EXTRACTOS DE LAS FLORES DE POESÍA DE VARIOS INGENIOS DE ESTA CORTE

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Impreso del siglo XVII sin pie de imprenta conservado en la Sección «Condado de Guadalmedina» del Archivo y Biblioteca de los Duques del Nuevo Extremo (Sevilla).

ATRIBUIDO A DON FRANCISCO DE QUEVEDO,

INSCRIPCIÓN AL MARQUÉS AMBROSIO SPÍNOLA, QUE GOBERNÓ LAS ARMAS CATÓLICAS EN FLANDES.

Soneto

Lo que en Troya pudieron las traiciones,

Sinón y Ulises y el caballo duro,

Pudo de Ostende en el soberbio muro

Tu espada, acaudillando tus legiones.

Cayó, al aparecer tus escuadrones,

Frisa y Bredá por tierra, y, mal seguro,

Debajo de tus armas vio el perjuro

Sin blasón su muralla y sus pendones.

Todo el Palatinado sujetaste

Al monarca español, y tu presencia

Al furor del hereje fue contraste.

En Flandes dijo tu valor tu ausencia,

En Italia tu muerte, y nos dejaste,

Spínola, dolor sin resistencia.

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DEL CABALLERO DEL JUBÓN AMARILLO

A ÍÑIGO BALBOA, EN SU VEJEZ

Soneto

Vive Dios, que no alcanzo diferencia

Del hidalgo que en Flandes fue soldado

Al joven mochilero vascongado

Que dio cumplida fe de su existencia.

Añorando los lances y experiencia

Que de tu espadachín nos has contado,

El orbe, de su acero acuchillado.

Con llanto militar llora la ausencia.

Fue su valor tu dignidad y suerte;

Y a todo quien asista a vuestra historia

Espantará lo que con él viviste.

Por ti, pese al olvido y a la muerte,

Conocerán los hombres la memoria

Del capitán don Diego de Alatriste.

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DE DON PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA

DEFENSA DEL CUARTEL DE TERHEYDEN
SACADA DE LA JORNADA III DE LA COMEDIA FAMOSA DE «EL SITIO DE BREDA»

Romance

D. FADRIQUE BAZÁN:

¡Oh. si llegara por este

Puesto de los españoles

Enrique. Qué alegre día

Fuera a nuestras iniciaciones!

D. VICENTE PIMENTEL:

No somos tan venturosos

Que esa dicha, señor, logre.

ALONSO LADRÓN: capitán

Yo apostaré que va a dar

Allá con esos flinflones.

Con quien se entienda mejor.

Que dicen, cuando nos oyen

«¡Santiago! ¡Cierra, España!»,

Que aunque a Santiago conocen

Y saben que es patrón nuestro

Y un apóstol de los doce,

El Cierra España es el diablo;

Y que llamamos conformes

A los diablos y a los santos,

Y que todos nos socorren.

D. FRANCISCO DE MEDINA:

Si en el camino de Amberes

Viene marchando, se pone

Frente de los italianos.

D. FADRIQUE: (Tocan al arma)

Ya parece que se rompen

Los campos.

ALONSO:

¡Cuerpo de Cristo!

¡Que de aquesta ocasión gocen

Los italianos y estemos

Viéndolo los españoles

Sin pelear!

D. FADRIQUE:

¡No digáis

Tal cosa! Dejad que os nombre

Al maestre de la Daga

Con algunos españoles.

Que en mitad de la ocasión

juegan recio del estoque.

D. GONZALO FDZ. DE CÓRDOBA:

¿Desobedecen?

D. FADRIQUE:

¡No tal!

Que vense en el trance donde

El hombre que no usa acero

Deja de llamarse hombre

Y español más…

D. GONZALO:

La obediencia

Es la que en la guerra pone

Mayor prisión a un soldado:

Más alabanza y más nombre

Que conquistar animoso

Le da el resistirse dócil.

D. FADRIQUE:

Pues, si no fuera más gloria

La obediencia. ¿Qué prisiones

Bastaran a detenernos?

ALONSO:

Con todo eso, no me enojen

Estos señores flamencos:

Que, si los tercios se rompen.

Tengo de pelear hoy,

Aunque mañana me ahorquen.

D. VICENTE: (Tocan cajas)

¡Qué igualmente que se ofenden!

D. FADRIQUE: (Tocan cajas)

¡Y qué bien suenan las voces

De las cajas y trompetas

A los compases del bronce!

D. FCO. DE MEDINA:

¡Viven los cielos, que han roto

El cuartel de los valones!

D. FADRIQUE: (Tocan cajas)

¡Ya llega a los italianos!

ALONSO:

¡Oh, los malditos flinflones.

Que cuando cierran con ellos

No aguantan sus escuadrones!

D. GONZALO:

Mirad allí al de la Daga…

ALONSO: (Aparte)

(Jiñalasoga en malnombre)

D. GONZALO:

… Cómo sucumbe soberbio

Con sus fieros españoles.

Hasta el final resistiendo.

D. FADRIQUE: (Tocan cajas)

¡Que a tanto me obligue el orden

De la obediencia que esté,

Cuando tal rumor se oye.

Con el acero en la vaina!

¡Que digan que estando un hombre,

Quedo, más que peleando.

Cumple sus obligaciones!

D. VICENTE:

Ya roto y desbaratado

El cuartel se ve. ¿No oyes

Las voces? ¡Por Dios que pienso,

Que entre en la villa esta noche!

ALONSO:

¿Cómo en la villa?

D. FADRIQUE:

¿En la villa?

La obediencia me perdone.

Que no ha de entrar.

D. VICENTE:

Embistamos,

Que se enoje o no se enoje

El general.

D. GONZALO:

Caballeros.

Piérdase todo, y el orden

No se rompa.

D. FADRIQUE:

No se falta

A nuestras obligaciones,

Que en ocasiones forzosas

No se rompe, aunque se rompe.

D. VICENTE:

Pero, atentos a la acción

Que intenta atrevido un hombre,

Mudo el viento se detiene

Y el sol se ha quedado inmóvil.

¿No véis al mayor sargento

Italiano, que se opone

Al ejército de Enrique

Y, animando con sus voces

Toda la gente detiene

El paso a los escuadrones

Del enemigo? Esta acción

Ha de darle eterno nombre.

Carlos Roma, y dignamente

Mereces que el Rey te honre

Con cargos, con encomiendas,

Con puestos y con blasones.

Con la espada y la rodela

Furiosos los campos rompe.

Y a su Imitación se animan

Los italianos. ¡Que gocen

Ellos la gloria y nosotros

Lo veamos! Aquí es noble

La envidia, y aun la alabanza;

Que España, que en más acciones

Se ha mirado victoriosa.

No es razón que quite el nombre

A Italia de la victoria.

Si ellos son los vencedores.

D. FCO. DE MEDINA:

También victoria se llama

Y de triunfo gana el nombre

Librar la propia bandera

De cautiverio y baldones.

Así lo han hecho esos pocos

Valerosos españoles

Que escoltaban al maestre

De la Daga y que feroces

A los ingleses frenaron

Con bien concertados golpes.

D. GONZALO:

¿Quién era el que los guiaba.

Fiero Marte y Héctor noble?

ALONSO:

Diego Alatriste y Tenorio.

Capitán por sobrenombre.

Muy dignamente ganado

Entre el bramar de los bronces.

D. GONZALO:

Pues en tan alta jornada

Sea Alatriste en renombre

Segundo tras Carlos Roma,

A quien el Rey galardone

Con sus soldados, que hoy quedan

En Terheyden triunfadores.

D. FADRIQUE:

Desbaratados y rotos,

Miden los vientos veloces

Los flamencos, y ya queda

Por suyo el honor: coronen

Su frente altivos laureles.

Y en mil láminas de bronce

Eternos vivan. Tocando

Hoy los extremos del orbe.

HASE de notar que los versos que aquí van de cursiva se toman de la versión manuscrita original, por no hallarse impresos en la Primera Parte de Comedias de don Pedro Calderón de la Barca, recogidas por don Joseph, su hermano, que vio la luz en Madrid, año de 1636; sin que se haya alcanzado la causa por la que el poeta los suprimió después.