Capítulo 28

Es algo extraordinario conocer a alguien a quien abrir tu corazón y que te acepta como eres.

He esperado lo que parece ser un tiempo muy largo para asumir lo que soy, y contigo siento que por fin puedo empezar.

El tiempo que quiero pasar junto a ti no se puede medir. Empecemos por un para siempre.

La saga Crepúsculo: Amanecer, de BILL CONDON

Por la tarde, en casa de Ana

La noche en la radio fue muy intensa para la Princess. Se enfrentó a Lidia, la cual le dijo que se fuera de su casa, y se quedó estupefacta cuando descubrió que el chico a quien Valeria había conocido en la tienda era en realidad Diego de Noche. Al final del programa, cuando Valeria se marchó con él, Ana se sintió satisfecha por lo que había sucedido, por haber participado, de alguna manera, en el nacimiento de algo bonito.

Son aproximadamente las cuatro de la tarde, y por fin es viernes. Medio dormida, hojea su agenda y ve que hoy tienen RPU. Aprovechará para preguntarle a Valeria qué tal ha ido la noche. Además, le apetece un montón estar con sus amigas. ¡Seguro que hoy no se olvidan de Bea!

La chica se viste tranquilamente y abre la puerta de la habitación con sigilo. Parece que Lidia no está. A decir verdad, le da mal rollo que ella esté en casa. Corre y se encierra en el baño para darse una ducha. Cuando se está pasando el secador oye la puerta de casa. Siente como si le hubieran dado un susto de muerte.

«Vivir así es un auténtico suplicio. Ahora mismo me busco otra casa adonde irme a vivir», se dice la Princess.

Pero antes, abre su blog y decide escribir una entrada. Simple y sencilla, pero cree que sus fans se lo merecen después de la cantidad de mensajes de Facebook y tuits que recibió tras la aparición de Diego de Noche en el programa.

Nueva entrada:

Diego de Noche

El Diego de Noche es una planta también llamada:

Jazmín rústico

Maravilla del Perú

Bella de Noche

Flor de San Diego

En inglés se la conoce como four o’clock («las cuatro de la tarde»), que es la hora a la que se pone el sol en Inglaterra, y el momento en que se abren sus flores.

A veces, algunas personas consiguen cosas imposibles, como que un Diego de Noche florezca de día y no se cierre jamás. Pero para conseguirlo, hay que estar muy enamorado.

El amor es como las plantas. Si no las cuidamos, las regamos y les damos la luz que necesitan, se mueren.

Confío y deseo que este amor que acaba de nacer en nuestro programa dure para siempre.

Moraleja: Si hay amor, nada es imposible.

Las ocho de la tarde, en casa de Silvia

Por fin ha llegado la tan esperada RPU. Silvia ha puesto velas por toda la habitación, porque quiere que sea especial. Le apetece compartir con sus amigas todo lo que le ha pasado con Sergio y, aunque se siente mal, sabe que la apoyarán de manera incondicional. También ha encendido el ordenador para que Bea pueda conectar con ellas a través de Skype.

Son las ocho en punto. Llaman al interfono. Abre su madre. La Princess se espera en la puerta y oye risas por la escalera. Ana, Estela y Valeria llegan juntas. Parecen muy contentas.

La primera que abraza a Silvia es Valeria. Le da un achuchón que casi la ahoga. Ana y Estela se ríen. Entre sus amigas reina muy buen ambiente, y su humor es contagioso. Hacía mucho tiempo que no se sentía así. Es como si la relación con Sergio hubiera sido una especie de vacaciones de sus amigas. Pero ahora Silvia ha vuelto. Un poco magullada, pero por fin ha vuelto.

Las chicas entran en la habitación de Silvia y comienzan los preparativos. Después de dejar los abrigos en la cama, Estela enciende las velas, Silvia llama a Bea por Skype, Ana apaga las luces, y Valeria saca su objeto personal para colocarlo en el centro.

A continuación, todas se sientan en círculo, y se ponen a esperar a que Bea responda el tercer intento de llamada.

—¿Creéis que se habrá enfadado porque no la llamamos en la última RPU? —pregunta Estela.

—Noooo. Ya se le ha pasado… —dice Ana, que mira con atención la pantalla del ordenador.

—¡Hola, Princess! —contesta Bea por fin. Lleva una camiseta de manga corta y, aun así, da la sensación de que tiene un calor terrible.

—¿Dónde estás? —pregunta Ana.

—En Bangkok. Ya os contaré. ¿Está Valeria? ¡Quiero verla! —inquiere Bea.

Silvia mueve la pantalla del ordenador. Bea contempla a Valeria con curiosidad y el gesto serio, pero al cabo de un instante sonríe:

—¡Encantada de conocerte! Bueno, es un decir.

Entonces Estela toma la palabra y dice:

Princess, creo que hoy es un día muy especial para todas y cada una de nosotras…

—Ya está esta otra vez con el discursito —le dice Ana a Valeria.

—¡Shhh! No me interrumpas. —Estela coge aire y prosigue, solemne—: Como iba diciendo, hoy es un día importante porque no sólo estamos todas las Princess, sino que además contamos con una nueva integrante.

—¡He traído mi libro para ponerlo en el centro! —exclama Valeria.

—No vayas tan rápido. Eso luego —sentencia Estela, haciendo un gesto para que Silvia y Ana no pongan todavía sus objetos—. Para ser una Princess debes tener un nombre de Princess. —Las chicas guardan silencio—. Para empezar, ¿queremos que Valeria forme parte del grupo?

Ana es la primera en decir que sí. A continuación lo hacen Silvia y Estela. Sólo falta Bea, que dice:

—La verdad es que no te conozco, pero sé lo mucho que las has ayudado. Y si ellas dicen que sí, yo también digo… ¡sí!

—¡Gracias! —dice Valeria.

—Debes entender que lo que pasa en una Reunión de Princess Urgente se queda en esa RPU. —Valeria asiente con un gesto—. Asimismo, debes saber que publicamos un blog. Todas tenemos la contraseña. Te la daremos, y así podrás escribir siempre que quieras, con el consenso de todas. Por último, debes entender que el hecho de que seas una Princess implica que no les puedes fallar a las otras Princess. Las RPU nacieron para prestarnos apoyo mutuo ante cualquier eventualidad. Por lo general, hablamos de…

—¡CHICOS! —exclaman al unísono Bea y Ana.

—¡Vale! —responde Valeria, motivada.

—Primero tenemos que ponerte un nombre de princesa. ¿Alguna idea? —les pregunta Estela a las chicas.

—Bueno… Bea dijo un día que podía ser Ariel y, ¿sabéis?, aunque lo dijo sin pensar, ¡creo que el apodo le sienta perfecto! Como tiene el pelo tan rojo y es tan especial y diferente, se debería llamar ARIEL. Como la Sirenita, ¿qué os parece? —pregunta Ana.

—¡Me encanta! La princesa Ariel, que vive en el mar. ¡En otro mundo! ¡El Mundo de los Sueños! —exclama Valeria, emocionada.

Estela tenía razón cuando afirmaba que hoy era un día especial. Hay una nueva aspirante a Princess y se llama Ariel. Todas las chicas, empezando por Estela, ponen la mano en el centro del círculo. La última en ponerla es Valeria.

—A partir de ahora serás Ariel —dice Estela con solemnidad.

—¿Aceptas tu nuevo nombre antes de proclamarte Princess? —pregunta Bea.

Valeria acepta con una sonrisa de oreja a oreja, y Estela le da permiso para dejar su objeto en el centro, junto a la máscara de teatro, la pulsera, el diario de Ana y el peluche de Silvia. El objeto es el primer libro de Diego de Noche.

Las chicas aplauden y Estela le dice a Valeria:

—Ariel, te presento a Blancanieves, a Yasmin y a Cenicienta. Yo soy la Bella Durmiente. ¿Quieres decir tus primeras palabras como Princess?

Valeria sonríe a todas las chicas:

—Quiero daros las gracias a todas por haberme incluido en vuestro círculo. Debo deciros que desde el día en que os conocí quise formar parte del grupo. Sé que han pasado algunas cosas que… —Valeria mira a Silvia—. Bueno, quiero que sepáis que estoy muy orgullosa de pertenecer a las Princess.

Todas las chicas rompen en aplausos. Ahora empieza oficialmente la RPU. La Silvia toma la iniciativa:

—Ante todo, querría daros las gracias a todas vosotras por el apoyo que me habéis dado durante estas semanas. Para mí ha sido muy duro… De no haber sido por vosotras, y por Marcos, que es el mejor amigo y vecino que se pueda tener, yo… —La Princess no puede seguir y rompe a llorar. Las manos de Valeria y Ana tocan su espalda de inmediato.

—¿Estás muy triste? —le pregunta Bea.

—Pues la cosa va por días. Esta semana ha habido días en que he creído que lo he hecho bien, y noches en que pensaba en llamarle y pedirle que volviéramos.

—A lo mejor ha sido sólo un bache y lo podéis arreglar —le sugiere Ana.

—¿Un bache? ¿A chatear con otras y mentir le llamas un bache? Yo diría que es un abismo. Has hecho muy bien, Yasmin. ¡No des marcha atrás! —exclama Estela, con su espíritu rebelde.

Ahora es Valeria quien toma la palabra.

—Lo que sientes es normal, Silvia. Nos pasa a todas cuando cortamos con alguien. Lo echas de menos aunque te haya hecho un montón de daño, o aunque la historia se haya acabado sin conflictos. Es normal que pienses así, pero supongo que estamos aquí para apoyarnos, ¿no?

—Ya… Gracias, Valeria —responde Silvia—. Sin ir más lejos, ayer estaba eufórica y tan a gusto, pero hoy le enviaría un mensaje y quedaría con él para dar un paseo… No sé…

—¡Yo lo haría! —dice Ana, convencida—. ¿Qué pensáis vosotras?

La habitación de Silvia se convierte en un gallinero. Todas debaten sobre la extraña sensación que experimentas cuando cortas con una persona pero necesitas verla por mucho que te duela. Cada una tiene su propia opinión al respecto, pero todas coinciden en que sólo merece la pena hacer algo si luego van a volver, porque de lo contrario el dolor durará más tiempo, y además existe el riesgo de una recaída.

—Pues yo te entiendo perfectamente —comenta Ana—. A mí me pasa lo mismo.

—¿Con quién? —pregunta Silvia.

—Con Víctor, mi jefe…

—¡Lo sabía! —exclama Valeria.

Ana esboza una sonrisa.

—Pero a mí me pasa lo contrario. No he cortado; de hecho, ni siquiera hemos empezado. Sólo sé que me gusta, pero no tengo ni idea de cómo debo acercarme a él. Y, como en tu caso, la cosa va por días. A veces me da por pensar en que, si tanto me gusta, debería enviarle un mensaje para quedar con él. Pero en otras ocasiones creo que mejor será que me olvide porque es mi jefe y todo eso…

—¡Un segundo! ¡STOP! —grita Estela levantando la palma de la mano—. Nos estamos apartando del asunto. ¡Que levanten la mano las Princess que están enamoradas! —Ana, Valeria y Bea levantan la mano. Silvia se guarda la suya dentro de la manga del jersey—. Silvia, no has levantado la mano, y supongo que eso ya te dice mucho, ¿no?

Silvia se seca las lágrimas con un pañuelo.

—Sí, supongo que tienes razón. No sé…, es algo extraño… Es como si le necesitara, y necesitara sus abrazos, pero, al mismo tiempo, pienso en él y me ha decepcionado tanto que no puedo quererle. Pero de todos modos sigo echándole de menos. ¿Lo entendéis? En cuanto pienso en él me echo a llorar, pero ¡no sé si es por lo triste que me hace sentir la manera en que han ido las cosas o porque aún siento algo por él! ¡Soy más tonta…!

—De tonta nada… Eres una persona con sentimientos —la consuela Valeria—. No nos confundamos.

—Una cosa, Estela… —interrumpe Ana—. No has levantado la mano cuando has preguntado quiénes estábamos enamoradas.

A Estela le cambia la expresión. El silencio se adueña del grupo.

—Bien, supongo que ahora viene mi turno.

—¿No estás bien con Marcos? —pregunta Bea.

—Sí… No… No sé… —Estela coge la máscara de teatro, se la pone y dice haciendo la pantomima—: ¡La vida es puro teatro!

—Quítate la máscara y dinos la verdad… ¿Qué pasa?

Ana se pone seria. Estela se quita la máscara. Tiene lágrimas en los ojos.

—La vida me está cambiando muy deprisa. Veo las cosas de otra manera desde que sé que me voy a Argentina a trabajar como actriz —confiesa Estela, seria. Todas la están mirando—. Primero me alegré un montón, pero después comprendí que la cosa era más importante de lo que pensaba.

Las chicas se quedan atónitas. La primera en saltar es Ana:

—¡Un momento, un momento! ¿Acabas de decir que te vas a Argentina a trabajar como actriz?

—Sí. Estaba esperando la RPU para decíroslo. Estoy muy contenta, pero a la vez desconcertada. Pero ya sabéis… ¿Qué hago con Marcos?

En este instante se crea un pequeño silencio. Por un lado están orgullosas de Estela, pero por otro entienden su terrible disyuntiva.

—¿No quieres ir a Argentina? —pregunta Valeria.

—No, no es eso. En principio, claro que quiero ir. ¡Es mi sueño! ¡Soy actriz y no tengo fronteras! El otro día se lo dije a Marcos, y me respondió que quería venir conmigo, pero…

Silvia la escucha con atención. El día anterior estuvo con Marcos, y lo notó muy taciturno. Han hablado de Estela, y sabe que él tampoco tiene claro qué hacer.

—¿Y eso es bueno o malo? —le pregunta a Estela.

—No lo sé, la verdad. —Estela se muestra preocupada—. Estoy bien con él, con Marcos es imposible estar mal, ya lo sabes, es un encanto, pero siento como si la vida… nos separara. Ahora tiene trabajo y vuelve a centrarse en sus estudios. Si se viene conmigo tendría que dejar todo aquello que más le gusta. ¡La música! ¡Equivaldría a cortarle las alas! ¡Sería muy egoísta por mi parte! No sé. Además, con todo este asunto he tenido la cabeza en otro sitio, y tampoco hemos estado muy bien. No estoy bien con él, porque no lo tengo claro… Si me dan a elegir, elegiré sin duda mi carrera como actriz. Pero en tal caso, como decía antes Silvia…, ¿será que ya no estoy enamorada, por mucho que le quiera?

—Creo que deberías hablar con él —comenta Silvia.

—¿Por qué lo dices? —pregunta Estela.

—Porque Marcos es un chico estupendo, y es mi amigo, y me ha ayudado un montón con lo de Sergio, y le debes eso. No se merece otra cosa. Además, estas cosas es mejor hablarlas, créeme. Precisamente acabo de cortar con Sergio por no haber hablado en su momento. Aún estás a tiempo para intentar encontrar alguna solución. ¡No sé! Quizá podáis mantener el contacto en la distancia y ver cómo se desarrollan los acontecimientos más adelante. Porque yo no dejaría escapar a un chico tan especial sólo porque «la vida nos separa». Cuando te escucho, creo que aún te importa, y por eso creo que deberías hablar con él. ¡Seguro que te escuchará!

Estela gatea hasta Silvia y las dos Princess se dan un abrazo muy cariñoso. Ana se suma al abrazo, y después lo hace Valeria. Bea lo ve todo desde la pantalla del ordenador con los ojos anegados en lágrimas. Le encantaría estar con sus amigas y compartir ese cariño.

—¡Shhh! ¡Hola! ¡Estoy aquí! —exclama Bea, con mucha dulzura—. ¡Yo también quiero deciros algo!

Las Princess deshacen el abrazo múltiple y sonríen a la pantalla. Estela y Silvia tienen lágrimas por la emoción de sentir que, a pesar de sus dudas amorosas, por lo menos se tienen las unas a las otras.

—¡Dinos, Bea! —exclama Ana.

—Acabo de tener una idea. ¿Por qué no nos vamos un finde a la montaña o a la playa y despedimos a Estela como es debido? —pregunta Bea con una sonrisa de oreja a oreja.

—Pero ¿cómo? ¡Estás a millones de kilómetros de distancia! —exclama Ana.

—¡¡¡VUELVO A CASA!!! —En cuanto han oído esas palabras de Bea, las chicas, incluida Valeria, han formado una piña delante del ordenador—. Como lo oís. Sigo en Bangkok porque estamos esperando comprar los billetes de regreso. En unos días estaré por allí… De modo que ya sabéis…

Es una magnífica noticia para las amigas, que por unos momentos se olvidan de los amores, los exnovios y los malos rollos. El hecho de que su amiga regrese del viaje implica que volverán a estar unidas, y volverán a ser las de antes.

Las chicas se pasan las siguientes tres horas planeando cómo será su fin de semana. Todas juntas. Aún no saben cuándo volverá Bea, porque está esperando comprar el billete de vuelta, pero saben que será pronto. Lo suficiente como para planear un fin de semana y dejar volar la imaginación.

Las chicas bromean con Valeria y le cuentan que tendrá que hacer un rito de iniciación. Valeria les sigue el juego. Siente que pertenece al grupo. También le apetece un montón estar con ellas unos días y tomarse un respiro de la vida en la ciudad.

Por otro lado, Silvia está un poco más sosegada. Sabe que ahora le toca pasar un momento duro, pero sus amigas le hacen abrir los ojos. Como se suele decir, después de la tempestad viene la calma. Y Silvia siente que lo peor ya ha pasado. De momento no puede ver el futuro remoto. Por eso se concentrará en el día a día, poco a poco, paso a paso, hasta que esté preparada para volver a amar a otra persona. Ahora su corazón ha perdido una batalla, pero eso no significa que haya perdido la guerra. Debe descansar y curarse, y eso lleva tiempo. Pero ¿cuánto tiempo tarda un corazón en volver a amar?