[1] Alberto Palcos, «Prólogo» al Facundo, La Plata, Universidad Nacional, 1938. <<
[2] Emma S. Speratti Piñero, Introducción y notas al Facundo, México, Nuestros Clásicos, U. N. A. M., 1957. <<
[3] Jean-Pierre Faye, «Théorie du récit», en Change N° 1, París, 1969. <<
[4] Sarmiento, «Carta a Calandrelli», del 12/8/81 (en Facundo, ed. cit.): «…habiéndome criado en una provincia apartada y formándome sin estudios ordenados, la lengua de los conquistadores había debido conservarse allí más tiempo sin alteraciones sensibles». <<
[5] Jorge Luis Borges, «Prólogo» a Recuerdos de Provincia, Buenos Aires, Emecé, 1943. <<
[6] Noé Jitrik, Muerte y Resurrección de Facundo, Buenos Aires, CEAL, 1968. <<
[7] «¿Creeráse que tanta mediocridad es natural a una ciudad del interior? ¡No! Ahí está la tradición para probar lo contrario». (Cap. IV). <<
[8] Facundo, cap. IX. <<
[9] Enrique Anderson Imbert, «El historicismo de Sarmiento», Cuadernos Americanos, Año IV, N° 5, México, 1945. <<
[10] Adolfo Prieto, La literatura autobiográfica argentina, Rosario, Facultad de Filosofía y Letras, 1963. <<
[11] Alberto Palcos, El Facundo, Buenos Aires, Editorial Elevación, 1945; Allison Bunkley, Vida de Sarmiento, Buenos Aires, Eudeba, 1965. <<
[12] Juan Luis Guerrero, Tres temas de Filosofía argentina en las entrañas del Facundo, Buenos Aires, 1945. <<
[13] Alberto Palcos, «Prólogo» a Facundo, ed. cit. <<
[14] En este sentido puede entenderse la Nota Segunda de Valentín Alsina; le señala en ella una cierta «propensión a los sitemas» o, lo que es lo mismo, a la superposición de un sistema sobre la realidad. <<
[15] Jacques Lafaye (Sarmiento on Martí A propos de «D. F. Sarmiento, éducateur et publiciste, entre 1839 et 1852», de Paul Verdevoye. Sobretiro de Langues Néo-Latines, Mai 1965, N° 172) sostiene que el grupo contra el que Sarmiento lucha es la «aristocracia», en cuya descripción convergen nociones variadas: modo de producción, origen racial, costumbres, valores, pretensiones, etc. La guerra entre Dávilas y Ocampos, en La Rioja, ejemplificaría esa designación que resulta, sin embargo, calcada de otros conflictos entre clanes, recogidos por la literatura. Más propio sería considerar que su toma de distancia respecto de grupos en el interior de la misma clase tiene un fundamento económico y que se centra, finalmente, en la oposición entre grupos preburgueses del interior y sectores ya más burgueses de Buenos Aires. <<
[16] Pedro Henríquez Ureña, «Perfil de Sarmiento», Cuadernos Americanos, Año IV, N° 5, México, 1945. <<
[17] Ezequiel Martínez Estrada, Meditaciones Sarmientinas, Santiago, Editorial Universitaria, 1968. <<
[18] Raúl Orgaz, Sarmiento y el naturalismo histórico, Córdoba, Imprenta Rossi, 1940. <<
[19] Y de la manera misma de componer descripta en la «Advertencia a la Primera Edición»: «Al coordinar entre sí sucesos que han tenido lugar en distintas i remotas provincias, i en épocas diversas, consultando a un testigo ocular sobre un punto, rejistrando manuscritos formados a la lijera, o apelando a las propias reminiscencias…». <<
[20] Pedimos la palabra al mismo Sarmiento en la Carta a Alsina, «Prólogo» a la Segunda Edición: «por retocar obra tan informe, desapareciese su fisonomía primitiva, i la lozana i voluntariosa audacia de la mal disciplinada concepción». <<
[21] Todo el episodio de las notas de Alsina y las correcciones a que dan lugar, así como las ya bien estudiadas razones de las supresiones en las ediciones segunda y tercera, muestra por un lado la fuerza que podía ejercer sobre su actitud textual, por decir así, la lucha política; hace concesiones a Alsina en medio de una general tendencia al utopismo pero que contrarresta —y eso es lo que indica esta concesión— mediante una voluntad de inscripción en un campo real; creo que, contrariamente a lo que se piensa —como mito burgués encubridor—, Sarmiento examinaba fuerzas concretas, sobre todo políticas, y negociaba con ellas (su opción por el Partido Conservador chileno cuando todos esperaban que se decidiera por el Liberal), no pretendía inventarlo todo pero tampoco renunciaba a que ese «todo» no se encaminara a alguna parte; de ahí el juego entre oportunismo e independencia, la finalidad era superior, la finalidad era, repito, constituir una clase y un país simultáneamente. Si lo comparamos con Echeverría, que se mantiene dentro de un enclaustramiento de fundador conceptual, o con Alberdi, que elige con similares criterios morales y políticos pero equivocando tal vez la oportunidad, concluiremos que en la acción de Sarmiento no está ausente cierto ideal del éxito. <<
[22] Norberto Pinilla, La polémica del Romanticismo en 1842, Buenos Aires, América lee, 1943. <<
[23] Línea permanente en Sarmiento: en el «Prólogo» a la Primera Edición, en cuyo primer párrafo emplea la palabra «desterrado», dice al final: «Los que conocen mi conducta en Chile, saben si he cumplido aquella protesta». <<
[24] E. M. Eisenstein, «Structure, Montage, Passage», en Change N° 3, París, Scuil. 1968. <<
[25] Noé Jitrik, Producción literaria y producción social, Buenos Aires, Sudamericana, 1975. <<
[26] Noé Jitrik, «El tema del canto en el Martín Fierro», en El fuego de la especie, Buenos Aires, Siglo XXI, 1972. <<
[27] Sergio Bagú, El plan económico del grupo rivadaviano, Rosario, Facultad de Filosofía y Letras, 1966. <<
[28] Recordar la escuela de los hermanos Rodríguez, en San Juan, y el papel que jugó en la formación de la personalidad de Sarmiento; los niños eran llamados «ciudadanos», y los premios eran esencialmente republicanos. Cf. Recuerdos de Provincia y Facundo, final del Cap. IV. <<
[29] Cf. Cap. V: «Toda la vida pública de Quiroga me parece resumida en estos datos. Veo en ellos el hombre grande, el hombre de jenio a su pesar, sin saberlo él, el César, el Tamerlán, el Mahoma». <<
[30] José Ingenieros, Hacia una moral sin dogmas, Buenos Aires, Talleres Gráficos de L. J. Rosso, 1937. <<
[31] Julia Kristeva, La révolution du langage poétique (B, III, «Instances du discours et altération du sujet»), París, Scuil, 1974. <<