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Starbucks

Bordentown, Pensilvania

Cabra caminó kilómetros y kilómetros con el barro cubriéndole hasta los tobillos. No estaba hecho para ese tipo de actividad física, así que a medio camino en dirección a la autopista ya tenía los músculos doloridos. Trató de darse ánimos evocando las imágenes de las miles de historias de las que había sido testigo. Soldados cargando con más de veinte kilos de equipo a lo largo de cuarenta kilómetros de desierto bajo el sol infatigable de Arabia. Grupos de médicos, de Médicos sin Fronteras, caminando durante días por una jungla de malaria, decididos a llevar suministros médicos a las aldeas más remotas. Cosas de ese tipo. Ayudó, pero no mucho.

Lo que lo impulsó realmente a seguir adelante fue la voz de Volker. Llevaba los auriculares puestos, así que estuvo escuchando la grabación que había hecho Billy Trout en casa del médico. Ya entonces la conversación le había dado miedo, pero durante la caminata le produjo pavor.

Cuando por fin llegó a la autopista enseguida lo recogió el conductor de un tráiler que viajaba de Akron a Baltimore. Cabra le soltó la mentira de que se le había estropeado el coche. Al tipo le daba igual, pero pareció disgustado por el hecho de que Cabra lo acompañara solo durante un trayecto de ocho kilómetros, hasta Bordentown. El camionero tenía sintonizada la emisora de Magic Marti, que informó de que la tormenta daba muestras de comenzar a debilitarse. Resultaba algo difícil de apreciar cuando te caía encima. Quizá la lluvia fuera un poco menos intensa, supuso Cabra.

Se bajó delante de la puerta del Starbucks, invitó a café al camionero y este se lo llevó para bebérselo por el camino. Cabra buscó la mesa más aislada, abrió el portátil y se puso a trabajar.

Lo primero que hizo fue abrir los archivos de los pendrive de Volker y mandárselos a sí mismo por correo electrónico a distintas cuentas de correo. Mandó ese mismo correo también a Trout y a su editor, Murray Klein. Y luego actualizó su cuenta de Twitter y subió un anuncio en el que prometía «Noticias de última hora, próximamente». Una vez hecho todo eso, grabó la entrevista con el doctor en ficheros MP3.

Y entonces esperó a que lo llamara Trout.