Nota sobre el nombre

Widukind, Vidukindus, Vidukindo

En general, siguiendo el criterio que preside la obra, en la que queda manifiesta la lucha entre ambos mundos, el cristianizado, latinizado, y el germánico, sajón, y por ende pagano, el criterio del cronista Angus de Metz parecía contener un error intencionado, el cual, a la vista de su periodicidad, se convertía en ejecución de un objetivo preclaro, a saber, la de conservar la resonancia pagana, bárbara, en aquellos personajes que quedaban atrapados en su mundo nórdico. Del mismo modo que Angus de Metz nos advierte del error de su redacción, confundiéndonos a menudo con las tinieblas del evangelio de Remigio, error que admite como acto de confesión, también incluye, bajo la licencia de la tercera persona a la que se entrega como cronista directamente presencial o bien cuando cuenta lo que ha escuchado en boca de otros y que él incorpora a su relato, las grafías y con ellas los sonidos que más se remontan a la originalidad bárbara en la que habitaron. De este modo se explica que a lo largo de toda su narración Angus recurra a la forma germánica Widukind, en lugar de usar la latinizada Viduquindo (que sin embargo sí que coloca en boca de Arnauld hacia el final de la Crónica, como se explica más adelante en esta Nota) o su más lógica para la época Viduquindus, para preservar la enajenación del mundo pagano respecto del cristiano, ya influenciado por el latín. Lo mismo hace con los nombres de personajes y lugares que rodean al protagonista, por ser éstos parte de esa atmósfera que él en todo momento plantea como ajena al mundo que conoce, y contraria al mismo. La extinción de este mundo, y la ratificación de este punto de vista, llega en las últimas páginas de la crónica, cuando Arnauld de Goth interroga a Widukind y por primera vez se usan, contrastadas en la misma página del manuscrito, las voces Widukind, y Viduquindus, momento en el que se da por cerrada la cristianización del personaje; catarsis en la que el rebelde es, como no podía ser de otro modo en un testimonio escrito y por ello literario, bautizado por el lenguaje y confrontado con su nueva identidad. Hasta este detalle llega la voluntad integrista de Arnauld, detalle que no escapó al redactor de la crónica, el propio Angus de Metz, cuando reunió todos los datos que presuntamente Widukind mismo debió referirle durante ese último y trágico encuentro.

Este criterio, que se hace extensivo a toda la crónica, ha sido incorporado a la traducción, para preservar, junto al texto, las intenciones ocultas y no tan obvias presentes en el mismo. La lucha de ideas y su contraste tuvo, pues, un reflejo en el propio lenguaje, donde las voces de clara raigambre pagana son respetadas en una grafía que trata de conservar la sonoridad original. A su vez, Angus de Metz complementa este hecho otorgando al resto de personajes que proceden de la esfera franca o de la Iglesia su versión latinizada, que en esta traducción han aparecido, por ello, castellanizados. Hace una consistente excepción, la de Remigio el Piadoso, a quien, a pesar de considerar hereje, siempre respeta el origen eclesiástico, quizá porque no podría existir el hereje sin el dogma, y viceversa.

Finalmente, aclarar que el nombre «Widukind» es un kenning (noruego antiguo e islandés moderno [chεn:iηg]). Esta figura retórica poética, propia de las lenguas germánicas y sus derivados, es un tropo literario compuesto (normalmente con dos palabras) que recurre al lenguaje figurativo evitando el uso de un monosílabo de significado concreto, estableciendo la asociación a éste por continuidad. Se considera con unanimidad que el kenning «Widukind» significa lobo o más concretamente lobezno, animal de gran valor simbólico entre los pueblos germanos, que bien se ha asociado a la guerra así como a la muerte. Una gran parte de los nombres propios germanos tienen su origen en un kenning. «Arnauld», por ejemplo, es fruto de las raíces germánicas *arno, «águila», y *walda, «fuerte, dominador de». «Arnauld», pues, es «el que domina a las águilas».