Notas

[1] Sobre la distinción entre nacionalismo cívico y nacionalismo es preciso referirse a las obras de Greenfeld (1992) y Brubaker (1992). <<

[2] Acerca de los orígenes y la evolución del nacionalismo vasco, véanse, entre otros, los libros de Payne (1974), Corcuera (1979), Pérez Agote (1984 y 1987), De la Granja (1995), Elorza (1978 y 2003) y, en perspectiva comparada, Díez Medrano (1999). <<

[3] En torno a la formación y el desarrollo de ETA, consúltense, por ejemplo, los estudios de Garmendia (1983), Jáuregui (1981), Clark (1984), Ibarra (1987), Unzueta (1988), Reinares (1990 y 1996), Domínguez Iribarren (1998a), Elorza (2000) y Sánchez Cuenca (2001). <<

[4] El marco analítico y de la perspectiva teórica subyacente a esta obra pueden rastrearse en Reinares (1994; 1998 y 2005). <<

[5] Sobre estas cuestiones, véanse las aportaciones de Benson, Evans y Simon (1982) y Morgan (1989). <<

[6] Para una revisión de esa literatura antropológica, incluidas observaciones sobre el caso vasco, consúltese la obra de Caro Baroja (1989). <<

[7] Consideraciones especialmente sugerentes sobre este tema son las que ofrecen Braungart y Braungart (1992). <<

[8] Los datos obtenidos, en especial respecto a la importancia de las comarcas de Donostialdea y el Gran Bilbao, coinciden con otros calculados por Domínguez Iribarren (1998a: 58). <<

[9] Estas constataciones pueden ser contrastadas con las hipótesis y los estudios preliminares de, entre otros, Clark (1984:141-165), Lluch (1995) y Laitin (1995). <<

[10] En este sentido, véanse los argumentos desarrollados en un estudio comparado por Waldmann (1997). <<

[11] Véanse, sobre el tema, los volúmenes compilados por Björgo y Witte (1993) y Björgo (1995). <<

[12] Entre los estudios sobre la socialización política de quienes han militado en organizaciones políticas clandestinas en general y organizaciones terroristas en particular, cabe referirse a los de Maravall (1978), Waldmann (1993), Della Porta (1992b) y Alonso (2003). <<

[13] Sobre la relación entre el terrorismo y determinadas creencias religiosas, véase la obra de Rapoport (1984). Respecto al caso vasco en concreto, los ensayos de López Aranguren (1982) y Aranzadi (1981). <<

[14] En torno a ese proceso de liberación cognitiva asociado con movilizaciones de orientación política insurgente, véase McAdam (1982). <<

[15] Véase el estudio sobre las organizaciones terroristas de extrema izquierda en Italia de Della Porta (1990) y el de Alonso (2003) para el IRA. <<

[16] Para un análisis del proceso de aprendizaje social que conduce a los comportamientos agresivos, véase Bandura (1973). <<

[17] En relación con la subcultura de violencia existente en el seno de la sociedad vasca, véanse los textos de Llera (1989, 1992) y Laitin (1995). <<

[18] Sobre la importancia relativa de los objetivos políticos como estímulo para la participación dentro de organizaciones inmersas en la contienda por el poder, véanse las obras de Wilson (1973) y Knoke (1990). <<

[19] Para un análisis sobre las dos lógicas del terrorismo observadas durante la transición democrática española, en particular respecto a ETA(pm) y ETA(m), puede consultarse el ensayo de Reinares (1989). <<

[20] Acerca de las normas como inductoras a la participación en manifestaciones de protesta política y violencia colectiva, así como de su interiorización a través de un proceso de aprendizaje social, véanse Bandura (1973) y Opp (1989). <<

[21] En torno a esos mecanismos psicosociales que ocasionan una percepción deshumanizada de las víctimas del terrorismo, véanse los argumentos de Bandura (1990). <<

[22] Aquí se aplica un análisis original de Klandermans (1984) sobre el estímulo que las expectativas de éxito suscitadas por movilizaciones de protesta social ejercen para la implicación individual. <<

[23] A este respecto, cabe hacer referencia expresa a las cuidadas estimaciones anuales de reclutamiento en la organización terrorista realizadas por Domínguez Iribarren (1998a: 33). <<

[24] Sobre los distintos incentivos selectivos susceptibles de motivar la participación en movimientos sociales y formas de acción colectiva revolucionaria, véanse Fireman y Gamson (1979) y Taylor (1988). <<

[25] Al igual que sucede con la implicación individual en procesos de violencia política y otras manifestaciones de acción colectiva, como han puesto de manifiesto Tullock (1974) y Hirschman (1986). <<

[26] Véanse, en particular, las obras de Davies (1962) y Gurr (1970), así como sus aplicaciones al estudio del terrorismo en Zinam (1978) y Rubenstein (1987). <<

[27] Me remito a los argumentos de Moore (1979) y, respecto a la militancia en organizaciones terroristas contemporáneas, al análisis de White (1993). <<

[28] Sobre este asunto pueden consultarse el reciente estudio de Reinares y Jaime-Jiménez (2000) y, sobre todo, la investigación de Jaime-Jiménez (2001). <<

[29] Acerca del sentido que puede llegar a adquirir el deseo de venganza en determinadas sociedades, véase Waldmann (2001). <<

[30] Este argumento ha sido elaborado a partir de una interesante apreciación contenida en un conocido libro de Homans (1974: 241). <<

[31] Sobre la relación entre redes sociales, ligámenes afectivos y reclutamiento en organizaciones terroristas, véase el ensayo de della Porta (1992a). <<

[32] Así ocurre, por ejemplo, con la que en su momento fue una influyente obra de Kornhauser (1959). <<

[33] Los argumentos subyacentes a la formulación de dicha hipótesis se encuentran en el libro de Morgan (1989). <<

[34] Un magnífico análisis del modo en que se fomenta la violencia mediante la imposición de identidades singulares y beligerantes, embanderadas detrás de artífices del terror, es el de Sen (2006). <<

[35] En torno a las reacciones de la sociedad vasca ante el terrorismo de ETA, véanse los documentados estudios de Llera (1994: 97-123) y Funes (1998a). <<

[36] Sobre la construcción de identidades colectivas, con especial atención a las identidades nacionales, véase el ensayo de Eisenstadt y Giesen (1995). <<

[37] Acerca de estos y otros cambios recientes acaecidos en la estructura social del País Vasco, consúltese la obra de Gurruchaga, Pérez-Agote y Unceta (1990). <<

[38] Sobre la identidad colectiva como incentivo para la militancia en organizaciones terroristas, con relación al caso vasco, véanse los textos de Laitin (1995: 40) y Reinares (1998: 113-117). <<

[39] Esas condiciones han sido formuladas, sobre la base de una comparación de diversos casos contemporáneos, por Reinares (1998: 117 y 2005). <<

[40] Sobre esta cuestión, debo remitirme a las obras de Pérez-Agote (1987: 1-80) y Mata (1993: 269-297). <<

[41] En relación con este tema, véase el esclarecedor análisis de Funes (1998a: 143-166). <<

[42] Para estas y otras distinciones relevantes en el análisis del desenganche y la desradicalización de terroristas, véanse los comentarios de Bjorgo y Horgan (2009: 3-5). <<

[43] Sobre estas dos diferentes lógicas observadas en el terrorismo etarra, pueden verse los ensayos ya citados de Reinares (1989 y 1996). <<

[44] A este respecto, consúltese la serie de datos temporales del Euskobarómetro, estudio periódico de la opinión pública vasca que realiza el Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad del País Vasco, accesible en www.ehu.es/euskobarometro. <<

[45] Lo que, al menos parcialmente, contradice la hipótesis con que Hirschmann (1982) explica el paso de la acción pública al interés privado. <<

[46] Me remito aquí, parafraseando su título, a un sobresaliente libro de Ángeles Escrivá (1998) sobre los reinsertados de ETA. <<

[47] Acerca del modo en que los dirigentes etarras administran el miedo como factor de cohesión organizativa, hay que leer a Domínguez Iribarren (2002: 267-305). <<

[48] Sostengo este argumento haciendo uso de las tres nociones fundamentales que desarrolla una conocida obra de Hirschmann (1970). <<