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Caladan: tercer planeta de Delta Pavonis; mundo natal de Paul Muad’Dib. Con posterioridad conocido como Dan.

Terminología del Imperio (revisada)

Cuando el ghola del barón Vladimir Harkonnen tenía siete años, los Danzarines Rostro ordenaron a Uxtal que lo llevara al mundo oceánico de Dan.

—Dan… Caladan. ¿Por qué vamos allí? —preguntó Uxtal—. ¿Tiene algo que ver con el hecho de que fue el mundo natal de los Atreides, enemigos de la casa Harkonnen? —En su alegría por poder alejarse de la madre superiora Hellica, el investigador tleilaxu acabó por ver al Danzarín Rostro como su salvador.

—Hemos encontrado algo allí. Algo que puede ayudarnos a utilizar al barón resucitado. —El Danzarín Rostro que le escoltaba alzó la mano, atajando la pregunta que Uxtal estaba a punto de hacer—. Es todo lo que tienes que saber.

Si bien había rezado fervientemente para que llegara el día en que pudiera entregar a aquel niño-ghola tan problemático, a Uxtal le preocupaba que Khrone dejara de considerarlo útil. Quizá se acercarían por detrás, le pondrían los dedos sobre los ojos y apretarían, igual que habían hecho con Burah, el anciano…

Se dirigió apresuradamente hacia la lanzadera que debía llevárselos a él y el mocoso de Tleilax. Y, como si fuera un mantra, musitó para sus adentros: «Aún estoy vivo. ¡Estoy vivo!».

Al menos estaría lejos de Ingva y Hellica, del hedor de los sligs, de los gritos de las víctimas de torturas a las que extraían hasta la última gota de las sustancias que producían por el dolor.

— o O o —

En los años previos, Hellica no había dejado de disfrutar de la compañía del joven Vladimir Harkonnen. Eran tal para cual. A Uxtal le daban escalofríos cuando oía al niño y la Madre Superiora reír mientras discutían sobre quién merecía morir y elegían a las víctimas para los laboratorios de torturas.

Aquel niño traicionero informaba constantemente a la aspirante a reina y le contaba los supuestos errores o indiscreciones cometidos por los ayudantes de laboratorio. Uxtal había perdido a muchos de sus mejores ayudantes de este modo, y aquel crío perverso sabía muy bien el poder que tenía. En presencia del ghola, Uxtal apenas era capaz de controlar el pánico. No era más que un niño, pero ya era casi tan alto como él.

Sin embargo, sin buscarlo, Uxtal había logrado hacerse querer por el ghola, y en una forma que además tuvo el efecto de distanciarlo de Hellica. Como tleilaxu, Uxtal tenía muchos hábitos que los extranjeros consideraban groseros, como la tendencia a emitir sonidos corporales. Viendo el placer que el barón sentía con aquello, Uxtal empezó a exagerar sus hábitos en su presencia, y eso creó un curioso vínculo entre los dos.

Ofendida por el carácter veleidoso de Vladimir y demostrando no mucha más madurez que el niño-ghola, Hellica dejó de relacionarse con él. Cuando la nave de la Cofradía llegó para llevarse a Uxtal y el ghola a Dan, reaccionó con indiferencia y desdén. Pero el investigador sabía que cuando regresara ella estaría esperándole…

— o O o —

Tras un viaje a través del tejido espacial, el tleilaxu y su protegido descendieron al planeta en una lanzadera. Por el camino se entretuvieron con un pasatiempo privado, compitiendo para ver quién era más grosero y conseguía que los pétreos Danzarines Rostro que les acompañaban reaccionaran de alguna forma. Vladimir, con un repertorio asombroso de talentos escatológicos, emitió más sonidos asquerosos y olores nocivos que nadie que Uxtal conociera. Y después de cada exhibición, aquel joven querúbico ponía una sonrisa descomunal.

Uxtal admitió su derrota, consciente de que siempre es más seguro perder que ganar ante un Harkonnen, incluso si no tenía a la Madre Superiora mirando por encima de su hombro.

Uno de los Danzarines Rostro se acercó a la pantalla panorámica de la lanzadera y señaló al exterior.

—Las ruinas del castillo de Caladan, hogar ancestral de los Atreides. —El edificio estaba en ruinas, al borde de un acantilado, y había una pista de aterrizaje en las afueras de un pueblecito pesquero cercano.

Evidentemente, el Danzarín Rostro quería llevar a Vladimir a un lugar que provocara una reacción visceral en él, pero Uxtal no detectó el brillo del reconocimiento en los ojos negro-araña del niño, no hubo ninguna chispa. El barón-ghola aún era demasiado joven para acceder a sus recuerdos, pero al situarlo en el entorno de sus archienemigos, con tantas cosas que potencialmente podían despertar sus recuerdos, quizá lograrían remover algo en su interior, o al menos poner una buena base para el éxito.

Quizá eso es lo que Khrone quería. Uxtal esperaba que así fuera, que le permitieran quedarse en Dan de forma permanente. Aunque era algo austero y húmedo, aquel mundo oceánico parecía una gran mejora comparada con Bandalong.

En cuanto bajaron de la lanzadera y pusieron pie en la pista pavimentada, Vladimir miró al castillo en ruinas. Sus cabellos desgreñados volaban con la brisa marina.

—¿Mis enemigos vivieron aquí? ¿El duque Leto Atreides procedía de aquí?

Aunque Uxtal no conocía la respuesta con seguridad, sabía lo que el niño-ghola quería oír.

—Sí, seguramente estuvo en el mismo sitio donde estás tú ahora, respirando el mismo aire que llena tus pulmones.

—¿Por qué no lo recuerdo? Quiero recordar. Quiero saber más que lo que me has dicho, más de lo que encuentro en los librofilmes. —­Golpeó el suelo con el pie.

—Algún día recordarás. Algún día todo volverá a tu mente.

—¡Yo lo quiero ahora! —El niño lo miró con expresión picajosa, frunciendo los labios. Y Uxtal sabía que potencialmente eso significaba peligro.

Antes de que aquella rabieta infantil fuera a más, Uxtal cogió al niño de la mano y lo llevó a toda prisa hacia un vehículo terrestre que les esperaba.

—Ven, vamos a ver qué han descubierto los Danzarines Rostro.