Interludio

—¿Y de qué te extrañas, Ruth? Tú misma has dicho siempre que las directivas de las ONG’s eran pandas de mañosos.

—Si no me extraño, Pedro, si chanchullos ya sé que se hacen. Pero una cosa es cenar a cuenta de la asociación y otra no cotizar a los trabajadores para desviar el dinero…

—¿Y sabéis ya a nombre de quién están esas empresas?

—Aún no. El administrativo iba a hablar con un rollete suyo que trabaja en el Registro Mercantil.

—¿Y qué vais a hacer cuando lo sepáis?

—Pues supongo que denunciarlos. A menos que a Alicia se le ocurra otra genial idea.

—Oye, ¿esa no es la tía del GYLA que te cae tan mal?

—Esa misma. Y cada día la aguanto menos. Vino por casualidad con nosotros y parecía que había sido ella quien lo había organizado todo…

—Me recuerda a alguien…

—¡Pedro! Espero que no estés insinuando lo que creo que estás insinuando…

—¿Yooo? ¡Qué va!

—… porque te equivocas de medio a medio. ¡Yo nunca he sido tan metomentodo!

—¡Por el amor de Dios, Ruth! ¡Qué poca memoria tienes! ¿Ya no te acuerdas de cuando tenías dieciocho años? Si en la facultad te llamábamos la navaja suiza…

—¿La navaja suiza?

—Sí, porque servías para todo. Tan pronto te metías en el sindicato de estudiantes como preparabas xm fanzine contra-cultural. Y eso por no hablar de cuando empezaste a ir al GYLA… Refréscame la memoria, ¿hubo algún equipo por el que no pasaras?

—Sí, el de gays cristianos.

—¡Nos ha jodido! ¡Porque eres atea perdida! ¡Pero bien que te metías con ellos! Tú tampoco has podido mantenerte nunca al margen.

—No me convences, Pedro. Yo era más madura a su edad…

—No seas tan prepotente, cielo. Tú eras tan madura a su edad como ella puede serlo ahora…

—Que no, tío. Además ella es muy radical, menosprecia a los hombres…

—… porque les llama varoncitos, ya me lo has dicho. ¿Y tú qué? Hubo una época en la que tratabas de convencer a todos de que la única forma de conseguir la paz mundial era convirtiendo la sociedad al matriarcado…

—Y lo sigo pensando…

—¿Entonces por qué te molesta tanto lo que haga esa chica?

—Pues no lo sé pero me irrita sobremanera…

—A ver si es que te gusta…

—¡Mira, otro como Pilar! ¡Venga, Pedro! Parece mentira que no me conozcáis. Cuando me gusta una chica voy a por ella sin problemas. Además, ¿cómo me iba a fijar yo en una tía a la que saco doce años?

—Pues quizá sea esa la razón.

—¿Cuál?

—Que le sacas doce años y eso te pesa mucho. Además, llevas un par de meses en los que no te he oído hablar de nadie…

—¿Y qué me quieres decir con eso? He tenido mucho curro últimamente.

—Que sí, bonita, lo que tú digas… Oye, ¿y cómo se ha tomado Diego todo este chanchullo? Con lo harto que está del GYLA…

—Pues te puedes imaginar… Como no le habían dado por culo suficiente allí, ahora encima esto. Dice que intentará morderse la lengua hasta que vayamos a la policía pero que después…

—Se lía a hostias con el Teletubby ese, seguro…

—Pues no creo porque Diego no es nada violento pero que le dice cuatro cosas seguro… Por cierto, ya sé que aún es pronto para preguntártelo pero ¿vendrás este año a la mani del orgullo?

—No puedo, cielo. Me toca pringar todos los fines de semana hasta julio cuando coja las vacaciones.

—Pues ya te podía tocar vigilar la mani…

—Ya pero esto es lo que hay… En fin, cuando sepas algo de lo del GYLA, dímelo, a ver si os puedo echar un cable.

—Vale, te mantendré informado.

—Pues lo dicho. Cuídate. Un besazo, cabra loca.