«Parece que la guerra se reaviva en Flandes, y los más oficiales y soldados que estaban en Madrid han tomado resolución de partirse a los ejércitos, viendo el poco despacho que aquí se hace, y la ocasión que allí hay de botines y beneficios. Cuatro días ha que fuese el Tercio Viejo de Cartagena con sus cajas y banderas; que como sin duda sabe vuestra merced, fue reformado después de aquel terrible diezmo que hubo hace dos años en la jornada de Fleurus. Casi toda es gente veterana, y se esperan grandes sucesos en las provincias rebeldes.
A otro propósito, ayer lunes fue muerto de modo misterioso el capellán de las adoratrices benitas, padre Juan Coroado. Era este sacerdote de conocida familia portuguesa, buen mozo, de gallarda planta y reconocida parola en el púlpito. Parece que estando a la puerta de su parroquia se le llegó un hombre joven embozado, y sin mediar palabra pasólo de parte a parte con un estoque. Murmuran de galanteos, o venganzas. El matador no fue hallado.»
(De los Avisos de José Pellicer)