Capítulo 27

Me arrodillo ante vos. No como príncipe, sino como hombre enamorado.

Por siempre jamás, de ANDY TENANTT

Jueves por la tarde, de camino a la radio

La semana ha sido especialmente dura para Ana. Lidia ha vuelto a caer muy bajo con el asunto de la foto en la discoteca. En casa tampoco ha tenido la oportunidad de hablar con ella o, por lo menos, saber qué le pasa. ¿Puede existir tanta maldad en una sola persona? Ana lleva toda la semana pensando en ello, y la verdad es que empieza a estar un poco harta. ¡Además, vive con ella! Se siente como si estuviera compartiendo piso con el mismo diablo. Pero ¿qué debe hacer? ¿Hablar con ella o pagarle con la misma moneda?

La Princess se siente atada de pies y manos. Ha intentado hablar con ella en numerosas ocasiones, pero Lidia es como un pez escurridizo y se le da muy bien esconder el bulto. Tampoco se ve capaz de seguirla para hacerle una foto y colgarla en Internet. Eso sería jugar sucio, y no es su estilo en absoluto.

La única solución es resignarse. Ana siempre ha evitado los conflictos y se ha decantado por el diálogo. Es la única manera eficaz de diluir la incompatibilidad de caracteres. Cuando el diálogo no ha surtido efecto, la Princess se ha retirado de la contienda sin perder el respeto, porque no le gusta tener enemigos. Por eso cree que lo mejor será seguir trabajando como siempre, y esperar a que el tiempo le dé la razón o, sencillamente, Lidia recapacite y deje de molestarla.

Cuando llega al estudio de Radio Bimba, Lidia está frente al ordenador y no la saluda. La Princess tampoco le dice nada, aunque le molesta ese tipo de tensión. Abre el correo del programa. El mismísimo Diego de Noche le confirma que acudirá al programa para una entrevista. La Princess sabe que es el escritor favorito de Valeria, y está segura de que ella va a alucinar.

—¡Qué guay! —exclama Ana.

Diego de Noche no es muy dado a las entrevistas, tan sólo acepta acudir a la radio muy de vez en cuando. Es un escritor muy misterioso que no se deja ver en los medios. Nadie sabe qué aspecto tiene. Sus libros no muestran nunca su foto junto a la biografía.

—¿Qué pasa? —inquiere Lidia.

—Diego de Noche va a venir al programa. ¡Esta noche!

—¿Y?

—¿No te gusta? —pregunta Ana, dándole coba a Lidia.

—Bueno, es el típico escritor mediocre. No sé por qué te pones así.

El comentario de Lidia hace que a Ana se le encienda una bombilla. Coge el móvil disimuladamente al tiempo que pregunta:

—¿Qué quieres decir?

—Lo que oyes. Que es un escritor del montón. A esta radio ha venido gente mucho más interesante.

—¿Por qué lo dices? —pregunta Ana para tirarle de la lengua.

—Se nota que Víctor está perdiendo facultades. Ha puesto el listón muy bajo de un tiempo a esta parte. «Llévame contigo» podría ser mucho mejor de lo que es… si no lo dirigiera Víctor.

Después de este comentario, la Princess se levanta de sopetón con el móvil en la mano. De pronto se siente capaz de decirle todo lo que piensa. Entonces la mira fijamente y la interpela:

—¿Me vas a dejar en paz?

—¿Cómo? —pregunta Lidia.

—Que quiero que dejes de robarme las ideas, y de hacerme fotos y colgarlas en el Facebook del programa.

Ana se está enfrentando a ella, parece que sin venir a cuento.

—Oye, ¿qué te pasa? Piensa que tengo mucha confianza con Víctor, así que no te juegues el trabajo conmigo.

Lidia esboza una sonrisa vengativa.

La Princess le enseña el móvil y le espeta:

—Lidia, he grabado la conversación que acabamos de mantener. Si se la enseño a Víctor, ¿qué puesto de trabajo crees que peligraría, el mío o el tuyo? O quizá prefieras que la cuelgue en Internet, como hiciste tú.

Lidia enmudece de golpe.

—Está bien. ¿Qué quieres que haga?

Ana suspira y se guarda el móvil.

—Lo único que quiero es que me dejes en paz. Que hagas tu trabajo y ya está.

Lidia asiente con un gesto, pero se nota que algo le hierve por dentro. Entonces se levanta y, antes de pasar por la puerta, ladea la cabeza y le suelta:

—Quiero que te marches de casa.

La Princess ya se esperaba una respuesta así. Era lo que cabía esperar de una persona tan rencorosa como Lidia. Ana volverá a hacer las maletas, y además con mucho gusto. Se fue de casa de sus padres para encontrar la libertad, y ahora siente que salió del fuego para caer en las brasas.

Por fin ha hallado la paz que buscaba. Espera que Lidia deje de causarle problemas. Y entonces repara en que, a pesar de sus amenazas a Lidia, en realidad no ha grabado nada. Ana se ríe sola de su tremenda torpeza. Tiene la suerte de su lado.

Poco después, en pleno directo de «Llévame contigo»

Todavía falta una hora para que Valeria llegue a la radio. Ana recibe una llamada de José, que le anuncia que el invitado de la noche va de camino. Ana se pone las pilas y lo espera a la salida del ascensor. Sabe que es el escritor favorito de Valeria y quiere atenderlo bien.

Cuando se abren las puertas del ascensor se queda atónita. ¡La cara del autor le suena muchísimo! La chica se presenta:

—Me llamo Ana. Soy redactora del programa «Llévame contigo».

—Hola, yo soy Diego —le dice mientras le estrecha la mano.

La Princess se lo queda mirando. Trata de recordar de qué le suenan esa cara y, sobre todo, ese estilo de vestir, pero no recuerda dónde lo había visto antes. ¿Tal vez en televisión? Ana tiene muy buena memoria; de hecho, tiene una memoria fotográfica, y está convencida de conocer a Diego de algo. Por eso no deja de repetir el nombre del invitado mientras lo acompaña al estudio: Diego, Diego, Diego… Cuando se lo presenta a Víctor se acuerda del chico misterioso de Valeria y… Parece una locura lo que le está pasando por la cabeza a la pequeña de las Princess, pero tiene que averiguar si está en lo cierto.

—Perdona, Diego, ¿te puedo hacer una pregunta?

—Sí, claro, para eso he venido —responde el escritor.

—¿Conoces a una tal Valeria? Trabaja en una tienda que se llama El Mundo de los Sueños.

Diego se pone colorado.

—Sí… La conozco.

Ana se tapa la boca con las manos. Sería casi un milagro que el chico misterioso de Valeria fuera el mismísimo escritor Diego de Noche. En todo caso, lo cierto es que Diego de Noche está en la radio y Valeria se va a llevar una sorpresa increíble.

—Pero ¿tú y yo nos conocemos? —pregunta él.

—En realidad, no; pero tengo buena memoria y… —Ana hace tiempo para ingeniarse una buena respuesta—. Valeria me ha hablado de ti, bueno, de Diego, porque le encantan tus libros y de… Damián.

El chico vuelve a enrojecer.

—¿Sabes que Valeria colabora en una sección del programa?

—No… No lo sabía —contesta Diego, sorprendido.

—Pues hoy va a venir.

Ana esboza una sonrisa pícara. La Princess sabe que algo grande va a pasar esta noche en la radio. Por eso llama la atención a Víctor para hablar a solas. El director sigue a Ana con curiosidad y, cuando están en el estudio y nadie les escucha, ella le cuenta la idea que ha tenido.

—No te lo vas a creer. ¡Valeria es fan de Diego de Noche!

—Y yo soy fan de Diego —responde Víctor, sonriente.

—¡Sí! Pero ella es… —Ana se queda un segundo en silencio, pensando en cómo le contará a Víctor la historia de amor de Valeria. Entonces decide explicarle la idea que ha tenido para entrevistar Diego. Es una idea original y romántica, y, por supuesto, a Víctor le encanta.

Una hora más tarde, en la calle

Los termómetros marcan cero grados, y los coches se tiñen de una escarcha blanca. Muerta de frío, Valeria está a punto de llegar a la radio. No se puede quitar a Damián de la cabeza desde el día en que quedó con él para cenar. No deja de rememorar las conversaciones que tuvieron, así como la despedida frente a la oficina de correos. Damián le dijo que estaba encantado de haberla conocido. Puede parecer una tontería, pero era la primera vez que alguien se lo decía. Nada más pensar en él, se le dibuja una sonrisa y le brillan los ojos, pero aún es demasiado temprano para adelantar acontecimientos.

Durante la mudanza de Silvia se enviaron algunos mensajes, y han quedado para cenar mañana por la noche. Valeria se sorprende a sí misma contando las horas que le faltan para ver a ese chico «misterioso». ¿El tener unas ganas locas de ver a alguien es un indicio de que estás comenzando a enamorarte? Desde luego que sí, aunque sólo se sabrá si es auténtico cuando se consume definitivamente.

Por fin llega a Radio Bimba. José la saluda como siempre, pero cuando está esperando el ascensor nota algo extraño y muy poco habitual.

—Valeria ya está aquí —oye susurrar al portero.

La llamada de José era la señal para poner en marcha el plan de Ana. Sin perder tiempo, lleva a Diego a la zona de cafés para que espere allí. La idea es que el escritor y Valeria no coincidan. Por eso la conduce directamente al estudio, donde la espera Víctor. El encuentro entre su amiga y Diego será en pleno directo, y Víctor le ha dado el visto bueno a su gran idea.

¡Estamos en el aire!

Valeria anda algo desubicada. Está en el estudio, al lado de Víctor. Debe guardar silencio hasta que el director le dé paso. Observa a Ana y a todo el equipo, concentrados con las llamadas y la producción, y siente que está pasando algo, aunque no sabe el qué.

Antes de que comience la sección del consultorio sentimental de las Princess, Víctor levanta el pulgar y Ana le responde con un gesto de «OK».

—Ha llegado el momento de la entrevista. Hoy tenemos a un invitado muy especial. Es un escritor muy querido por esta casa, pero antes… Buenas noches, Valeria.

Esta no se esperaba ni por asomo que Víctor fuera a darle la palabra. Se pone en guardia.

—Buenas noches, Víctor.

—Estimados oyentes. Cuando haya concluido la entrevista, Valeria nos echará las cartas, pero aprovechando que está aquí queremos hacer una prueba. ¿Aceptas?

Valeria asiente con una sonrisa nerviosa. Ana ha entrado en el estudio con una venda y le tapa los ojos.

—Acabamos de taparle los ojos a Valeria, para que adivine quién es el invitado de esta noche. Valeria, ¿cómo andas de lecturas?

—Me gusta leer, sí, pero no sé si lo podré adivinar… —se excusa.

Ana entra en ese momento, acompañada por Diego. Este se pone colorado como un tomate, aun antes de ver a Valeria, y eso que sabía que se iba a encontrar con ella. Víctor le sonríe y le estrecha la mano en silencio.

—Bien, pues el invitado ya está con nosotros; en concreto, al lado de Valeria. ¿Ves algo?

—No, no veo nada —comenta ella.

—Perfecto, quiero que le toques las manos a nuestro invitado.

Víctor le hace una señal a Diego para que acerque las manos a Valeria.

—Es imposible reconocer a nadie por las manos. —Valeria entra en el juego.

—¿Las podrías definir? —pregunta Víctor.

Valeria acaricia con suavidad las manos de un Diego que trata de ocultar los nervios como buenamente puede.

—Son unas manos suaves. Tiene las yemas de los dedos lisas, se nota que debe de escribir mucho en su teclado… ¡y también en papel! Tiene un bultito en el dedo izquierdo. ¡Es zurdo! Eso le pasa a mucha gente que escribe con boli.

—¿Estás intentando decir que nuestro invitado tiene un callo en el dedo?

—¡Sí! —exclama Valeria, que se ríe y le acaricia las manos a Diego con más confianza—. A ver qué más… No lleva anillos. Eso significa que o bien no está casado, o bien no le gustan los anillos.

Diego asiente y Víctor anima a Valeria:

—¿Nos puedes decir algo más?

—Que se pone crema en las manos; al menos, hoy. Las tiene muy cuidadas… ¡y no se come las uñas!

—Un momento, un momento. ¿Estás intentando decir que nuestro invitado tiene las uñas largas?

—No… ¡Lo que quiero decir es que se las cuida! ¿Continúo?

—Adelante. De momento vas bien.

—Tocándole las palmas de las manos… aunque es difícil de precisar, porque las hendiduras no están muy marcadas y tengo los ojos vendados, así que no puedo verlas para comprobarlo, noto que tiene la línea de la vida muy larga, y la del corazón se le cruza. Es un hombre muy pasional, pero también muy tímido. Puede que por este motivo sea escritor.

—¿Y puedes adivinar quién es?

—No, la verdad es que no.

—Te daré una pista.

Víctor levanta un papel, donde hay escrita una frase para que Diego la lea en voz alta.

—Soy una flor que sólo florece de noche.

A Valeria le empiezan a temblar las manos y Víctor le hace una señal a Ana para que le quite la venda. La chica se frota los ojos: a su derecha está Diego de Noche y también su Damián, el ¡chico misterioso!

—Hola, Valeria —la saluda Damián, con timidez.

—¡¿Damián?! —pregunta Valeria de manera espontánea.

—¡Es Diego de Noche! —exclama Víctor.

Valeria no puede ni hablar.

—¿Cómo…? Pero tú… ¡Eres mi autor favorito! Pero me dijiste que te llamabas…

Víctor mira a Diego de Noche como si le diera paso para que se explique.

—Os voy a contar algo que nunca le había dicho a nadie. Como sabéis, soy muy celoso de mi intimidad, y firmo mis libros con el pseudónimo de Diego de Noche, pero en realidad me llamo Damián. No decidí cambiar de nombre porque el verdadero no me gustara… Se trata de una historia mucho más compleja.

—Atención, queridos oyentes —le corta Víctor—. Hoy, en «Llévame contigo», Diego de Noche nos va a desvelar uno de sus mayores secretos. ¿Por qué se hace llamar Diego de noche? ¡Adelante!

—Por la planta —contesta Valeria, convencida.

—Eso es. Cuya flor es muy especial. Mi flor favorita.

—Y la mía —contesta Valeria, que está alucinando.

—El Diego de Noche es una flor que de día se encierra y no se deja ver, pero cuando llega la noche se abre y deja al descubierto toda su belleza. Puede ser de color amarillo, rosa o violeta y tiene forma de campanilla. Damián es como esa flor. Soy tímido y cerrado, y me cuesta un montón expresar mis sentimientos…, pero cuando me convierto en Diego de Noche y me pongo a escribir, me sale todo el amor que plasmo en mis libros. Entonces soy abierto, romántico y ardiente. Pero sólo cuando escribo.

—Y ahora que conocemos tu doble identidad, ¿con cuál de las dos te quedas? ¿Quién eres ahora? ¿Diego o Damián?

—Pues antes creía que era imposible que Diego saliera a la luz y que sería un Damián triste y callado para siempre, pero ¿saben qué?

—¿Qué? —pregunta Víctor ante la mirada atenta de Valeria.

—Que hace unos días conocí a una chica maravillosa, que me da tanta fuerza y energía que creo que pasará mucho tiempo antes de que vuelva a cerrarme. A tu lado, Valeria, no tengo miedo a abrirme. Ni de día, ni de noche. Me siento más Diego que nunca.

El técnico de sonido inserta unos aplausos, y Víctor da paso a la publicidad y a un pequeño reportaje informativo. Ana aprovecha para acercarse a Valeria, que no puede dejar de mirar a Damián con la boca abierta.

—¿Te ha gustado la sorpresa? —pregunta Ana, sin esperar una respuesta. Tan sólo le guiña el ojo y sale del estudio con Víctor para dejarlos a solas.

Valeria no sabe qué responder. De hecho está un poco taquicárdica y se toma un poco de agua para hacer bajar la emoción.

—Para mí también ha sido una sorpresa, ¿eh? No sabía que trabajabas aquí —añade Damián—. Ha sido cosa del destino.

—Y ¿por qué no me dijiste quién eras? —pregunta Valeria con los ojos como platos.

Damián se le acerca y le susurra al oído para que nadie lo oiga:

—Porque quería comprobar que me querías a mí, y no al escritor famoso, y… por miedo, porque estoy locamente enamorado de ti.

En el mismo instante, en casa de Marcos

Silvia ha bajado a cenar con Marcos. Después de ver una película han puesto la radio para escuchar a Ana. De alguna manera, Silvia siente la casa de Marcos como suya. De hecho, ha bajado en chándal y zapatillas, llevando consigo una fiambrera con unos trozos de bizcocho de yogur que ha preparado esa misma tarde.

Marcos estaba algo pensativo esta noche. No le ha querido contar a Silvia el problema que tiene con Estela, y por eso está inquieto. Piensa que el otro día, en la terraza del Piccolino, se precipitó al decirle que quería irse con ella de viaje. Ahora, pensándolo en frío, la idea de dejarlo todo le resulta difícil de asimilar. De alguna manera siente que siempre está a merced de lo que diga o haga Estela.

Son casi las cuatro de la madrugada, y los dos se encuentran acurrucados en el sofá, tapados con una manta, escuchando el programa de Ana.

—Me estoy durmiendo… —Marcos cierra los ojos.

—Sí. Un momento, ya me voy. Pero ¿acabas de escuchar lo que ha pasado? —le comenta Silvia, refiriéndose a la radio.

—No… Yo ya estoy en otro mundo.

—¡Valeria ha conocido a Diego de Noche! Es su escritor favorito, ¿lo sabías? ¡Y este se le ha declarado en directo!

Silvia se vuelve, a la espera de que Marcos le responda, pero este ya está dormido.

La Princess baja el volumen de la radio, mira a su amigo y lo arropa. No tiene nada de sueño y, aunque debe madrugar al día siguiente, aún no quiere subir a casa. Sabe que no podrá conciliar el sueño, que dará un montón de vueltas en la cama, y que se pondrá muy nerviosa recordando todo lo ocurrido.

Trata de escuchar todo el programa hasta el final. Así volverá a casa algo más cansada, y podrá dormir al menos dos horitas antes de irse a la uni. A Silvia no le gusta nada quedarse dormida en clase. Lo suyo es irse a la cama temprano, pero ahora necesita hacer cosas diferentes para no pensar en Sergio y olvidarse de él lo antes posible. El hecho de dormir tarde y levantarse temprano es su manera de sacarse de la cabeza al chico a quien tanto ha amado.

Poco a poco, y como era de esperar, Silvia va cerrando los ojos, reconfortada por el calor de la manta y oyendo la radio de fondo. Cuando está a punto de sumirse en el sueño, Marcos hace un movimiento inconsciente, se acerca a ella y le coge la mano. Silvia nota cómo se le acelera el corazón. Mira a su amigo, pero este duerme como un angelito. Silvia se queda quieta, pues tiene miedo de despertarle. Al final consigue relajarse y, aunque sea en un sofá de pequeñas dimensiones, puede descansar lo poco que le queda de noche.