—Así que ya se acabó, ¿no?
—¡Cómo lo sabes, Pedrín…!
—De verdad, tía, no te entiendo. Primero dices que te cae mal, luego la odias y al final acabas liándote con ella. Y, vamos, seguro que ahora se convierte en tu mejor amiga…
—Pues no te extrañe, porque hemos quedado muy bien…
—¿Muy bien? ¿Es que en vez de cortar una relación habéis cerrado un trato comercial?
—No seas bruto, tío. Si la cosa es muy sencilla. Alicia no es tonta y me notaba rara. Fue ella la que me dijo si me pasaba algo, si lo veía claro o si prefería dejarlo antes de que la cosa fuera a más…
—¿Con esa frialdad? ¡Esa tía no es humana, es un robot! ¿No intentó hacer algo?
—¿Algo de qué?
—No sé, tía, se supone que es casi una adolescente y tú la segunda o tercera mujer con la que está, ¿no?… Joder, ¿no soltó ni siquiera una lagrimita?
—Pues no. Las dos teníamos las cosas claras y sabíamos que esto era lo mejor.
—Te juro que a veces flipo con vosotras.
—¿Con nosotras las tías o con nosotras las lesbianas?
—Con las dos, graciosa… Sois incomprensibles, de verdad… Tu amiga Ángela empeñándose en retener a una tía que le pone los cuernos y tú dejando a la primera tía con más de dos dedos de frente con la que te has cruzado en los últimos tiempos sólo porque es más joven que tú…
—¡Eh! ¡Que no es porque sea más joven!
—Pero también te ha influido, no me digas que no…
—Quizá un poco pero no ha sido una razón de peso. Además, ha sido de mutuo acuerdo.
—Que sí, que sí, Ruth, pero Alicia era la tía más equilibrada con la que te he visto últimamente. Era como una versión de ti con diez años menos…
—Bueno, pero pese a resultarte incoherente sigues queriéndote venir conmigo a Ibiza, ¿no?
—Por supuestísimo, Ruth, no lo dudes…
—No, es que a lo mejor preferías ir con alguien más comprensible…
—Qué boba eres, cielo…
—En fin, que te voy a dejar ya.
—¿Ya? ¿Tienes fiebre, Ruth?
—¿Por qué?
—Porque no hemos hablado ni dos minutos.
—¿Y?
—Que eso es muy raro en ti. Además, te noto una voz rara…
—Joder, Pedro, mes y medio de multiorgasmos le dejan la garganta hecha polvo a cualquiera…
—¡Pero qué bruta eres! Y no me intentes cambiar de tema…
—Si yo no te cambio de tema…
—Sí que lo haces, ¿qué te pasa?
—Naaaadaa, melón. ¿Qué me va a pasar?
—Mmmm, no sé pero te noto muy extraña.
—Serán imaginaciones tuyas… Bueno, acuérdate que salimos el jueves a las diez así que habrá que estar en el aeropuerto a eso de las nueve.
—Tú tranquila que a la que se le suelen pegar las sábanas es a ti…
—¡Te apuesto lo que quieras a que estoy allí antes que tú!
—Ya veremos… Pues nada, el jueves por la mañana nos vemos.
—Ahí estaré. Venga, cielo, anímate, que nos lo vamos a pasar de miedo…
—¡Si estoy animada!
—Que sí, que sí, lo que tú digas… Hasta el jueves, corazón.
—Adiós.