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AGRADECIMIENTOS

Este libro, aunque dirigido a una pluralidad muy amplia de ciudadanos, se inscribe en el marco de un proyecto académico de investigación que apoyaron tanto la Harry Frank Guggenheim Foundation en Estados Unidos como la Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología en España. Estoy agradecido a José María Maravall, José Ramón Montero y Philippe C. Schmitter por haber respaldado en su día la iniciativa. En mis años de estudiante universitario escuché a Amando de Miguel hablar sobre el terrorismo como una sociología imposible y a buen seguro que eso estimuló en mí la inquietud de que pudiera ser. En la Audiencia Nacional obtuve todas las facilidades para recoger la información que necesitaba, cuando el fiscal jefe en dicha institución era José Aranda y siéndolo Javier Zaragoza. A los antiguos militantes de ETA con los cuales pude entrevistarme agradezco su disponibilidad y la franqueza de sus testimonios. También a cuantas personas me ayudaron de uno u otro modo a ponerme en contacto con ellos y cuyos nombres no menciono para evitar que algunos se crean comprometidos. Conté con la ayuda de Rosario Jabardo en el tratamiento estadístico de datos y de Carlos Resa en la transcripción de grabaciones. Recibí amables comentarios y provechosas críticas de Concha Badía, Enrique Echeburúa, Antonio Elorza, Antonio Hermosa, Iván Llamazares, Enric Martínez Herrera, Maite Pagazaurtundua, Félix Palomo, Javier Pradera, Marisa Ramos, Justino Sinova y José Varela Ortega. También de mis alumnas y alumnos de la Universidad Rey Juan Carlos. Lorenzo Castro, José Luis Castro, María Jesús Funes, Carola García-Calvo, Roberto Pastor y Peter Waldmann saben que estas páginas son también un poco suyas. María Cifuentes, Inés Vergara y Elena Martínez Bavière hicieron que mi prolongada aventura editorial con Taurus haya sido muy grata. Sonrío al recordar que un soleado día de Adviento de 2010, durante una estupenda excursión geológica por el valle del Río Alhama, en la Rioja Baja, mi hijo mayor, Daniel, que leyó un borrador del capítulo sexto, me dijo que había algo de homérico en el modo en que estaba escrito. Con todo, mi entendimiento y voluntad hacen que, como es lógico, yo sea el único responsable de la obra que el lector tiene en sus manos. A lo largo de cuya realización contraje una deuda de gratitud tan honda como imperecedera con Taciana Fisac.