Interludio

—¡Coño, por fin!

—Hola, Pedro.

—¿Dónde estás que oigo tanto ruido?

—Me estoy bajando del coche de mi hermano.

—Pero ¿dónde estás?

—En la puerta de mi casa.

—¡Ah, vale! Joder, tía, cuando decías que te querías desconectar del mundo lo decías en serio, ¿no?

—¡Hombre, claro!

—¿Y qué tal? ¿Ya has cargado las pilas?

—Más o menos. ¿Y tú qué tal? ¿Cómo ha ido el final del verano?

—Pueees… ¡Muy bien, Ruth!

—¡Coño! Por tu voz deduzco que me vas a dar una buena noticia…

—¡Vaya que sí!

—Pues suéltala de una vez, ¡leche!

—He conocido a alguien…

—¿Sí?

—Sí. Es una compañera de la comisaría…

—¿Compañera de curro? ¿Y cómo ha sido?

—Pues nada, teníamos el mismo turno y algunos días al salir nos hemos ido a tomar una caña y una cosa lleva a la otra y al final, pues ya sabes, pasa lo que pasa…

—Me alegro por ti, Pedro, ya iba siendo hora de que tuvieras suerte… ¿Y qué tal? ¿Cómo lo ves?

—De momento, muy bien. Ya la conocerás, a ver si este finde podemos quedar todos y os la presento…

—Se te ve muy emocionado, corazón.

—Lo estoy, lo estoy… Bueno, ¿y tú qué? Has vuelto a saber algo del bombonazo ibicenco…

—Era de Barcelona y no, no he vuelto a saber nada de ella. Si ya te dije que no nos dimos los teléfonos.

—Es que te juro que hay veces que no te entiendo…

—Pues ya sois dos… Tú no te preocupes… Este año me lo quiero tomar con más calma. Pendonear menos y conocer más a la gente, a ver si es verdad eso que dicen de que hay personas normales pululando entre nosotros…

—¿Dónde estás, Ruth? Te oigo fatal…

—Estoy subiendo en el ascensor… Espera que ya queda poco…

—Vale…

—…

—…

—Ya está, ya estoy abriendo la puerta de casa.

—Hogar, dulce hogar, ¿eh?

—Ya te digo, tío. Tenía unas ganas de volver y que mi madre me dejara de dar la murga…

—Es que ya sabes lo que dicen, la familia y el sol cuanto más lejos mejor…

—Sí, tío, en pequeñas dosis está bien pero una semana entera con ellos pone de los nervios a cualquiera… Pero, oye, que te iba a decir, que hoy es lunes, ¿voy a tener que esperarme hasta el fin de semana para verte?

—Bueno, no sé… yo salgo a las cuatro de currar, si no es muy tarde para ti, podemos quedar a comer y así charlamos un poco…

—Vale, bien, pues me doy una ducha y me paso a buscarte por la comisaría a las cuatro.

—Pues entonces nos vemos dentro de un rato.

—Venga, hasta luego.

—Un beso.