarde, en el bar de la estación

Silvia y Ana están tomando un té en la terraza del bar cuando ven aparecer un taxi que se detiene justo enfrente. Una cabeza asoma por la ventanilla y les grita:

—¡Ayuda!

—¡Es Estela! —chilla Ana.

—Ayudadme con las maletas, please —implora, mientras sale del taxi y se dirige hacia el maletero. El taxista abre el capó y saca tres maletas enormes.

—Pero ¿qué es esto? ¡Loca! —grita Silvia—. ¡Si sólo vamos a dormir fuera una noche!

—Es ropa para vosotras… No puedo llevármela toda, y me hará ilusión que os acordéis de mí cuando os la pongáis. Eso sí, de vuelta, ¿eh?

Ana y Silvia la miran, apenadas. La verdad es que no les hace ninguna gracia que Estela se marche. La echarán mucho de menos, y también temen que se meta de lleno en el mundo frívolo de la televisión, se haga superfamosa… y no la vuelvan a ver nunca más.

—Todavía no me he hecho a la idea de que te vas a ir —se lamenta Silvia con gesto triste.

Entonces llega Valeria, con una maletita trolley y un anorak de color lila chillón.

—¡Chicas, chicas! ¡Ya estoy a aquí! —Y da un saltito como si fuera una niña pequeña.

—¡Guapa! —la piropea Estela—. ¿Preparada?

—¡Por supuesto! Estoy como loca. Esta noche estaba tan nerviosa que no he podido pegar ojo —dice Valeria, claramente emocionada por el viaje.

—¿Has dormido sola o acompañada? —curiosea Ana.

—¿Y tú? —responde Valeria con una sonrisa pícara.

—¡Basta! Que me estáis dando envidia —replica Silvia.

Las chicas se quedan cortadas. Es cierto que Silvia está prácticamente recuperada de su ruptura. Sus primeros pensamientos nada más levantarse ya no son para Sergio. ¡Y eso es una prueba irrefutable! Pero no es divertido que tus amigas tengan novio y tú no.

—¡Chicas! Que no pasa nada. Me alegro de que seáis felices —replica sincera.

—Yo estoy contigo —interviene Estela chocándole la mano—. Somos dos contra dos.

Justo en este instante, oyen una voz proveniente de detrás de la mesa.

—¡Tres a dos! Toni y yo seguimos juntos, de momento.

—¡¡¡Es Bea!!! —grita Estela, que no puede evitar saltar a abrazarla. La siguen Silvia y Ana, que se le echan encima y la cubren de besos.

—¡Qué guapa estás! —aprecia Ana, con envidia sana por su tez morenita.

—¡Y qué pelo! Lo tienes larguísimo —se admira Estela.

Entonces Bea se separa de las Princess, mira a Valeria, se acerca y le da dos besos.

—Encantada.

—Igualmente, Cenicienta —contesta Valeria haciéndole una reverencia digna de una princesa.

Las demás chicas no pueden evitar reírse. Se marchan todas juntas hacia el tren, cargadas con las maletas de Estela y las fiambreras de Silvia.

Dos horas más tarde

El viaje en tren ha sido genial. Les ha costado mucho no hablar de asuntos importantes ni de chicos. Si se lo cuentan todo en el tren, se quedarán sin nada que contar en la RPU. Básicamente han estado hablando del gran viaje de Bea y de la serie que va a protagonizar Estela en Argentina.

Al bajar en la estación que Damián le había indicado, Valeria saca del bolso el sobre misterioso que les ha preparado para la ocasión.

—Le he prometido que abriría el sobre al bajar de la estación —dice.

—¡Qué mono es! Qué detalle, dejarnos la casa…, que, por cierto, ¿dónde está? —pregunta Estela.

—Ni idea. Me dijo que bajáramos en esta estación y entonces… —Hace una pausa dramática mientras abre el sobre—. ¡Tachán!

—Venga, lee. ¡Qué nervios! —Ana se frota las manos por el frío.

Valeria las mira con una sonrisa en la boca, pone la voz impostada como si estuviera en la radio y lee:

Hola chicas, a continuación os detallo una serie de puntos que tenéis que seguir al pie de la letra si queréis llegar a la casa. No los leáis todos de golpe. Id punto por punto: será más emocionante. Como son cinco, propongo que cada Princess lea uno, ¿de acuerdo?

Valeria para de leer y mira a las chicas. Estas asienten y esperan a que ella lea el primer punto.

Al salir del tren, veréis un bar y un caminito de tierra situado a vuestra derecha. Seguid el camino. Al cabo de unos quince minutos os encontraréis con un cruce. Tendréis dos caminos entre los que elegir. Entonces tendréis que girar a la izquierda. Seguid caminando unos cinco minutos más y os encontraréis con la casa. No tiene pérdida. Ahora, quien esté leyendo debe entregar la carta a la segunda Princess y que esta siga leyendo cuando hayáis llegado a la casa.

Valeria hace caso y guarda otra vez la carta dentro del sobre. Sin pensárselo dos veces, se la entrega a Ana, que la guarda en su bolso. Las chicas recorren todo el camino hacia la casa sin mayores complicaciones. Aunque está oscureciendo, las Princess están entusiasmadas.

Cuando llegan, Valeria no puede evitar emocionarse al ver que absolutamente toda la casa está rodeada de diegos de noche. Los hay lila, rosa y amarillos. Y como la luz se está retirando, están empezando a abrirse.

—Qué maravilla de lugar —suspira Ana.

—Es una pasada —asiente Estela, que deja las maletas y se acerca a la puerta.

—¿Cómo es posible que las flores se abran en invierno, con el frío que hace? —pregunta Valeria—. Parece cosa de magia.

—Bueno, también parecía imposible que Diego de Noche se enamorase de ti, y mírate ahora —le dice Ana.

—Sí —contesta Valeria sonrojándose. Luego se agacha para oler una de las flores.

—Bueno, ¿qué dicen las instrucciones? —pregunta Estela, que se muere de ganas de entrar.

—¡Voy!

Ana se quita los guantes para poder coger bien el sobre. Lo abre y lee:

2. Coge las llaves que están en la maceta del diego de noche más grande: el amarillo.

—¿Lo veis, chicas? —pregunta Ana.

—¡Sí! ¡Es este! —grita Estela mientras mete las manos.

—¡Espera! —exclama Ana, que no ha acabado de leer el punto 2.

Tened cuidado con las serpientes y los escorpiones.

Estela saca la mano de la maceta con tal rapidez que las chicas no pueden evitar ponerse a gritar:

—¡Aaaah!

—¿Te ha picado algo? —pregunta Ana, asustada—. Porque aquí —señala la carta— dice que es broma.

—No, pero me has dado un susto de muerte —responde Estela con las llaves ya en la mano, mientras las otras se mueren de risa—. ¡Venga! Vamos a abrir.

Estela hace los honores. Las chicas se sienten como auténticas princesas de cuento que entraran en un castillo encantado. Está todo oscuro y no encuentran la luz por ningún lado. Entonces Ana se da cuenta de que ha llegado el momento de leer el punto 3 y, sin decir nada, le entrega la carta a Bea.

—¡No veo nada! —exclama esta.

—¡Espera! —la urge Valeria mientras saca el mechero que utiliza siempre para encender las barritas de incienso. Ilumina la carta desde el interior de la cabaña. Podrían salir, pero perdería emoción.

Una vez dentro, podéis palpar una cajita que cuelga en la pared, a la derecha de la puerta. Abridla, y dentro de ella encontraréis un interruptor. Es el de la luz general.

—Yo ya me la he jugado con las llaves. Ahora le toca encender la luz a otra —se queja Estela.

—¡Ya voy yo, caguetas! Cómo se nota que no habéis dormido en medio de la selva rodeadas de bichos gigantes —las reprende Bea mientras enciende la luz sin ningún problema.

—¡Perfecto! —exclama Estela, que coge emocionada la carta para leer el punto 4—. ¡Me toca!

4. Como veis, la cabaña es muy pequeñita. En el piso de arriba hay un par de habitaciones con camas. En la planta baja, donde estáis ahora, tenéis el baño, la cocina y el lugar más mágico de la casa: el salón con ¡chimenea!

—¡Cómo mola! —exclama Estela.

—Vamos a encenderla. ¡Me encanta! —Silvia se acerca y coge un atizador.

—¡Un momento! —grita Valeria—. Queda el último punto. Te toca, Silvia.

Esta deja el atizador, coge la carta y lee:

5. Tenéis que salir a buscar leña, o de lo contrario os moriréis de frío.

Pasadlo muy bien. Esta casa es muy mágica.

Y por último, pero no por ello menos importante: TE QUIERO, VALERIA.

—¡Oooooh! —gritan todas a la vez, compartiendo la emoción de Valeria. Esta no se puede creer la suerte que ha tenido. Las Princess no se lo piensan ni un segundo y salen corriendo en busca de leña. Esta RPU promete.