—Macho´s Club, ¿dígame?
—…
—¿Dígame?
—Perdón, ¿es ahí…?
—Sí. Macho´s Club. ¡Dígame!
—¿Es el sitio ese que se anuncia en el periódico?
—Sí.
—Mire, yo… La verdad es que yo… No sé cómo decírselo.
—Le escucho. Dígame.
—La verdad es que yo… Bueno, pues…
—¿Sí?
—Quiero decir que… Quiero decir que necesitaría algo… algo muy especial.
—¿Cómo qué? ¿Un ménage à trois? ¿Sadomasoquismo o algo así? Aquí todo es muy especial. Nuestros chicos…
—No, no es nada de eso. Escúcheme. No es fácil de explicar, pero lo intentaré. Mire, yo…
—Espere un momento.
—…
—(Otra voz): Macho´s Club, ¿dígame?
—Perdone, como le dije… como le dije, yo quería algo un tanto particular.
—Sí. Dígame…
—¿Podrá escucharme un momento, por favor?
—Se lo explicaré.
—Le escucho. Dígame…
—Pues vera: Para el próximo día treinta de enero; es decir, para el sábado de la semana siguiente… El treinta cae precisamente en sábado. No todos los años el treinta de enero cae en sábado…
—…
—Pues verá, para ese día quería que, en Cuenca…
—¿En Cuenca?
—Sí, sí. Verá… Pues necesitaría que alguien, que un chico, ese día…
—…
—¿Me está escuchando?
—Sí. Siga, siga. Le escucho.
—Pues necesitaría que un chico fuese ese día a Cuenca y que me esperara en una calle… que paseara por allí como por casualidad. Quiero decir por la calle de San Pedro… a las seis de la tarde… Es algo muy… Ya le dije que…
—Comprendo. Pero no sé si será posible…
—Se lo ruego… Mire, el chico… el chico debe caminar por la calle de San Pedro a las seis exactamente de la tarde, por la acera de la izquierda, desde el castillo hasta la plaza Mayor… Yo bajaré en el mismo sentido y a la misma hora para coincidir con él y encontrarle. Bajaré por la misma acera, un poco distanciado, pues debo encontrarle yo a él, no él a mí… ¿Me entiende?
—Va a ser un poco complicado, ¿no le parece?
—Por favor, escúcheme. Pagaré lo que haga falta, pero debe hacerse tal como yo digo. Si no, no servirá. El chico… el chico tiene que ser también muy especial. Con el pelo moreno, debe tener unos dieciocho o diecinueve años; de estatura, entre ciento setenta y cinco y ciento ochenta centímetros, y deberá ir vestido como yo le diga. Además… a mitad de la calle tendrá que pedir a algún anciano un cigarrillo.
—¿Un anciano? ¿Y si no hay un anciano a esa hora por la calle?
—Tendrá que haberlo. Es imprescindible. A ese anciano el chico le pedirá un cigarrillo, el anciano se lo dará y después también le dará fuego. Ése será el momento en que yo miraré al chico de soslayo. Con el cigarrillo encendido, el chico seguirá andando, yo me cambiaré de acera para verle mejor y él, de pronto, volverá sus ojos hacia mí y me lanzará una de esas miradas que impresionan, ya sabe… El chico seguirá después andando y yo iré detrás de él. Atravesaremos paralelamente la plaza Mayor y luego llegaremos a Alfonso VIII, donde…
—Creo… Escúcheme… Creo que no va a ser posible. Si quiere otra cosa: masoquismo o sadismo… Cualquier cosa, pero no teatro en plena calle. Me parece que…
—Por favor… Se lo suplico. Pagaré lo que sea. Es importante para mí, muy importante.
—Me parece que se ha equivocado de sitio. Usted no quiere sexo, ¿verdad?
—No. No exactamente.
—Usted quiere revivir alguna fantasía, alguna experiencia pasada, ¿no es eso?
—Sí. Más o menos.
—Pues se ha equivocado de sitio.
—Por favor…
—Lo siento.
—¿Podría…? ¿Podría intentarlo? Sólo se trata de que un chico vaya a Cuenca y…
—Lo siento.
—El chico sólo tendrá que caminar por la calle de San Pedro a las seis de la tarde…
—…
—Es relativamente muy sencillo. Es… ¿Cómo le diría? ¿Me oye?
—…
—Se lo suplico. Hasta dentro de unos años no volverá a haber otro sábado que coincida con el treinta de enero y entonces… entonces yo no sé si…
—…
—Por favor… ¿Me oye?
—…
—Se lo agradecería. Sinceramente, yo…
—…
—…
—(Otra voz): Macho´s Club, ¿dígame?
—…
—Macho´s Club, ¿dígame?
—…
Madrid, Benidorm, 1992/98